Soy Andalucía

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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El andalucismo o es de izquierdas y popular o no será. Este domingo alzamos nuestra voz una vez más y entre numerosas arbonaidas volvimos a gritar: ¡Viva Andalucía libre! Y tal vez deberíamos de haber añadido, por si quedara algún despistado entre los andalucistas de pro: ¡Pero libre de verdad! Libre de caciques e imposiciones económicas y culturales. La historia del pueblo andaluz es el vivo ejemplo del conflicto y la lucha de clases: opresores y oprimidos, señoritos y jornaleros. Hoy, con sus correspondientes matizaciones cronológicas y temporales, el relato continúa. Y tiene cómplices. El andalucismo, le pese a quien le pese, va más allá del folclore, ya que acaba rechazando ese nacionalismo romántico que en otros sitios la burguesía propició. De ahí que el Partido Andalucista que conocemos, aquel que decía defender el nacionalismo andaluz, haya sucumbido sin pena ni gloria. Y lo volvería a hacer si un nuevo proyecto imitara la deriva de su predecesor. El andalucismo no puede alimentarse de un discurso vacío, meramente simbólico y vinculado a la lógica electoralista, ya que el sentimiento del pueblo andaluz lo supera, trasciende al terreno de la lucha social. Dicho de otra forma, el andalucismo o es de izquierdas y popular o no será. Será otra cosa, como lo que en tantas ocasiones nos intentan vender también los patriarcas del PSOE andaluz mientras luego deja agonizando y con deudas a la Fundación Blas Infante. Nada nuevo bajo el sol del sur. Y ni que decir tiene el ambiguo discurso de la derecha españolista. De aquellos barros estos lodos. Es una verdadera pantomima que quienes en otro tiempo ignoraran (o incluso renegaran) la sed de autonomía de los andaluces, hoy pidan “tierra y libertad",  siendo, en cierta manera, amos y señores de nuestra sufrida nación. Es hipócrita verlos cantar “sea por Andalucía libre” cuando hace tan sólo unas décadas pedían la abstención en el referéndum que tanto le costó a los andaluces conquistar. Unos de una forma y los otros de otra. Me temo que quienes se crean su discurso sufren de amnesia selectiva ya que algunos –aún no habiendo nacido en aquel entonces- tenemos (o hacemos) memoria. Con cierta nostalgia y resaca carnavalesca me viene a la memoria el pasodoble que la comparsa del gran Tino Tóvar, en esa edición Ciudadano Zero, dedicó a Andalucía:

En el periódico de ayer

Me vi sorprendido al leer

En páginas interiores

En la sección de anuncios varios

Una petición publicaron

Sin firma, sin fecha, ni nombre,

Se precisa un patrón para la tierra mía

De esta forma empezaba

Y así proseguía

Se busca alguien nacido

De Despeñaperros abajo

Que hablando use mi acento

Y no lo haga acomplejao

Que crea en el pueblo andaluz

Que ame a esta tierra como la amas tú

Que impulse a nuestra juventud

Que sepa cual es nuestra cruz

Se precisa un paisano que si un catalán

En un meeting nos tacha de vagos

Que le calle la boca y le haga recordar

A su pueblo quien lo ha levantao

Y si un tal Cayetano nos viene a humillar

Que lo esbloque y lo mande a paseo

Con su madre y el tonto ese nuevo

Que le duela como a mí me duele

En Barbate los barcos en el muelle

Y que acabe con la pantomima

De andaluz de charanga y mantilla

Se precisa un paisano valiente

Al timón de mi tierra

Otro Caparrós que alce nuestra bandera

Si alguien sabe de él por Dios que me lo diga

Que me busque de Almería a Cádiz

Soy Andalucía

¿Y si insistimos en acabar con el andaluz de charanga y mantilla? ¿Y si vamos al encuentro de un paisano valiente, uno de los nuestros, no acomplejado, que represente ese sentimiento andalucista tan denostado? Dicho sea de paso, en el ADN del sentimiento andalucista está inscrito el internacionalismo. Parafraseando al padre de la patria andaluza, el andalucismo no entiende el nacionalismo si no es humano. El andalucismo va en búsqueda de las raíces, quiere capacidad de autogobierno dentro de un marco global, no rivaliza con otros pueblos sino que los acepta y comprende como hermanos del mundo. En resumen, no sólo no es excluyente sino que es pacifista y solidario. Entonces, ¿por qué no lo hacemos resurgir? ¿qué o quién vuelve una y otra vez a encadenarnos? ¿dónde estamos? Ayer celebrábamos un aniversario, el de aquel 28 de febrero de 1980 cuando tras una larga lucha, los andaluces y las andaluzas votaron la autonomía andaluza. Más de la mitad del electorado andaluz votó 'Sí' a una iniciativa que no estaba prevista al quedar, en un principio, Andalucía excluida de las nacionalidades históricas. Sólo la insistencia del pueblo andaluz en las calles, como constituye el 4 de diciembre de 1977, y el ansia de autonomía y emancipación que pregonaba hizo cambiar la situación. A Andalucía la autonomía no se la regalaron; el pueblo andaluz la ganó. De ese espíritu algunos aún hoy seguimos contagiándonos. Y con él, nos levantamos para pedir tierra y libertad. Pero para nosotros y para todos los pueblos del mundo. Paz y esperanza.

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