Reivindicar el orgullo

El reto para nosotros, gentes de pueblo, es enorgullecernos de nuestro modelo de vida buena. Participar de la vida en común para dotarnos de estructuras que permitan dar continuidad a lo que nuestros mayores hicieron y defendieron

Armando Morcillo

Especialista en Comercio Exterior y Agricultor.

Un pueblo reunido en la plaza.
Un pueblo reunido en la plaza.

Poco antes del verano de 2021, tras más de un año de estados de alarma intermitentes, una serie de intuiciones morales empezaron a tomar forma clara. Lo que había estado haciendo durante toda mi vida profesional me había llevado por un camino lleno de experiencias, Cíclopes a los que nunca hay que temer, aprendizajes de los sabios egipcios. Sin embargo, algo faltaba para dotar de sentido a todo aquello. Llegó el momento de emprender el regreso.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.

Sin ella el camino no hubieras emprendido(*).

Pero, ¿cómo sería la vuelta a Ítaca? ¿Acaso la blanca maravilla de mi recuerdo cuando niño o el cementerio de mezquina presencia donde se agigantaba el cuerpo del moguereño JRJ?(**) Una cosa y la otra o, más bien, ni una cosa ni la otra.

La despoblación, la partida de los más jóvenes y formados, siempre obedientes y mirados de la educación recibida, el encogimiento de la escuela. El achicamiento de los servicios básicos o la amenaza del nihilismo como solución cómoda a las exigencias de la vida. La brecha creciente entre la política y los medios de comunicación, por un lado, y el ciudadano, por otro. Todos estos desafíos de gran importancia para la comunidad piden de forma urgente la creación de estructuras intermedias entre el estado -las administraciones- y el individuo -los vecinos.

El contacto directo con la naturaleza, con los ciclos de la tierra, con la fauna, con los ríos. El trabajo físico. El saludo diario del vecino, la ayuda desinteresada del paisano, el consejo sobre el cultivo de temporada, la pequeña gran historia de aquel personaje, de aquella familia. El extranjero fascinado por un rincón o un modo de ser. Las partidas de dominó de los jueves. El joven que apuesta por continuar el legado familiar, emprende, invierte, moderniza y, subido a hombros de gigantes, reivindica sin aspavientos su modelo de vida buena. El comerciante que sabe lo que vas a necesitar antes de pedirlo gracias al lazo de confianza que ha tejido el roce y el tiempo. La anciana que te invita a que pases a probar el guiso porque has elogiado el aroma que inunda la calle. El párroco que siempre escucha, acompaña y, generoso, reconforta. El velatorio con la familia, el último adiós junto a los más cercanos que humaniza la muerte como parte esencial de la vida. El participar de la risa y el llanto en compañía. Todo esto y mucho más pide reivindicar el orgullo de pertenecer a una comunidad histórica y moral.

El reto para nosotros, gentes de pueblo, es enorgullecernos de nuestro modelo de vida buena. Participar de la vida en común para dotarnos de estructuras que permitan dar continuidad a lo que nuestros mayores hicieron y defendieron. Aprender de sus errores, crecer con sus aciertos para, a través del ejemplo, hacer ver que hay dignidad en lo cercano. Mostrar a nuestros hijos y a las personas y profesionales que están de paso, que sus vidas serán mejores pues habrán dejado parte de ellos en nosotros.

La savia rural en definitiva es lo que queremos legar a Mario, Inés y Julia porque sabemos que les hará mejores personas y adultos prudentes. Les inmunizará contra el vacío, contra el desarraigo que es el verdadero y único monstruo al que habrán de enfrentarse en su largo viaje a Ítaca.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.

Rico en saber y en vida, como has vuelto,

comprendes ya qué significan las Ítacas.

Fuerza y Gozo.

(*) Constantino Kavafis – Itaca

(**) Remembranzas – Juan Ramón Jiménez

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