“Arre borriquito, arre burro, arre”. Nada más atravesar la puerta de Frutos Secos Tere, en Chiclana, ya hay mil señales que indican que estamos en fechas navideñas. Una enorme bola brillante, cubos llenos de chocolatinas y hasta rollos de papel de regalo. “Nos volcamos muchísimo con las campañas, vamos a por todas”, dice Antonio Guerrero Alba, chiclanero de 47 años, artífice de esta coqueta tienda llena de luces tanto en su fachada como en el interior.
Navidad es una de las épocas más fuertes para este negocio que se entrega al máximo cada San Valentín, Día de la Madre, o en las comuniones. Rodeado de huevos Kinder y chucherías, Antonio recuerda esos días en los que comenzó este paraíso de los antojos. Fue en junio de 2007, hace ya casi 19 años, cuando inauguró esta tienda. “Yo tenía mi trabajo como transportista, pero esto era lo que siempre había querido”, comenta.

Eligió la zona donde se había criado y arrancó el comercio, junto a su mujer María Teresa Chávez, que, por entonces, trabajaba en una papelería. Durante un tiempo, el chiclanero compaginaba la venta de refrescos y golosinas con sus idas y venidas en el camión hasta que dejó el transporte por completo. “Mi mujer se dedicó a la casa y yo me vine aquí, que era lo que en verdad me gustaba”, dice Antonio, que bautizó a la tienda con el nombre de su mujer, Tere, y buscó un diseñador para que le creara el logo que sigue pegado por cada rincón.
Desde entonces, sus estantes están repletos de bolsas de patatas, chocolatinas, caramelos, refrescos, frutos secos, bollos y mucho más. En una enorme cámara frigorífica cuenta con bebidas energéticas y refrescos de todo tipo, desde los clásicos hasta los nuevos sabores. Las empanadas y los paninis también son su punto fuerte.
A la inmensa oferta, suma cestas y cajas personalizadas que “son monerías”. “Nosotros fabricamos y elaboramos, y además vendemos para tiendas de afuera, la verdad es que el cliente se lo aprecia”, expresa Antonio mientras prepara la tienda para la época.


“Tengo de todo, no me falta de nada”, dice este chiclanero que en estas casi dos décadas ha presenciado cómo ha evolucionado el mundo del quiosco, los snacks y las meriendas. “Las chucherías y lo que vendemos va cambiando, igual que la vida”, añade.
En su caso, no se ha conformado con ser una tienda más y se esmera por tener las últimas novedades. Aunque reconocer que “a veces me pierdo con la chavalería”, ha sabido actualizarse. Su empeño por mantener una tienda distinta ha sido tan notable que hasta el Ayuntamiento de Chiclana le otorgó un reconocimiento este año con motivo del Día Mundial del Turismo.
Su crecimiento no ha pasado desapercibido. Antonio ha pasado de un pequeño local a una gran ampliación. “Empecé como todo el mundo, en una tiendecita chiquitita, y poquito a poco. Ahora son tres locales en uno”, explica.
Este punto de venta Kinder en Chiclana sorprende, además de por su llamativa oferta, por su gran plantilla. Siete trabajadores, contando a Antonio, viven de este negocio que apuesta por un horario ininterrumpido, de 7.00 a 23.30 horas. “Yo creo que el Kiosco en sí va a menos, por eso me he renovado, me he actualizado a los tiempos y he montado una tienda cómoda, amplia y con pantallas”, dice.
Las redes sociales también han sido un impulso. Desde hace tres años promociona sus productos a través de vídeos donde derrocha desparpajo. Un aliciente que ha atraído a más personas. Sus clientes son del barrio, pero también de toda la provincia de Cádiz. “A ellos les debo todo, son los que han hecho posible todo”, dice el chiclanero. Se nota que le gusta su trabajo y, cada vez que alguien entra, le recibe con una sonrisa y algún que otro “buenas tardes, máquina”. Está en su salsa. Sus pilares son constancia, trabajo e ilusión. Y de momento, no les faltan. Su almacén va a reventar de mega cestas gigantes. “Yo tengo lo que me gusta y la gente lo nota y lo sabe. A mí no me pesan las horas aquí”, expresa.


