En el periódico de ayer
Me vi sorprendido al leer
En páginas interiores
En la sección de anuncios varios
Una petición publicaron
Sin firma, sin fecha, ni nombre,
Se precisa un patrón para la tierra mía
De esta forma empezaba
Y así proseguía
Se busca alguien nacido
De Despeñaperros abajo
Que hablando use mi acento
Y no lo haga acomplejao
Que crea en el pueblo andaluz
Que ame a esta tierra como la amas tú
Que impulse a nuestra juventud
Que sepa cual es nuestra cruz
Se precisa un paisano que si un catalán
En un meeting nos tacha de vagos
Que le calle la boca y le haga recordar
A su pueblo quien lo ha levantao
Y si un tal Cayetano nos viene a humillar
Que lo esbloque y lo mande a paseo
Con su madre y el tonto ese nuevo
Que le duela como a mí me duele
En Barbate los barcos en el muelle
Y que acabe con la pantomima
De andaluz de charanga y mantilla
Se precisa un paisano valiente
Al timón de mi tierra
Otro Caparrós que alce nuestra bandera
Si alguien sabe de él por Dios que me lo diga
Que me busque de Almería a Cádiz
Soy Andalucía
¿Y si insistimos en acabar con el andaluz de charanga y mantilla? ¿Y si vamos al encuentro de un paisano valiente, uno de los nuestros, no acomplejado, que represente ese sentimiento andalucista tan denostado? Dicho sea de paso, en el ADN del sentimiento andalucista está inscrito el internacionalismo. Parafraseando al padre de la patria andaluza, el andalucismo no entiende el nacionalismo si no es humano. El andalucismo va en búsqueda de las raíces, quiere capacidad de autogobierno dentro de un marco global, no rivaliza con otros pueblos sino que los acepta y comprende como hermanos del mundo. En resumen, no sólo no es excluyente sino que es pacifista y solidario. Entonces, ¿por qué no lo hacemos resurgir? ¿qué o quién vuelve una y otra vez a encadenarnos? ¿dónde estamos? Ayer celebrábamos un aniversario, el de aquel 28 de febrero de 1980 cuando tras una larga lucha, los andaluces y las andaluzas votaron la autonomía andaluza. Más de la mitad del electorado andaluz votó 'Sí' a una iniciativa que no estaba prevista al quedar, en un principio, Andalucía excluida de las nacionalidades históricas. Sólo la insistencia del pueblo andaluz en las calles, como constituye el 4 de diciembre de 1977, y el ansia de autonomía y emancipación que pregonaba hizo cambiar la situación. A Andalucía la autonomía no se la regalaron; el pueblo andaluz la ganó. De ese espíritu algunos aún hoy seguimos contagiándonos. Y con él, nos levantamos para pedir tierra y libertad. Pero para nosotros y para todos los pueblos del mundo. Paz y esperanza.
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