Malos tiempos para la igualdad

Conjeturas de un hombre feminista prejubilado

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Una concentración feminista en una imagen de archivo.
Una concentración feminista en una imagen de archivo. CANDELA NÚÑEZ

Ando ya en mi tercera semana de jubilación, y a poco a poco me voy enterando de lo mucho que el trabajo me ha quitado de vida, encerrado en un edificio “inteligente” de paredes blancas, grandes cristales, luces led y pantallas. Y pensar que creí echarlo de menos. Ahora tengo el privilegio de vivir sin más, y no estar sujeto a horario o más disciplina que la que yo me impongo.

Esta tercera semana es una semana complicada, de resaca electoral, tristeza, y quizás desánimo por el triunfo de los partidos de la derecha y la ultraderecha en las elecciones municipales y de algunas comunidades autónomas, lo que conllevará un retroceso en todos los derechos económicos y sociales conseguidos, y especialmente en los relacionados con la igualdad, el reconocimiento de las personas trans, la seguridad de las mujeres y los feminismos. Esta victoria es también la del patriarcado.

Dicen qué a la realidad de los hechos, se ha impuesto el relato de la mentira construido por el poder, y difundido por sus medios de comunicación, y es posible, porque solo desde la manipulación y el engaño, se puede entender que masivamente se haya optado por quienes se oponen al feminismo llamando a las mujeres feminazis, al reconocimiento de la diversidad y la identidad sexual, mofándose de las personas, de su orientación sexual, e identidad, de la seguridad de las mujeres, negando la violencia de género, calificándola como intrafamiliar, o afirmando que la desigualdad entre mujer y hombre ya no existe, para después suprimir las políticas de igualdad.  

Porque el resultado electoral de este domingo coloca en la cúspide política a dos grupos que defienden un modelo de relaciones y sociedad donde la figura masculina ocupa el poder, los espacios y la centralidad, y la mujer es relegada a los roles secundarios y dependientes tradicionales. Un modelo que se define por la existencia de jerarquías y desigualdades, y que necesita de la violencia de género para definir los límites de lo autorizado. Un hombre que desprecia y maltrata, en un mundo que sigue violando y asesinando a mujeres solo por serlo.

Un paradigma de convivencia que el feminismo lleva siglos combatiendo, una sociedad libre, democrática e igualitaria es lo que está en juego con el acceso a las instituciones públicas de estas formaciones. Por eso no entiendo estos resultados que otorgan el poder a estos indeseables que no respetan la vida de las personas, si no es desde la colonización de las mentes, la ausencia de un pensamiento propio, y la aceptación de costumbres que propician la vulneración de derechos fundamentales.

Pero esta situación no es la consecuencia de un repentino viraje ideológico de la sociedad. Porque la ideología se crea, y se construye poco a poco, y para ello no es solo necesaria la acción de los poderes mediáticos, y sus reaccionarios mensajes, se construye en el día a día, con hechos, circunstancias, comportamientos, actitudes, y decisiones personales a las que no damos importancia. El seguimiento mayoritario por la población de ritos y tradiciones de la iglesia católica, el bautismo, la comunión, el matrimonio religioso, o la decisión de llevar a nuestros hijos e hijas a colegios privado, o concertados, son buenos ejemplos de ello. 

El desprecio en los centros educativos, los medios de comunicación, y la sociedad en su conjunto del uso de un lenguaje democrático e inclusivo, empodera lo masculino sobre lo femenino. La tolerancia con los machistas, las bromas y comentarios sexistas, homófobos y tránsfobos, aceptándolos como parte de la cotidianidad. La sexualización de los cuerpos de chicas y mujeres, entendiéndolas como objetos y no como sujetos. La excesiva importancia de la maternidad en el rol y vida de las mujeres. El rosa y el celeste, los niños fuertes que no lloran, si te pegan, pega, los trajes de princesa, o la obligación de ser un hombre de verdad, que lleve la iniciativa y los pantalones, son granos de arena en la edificación de la montaña de la ideología de la desigualdad.

De esta forma se construye una cultura con sociedades derechizadas, individualistas, machistas, misóginas, y tránsfobas, aunque no nos demos cuenta, hasta que llega el día en el que la realidad nos da una bofetada, incluso con formas democráticas, y sitúa en el poder a quienes creíamos derrotados. Malos tiempos para la lírica decía la canción de Golpes Bajos, malos tiempos para la igualdad son los que corren ahora. Toca defenderla y resistir.

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