Let's dance en Jerez

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Imagen de la ministra de Educación, Pilar Alegría, junto a la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, en el parque de Las Aguilillas.
Imagen de la ministra de Educación, Pilar Alegría, junto a la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, en el parque de Las Aguilillas.

El baile ha sido una expresión de los seres humanos desde eso que se viene a llamar la noche de los tiempos. Por eso… ¿a quién puede extrañarle que una señora ministra nos salga bailonga y más si está de visita en Jerez de la Frontera? Por todo ello –y teniendo en cuenta algún comentario oído/leído por ahí- este cronista se apresura a decir que está rotundamente a favor de que la ministra de Educación, a la sazón Pilar Alegría, baile todo lo que le dé la gana en Jerez de la Fra y en Sebastopol si es preciso (bueno, no sé si citar en estos momentos a esta ciudad de Crimea, tan habitual en los tebeos que leíamos los que vamos teniendo una edad provecta, es lo más apropiado… dejémoslo en Pernambuco, otra que tal).

Cuando se trata de bailar… cuando se trata de bailar lo voy a decir de una vez: hay que quitar hierro a ser ministra o ministro. Ser ministro en España –e insisto en lo masculino- siempre ha sido algo que se ha tomado muy serio, tal vez demasiado. Después de notario o registrador de propiedad, tal vez el de ministro es el desempeño más serio que tradicionalmente ha habido. Algo solo para hombres, aunque no supieran inglés ni tuvieran barba (o por eso mismo). Ninguna de las grandes ‘promujeres’ –ahí dejo la palabra, aunque al parecer no existe, lamentablemente no hay equivalencia a 'prohombres'- de la II República, les decía, accedió a este cargo, ni Clara Campoamor ni Victoria Kent o Margarita Nelken, solo fue ministra Federica Montseny, ya iniciada la Guerra Civil, y ostentó el cargo apenas seis meses… Por tanto, ser ministra es una cosa muy actual, de cuarenta años a esta parte, por lo que es natural que cuando se trata de bailar en público las mujeres sientan el cargo -el peso del cargo- de una manera más ligera, más acorde con los tiempos que corren que los hombres, muy dados a autoengañarse con dicho 'peso', cuando al final lo que hay es más bien timidez, falta de pericia o vergüenza propia (por supuesto el ministro Iceta está al margen de todas estas consideraciones, generalizaciones e incluso vaguedades: él es un auténtico bailón, se ve que le sale de dentro).

Es que hay que decirlo ya: En la época del TikTok bailar ha dejado de ser una opción. Ay, del que no baile. Y más en Jerez de la Fra. Tú vas a echar unos días –unas horas incluso- a Jerez de la Fra y sabes que es cuestión de tiempo que te toque bailar, y si vas a una reunión con quinientas mujeres al parque de las Aguilillas ya ni te cuento. Ni ministra ni leches. Es de cajón. Seguro que la ministra Alegría estaba informada por sus asesores de que le iba a tocar bailar… otra cosa es si tenía en su poder la playlist y si, en consecuencia, le dieron a elegir y fue ella la que pidió “vamos a hacernos un Gloria Estefan” y sus deseos fueron cumplidos, tal y como se puede ver –e incluso disfrutar- en el documento gráfico distribuido por el Ayuntamiento, el PSOE o el propio Gobierno, que si les digo la verdad ni lo sé ni viene al caso. Lo que les puedo decir es que hace bien la señora Alegría en su elección (porque aunque no hubiera partido de ella la canción el hecho de bailarla y acceder a que se distribuya no deja de serlo): algo alegre, sin estridencias, y, sobre todo generalista, conocido por todo el mundo y que a nadie molesta… que una ministra, al fin y al cabo, tiene muchas cosas que hacer y no puede darle a la bulería (con sus matices) en la Baja Andalucía, a la muñeira (con sus matices) en las Rías Baixas, a la sardana (con sus matices) en la Plana de Lleida o ponerse en jarras con la jota cada vez que va a Calatayud (también con sus matices). La música local tiene que sonar y bailarse –como por otra parte se aprecia en el documento gráfico- pero no hay que andar comprometiendo a nadie. 

Eso sí, se ve que la señora Alegría tiene que soltarse un poco más. Pese a las afirmaciones rotundas a favor del baile y de la época del TikTok que acaba de hacer este cronista, lo cierto es que desconoce si la ministra viene bailando desde que tomó posesión del cargo o ha decidido comenzar a hacerlo en una plaza tan difícil –ya lo hemos dicho- como Jerez de la Fra. Sin más, fíjense, a su lado, en la alcaldesa, qué donaire… Pero si es que es normal, ¿cuántas veces baila a la semana la alcaldesa, dejando incluso de lado cualquier sentido figurado? Como para no saber… Con todo, Mamen por momentos se ve superada por su concejala Collado, la de las pistas de baile para personas mayores en sitios insospechados: ¡Ella sí que lo da todo! ¡Una concejala por y para el siglo XXI! Eso sí que es crear contenidos, como se dice ahora… ¡Y de rojo! Imbatible Collado y eso que Mamen incluso parece que va a una rave o así, pero el rojo, ah, el color rojo... Olvídense del rojo Ferrari, del rojo Valentino o incluso del tradicional rojo socialista, a partir de ahora nada como el rojo Aguilillas…

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