De la ciudad al campo y del campo a la ecología

La creación de ecosistemas agrarios sostenibles no sólo nos proporcionan "alimentos saludables", también equilibra el medioambiente y contrarresta el cambio climático

Blanca Aguilar.

Arquitecta. Empresaria ecológica.

Aceita de Oliva Virgen Extra Águra
Aceita de Oliva Virgen Extra Águra

Estoy recién aterrizada en la agricultura ecológica. Mis primeros años profesionales estuvieron dedicados a la arquitectura y por devenires de la vida terminé cuidando con mi padre de los olivos de la familia y elaborando aceite de oliva virgen extra.

Cuando trabajaba de arquitecta jamás pensé que terminaría trabajando en algo relacionado con el campo, visitaba el olivar familiar de vez en cuando, sobretodo en la época de la recolección de aceitunas, pero no pensé que terminaría elaborando aceite de oliva virgen extra con los olivos de la familia y que estaría tan entusiasmada con mi nueva profesión, cuidando de los olivos y vendiendo el AOVE producido en ellos.

El cambio de la arquitectura al olivar lo hice de manera bastante natural y muy agradecida por la oportunidad que me daba mi familia pero es ahora, que empiezo a vincularme con la agricultura ecológica, cuando siento que he encontrado mi lugar.

En los últimos meses he conocido y leído sobre grandes personas inspiradoras que realmente han promovido un cambio hacia un mundo mejor, más ecológico, sostenible, colaborativo, innovador… y yo me siento como un pequeño ser insignificante sin mucho que aportar.

Aunque por otro lado, si algo he aprendido de la ecología es que cualquier ser vivo es importante, desde el olivo milenario más grande hasta el más minúsculo microorganismo que vive invisible bajo la tierra.

Así que, por qué no, quizá yo pueda aportar mi pequeño granito de arena (algún día) en éste sector básico en la sociedad.

Básico, por ser fundamental en ella y por ser base de la misma. Por algo la agricultura y la ganadería pertenecen al sector primario: el primero del que parte todo lo demás.

Viniendo de una vida de ciudad me asomo al mundo rural como una extraña que observa con asombro la gran repercusión que tienen las acciones que se realizan desde la agricultura y la ganadería ecológica.

Para la mayoría de la sociedad la agricultura significa sólo “alimento” y si viene acompañada del adjetivo ecológico le añaden el término “saludable”, sin ir más allá.

Pero no es sólo eso, la agricultura y la ganadería afectan al planeta en general mucho más de lo que podemos imaginar.

Dependiendo de los métodos empleados en la agricultura y la ganadería, la tierra y el agua pueden terminar siendo tóxicos, o todo lo contrario.

La agricultura ecológica favorece la biodiversidad, reduce la contaminación, absorbe CO2, elimina la toxicidad del suelo (contaminado por la agricultura convencional), retiene el agua, evita la erosión y la desertización…

La creación de ecosistemas agrarios sostenibles no sólo nos proporcionan “alimentos saludables”, también equilibra el medioambiente y contrarresta el cambio climático.

Por si fuera poco, la agroecología también mejora nuestra salud tan sólo acercándonos al campo a pasear, pues está comprobado que reduce el estrés, nos relaja, nos ayuda a encontrar paz mental.

A mi me ha costado mucho tiempo darme cuenta de todo esto, por eso no me extraña que para la mayoría de la población, que vive en ciudades, al pensar en agricultura les cueste ver más allá del binomio alimento/salud.

Pero me parece fundamental que el conjunto de la sociedad sea consciente de la repercusión que tiene la agricultura y la ganadería ecológica en el mundo, les invitaría a acercarse más al mundo rural y darse cuenta de lo enriquecedor que es.

Y poco a poco, a través de estar en contacto con el campo, ir conociendo cómo afecta y qué podemos hacer cada uno de nosotros desde nuestras casas, apoyando la ecología, formando parte de ella en lo que podamos.

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