El tercer hombre, de regreso a sus orígenes

Juan Marín, que forzó elecciones autonómicas hace ahora dos años con excusas peregrinas, entrega ahora definitivamente Cs en Andalucía al PP. ¿Por qué? Cuestión de supervivencia (la suya) política

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Un Consejo de Gobierno de la Junta, con Moreno, Bendodo y Marín en primer término. FOTO: JUNTA
Un Consejo de Gobierno de la Junta, con Moreno, Bendodo y Marín en primer término. FOTO: JUNTA

Un 5 de septiembre de hace dos años Juan Marín daba por muerto el acuerdo con el PSOE de Susana Díaz en la Junta de Andalucía. Achacaba la ruptura, después de semana de reproches, amagos y peleítas, a “los incumplimientos” de los socialistas, un partido cuya palabra, dijo, “no tiene ningún valor”. Algunas de las cuestiones trascendentales que Marín reclamaba poner en marcha para seguir siendo “socio preferente” del PSOE y, entre otras cosas, apoyar sus Presupuestos pasaban por acabar con los aforamientos, reformar la ley electoral andaluza, la exigencia de que los altos cargos de la Junta fuesen funcionarios de carrera, la limitación de los mandatos de los presidentes andaluces y sus consejeros o una oficina de lucha contra el fraude y la corrupción. En aquel momento, Díaz juraba que todo eso estaba en marcha, pero para Marín no fue suficiente y forzó las elecciones autonómicas anticipadas en diciembre de ese mismo año. 

Lo que ha venido luego ya lo conocen. Lo que ha ocurrido estos días les sorprenderá. O no, si es que conocen mínimamente el historial político de Juan Antonio Marín Lozano (Sanlúcar de Barrameda, 1962). Por supuesto, ni una sola de aquellas exigencias trascendentales para seguir respaldando a los socialistas se han puesto en marcha hasta la fecha, pero ahora eso poco importa. Hay pandemia, la excusa que supuestamente todo lo justifica. Con 58 años, camino de la edad oficial de jubilación, Marín ha encadenado puestos políticos ininterrumpidamente desde 2007: primero, como concejal y socio de gobierno del PSOE en el Ayuntamiento sanluqueño; segundo, desde junio de 2015, como socio preferente —fuera del Ejecutivo— del PSOE en la Junta; tercero, desde enero de 2019, saboreando las mieles del poder autonómico como vicepresidente del Gobierno andaluz, gracias a su socio PP y al apoyo preferente de Vox.

Cuando dirigía Ciudadanos Independientes de Sanlúcar (CIS), un partido que cabía en una furgoneta, Marín vio claro que el sol que más iba a calentar allende Bajo de Guía era Ciudadanos, ya saben, ni de izquierdas, ni de derechas: liberal y de centro. Y convenció a Albert Rivera de que contase con él. Con semejante currículo, este habilidoso comercial sanluqueño, que también fue entrenador de voleibol, tiene interiorizado que, como en ese deporte, la anticipación y la capacidad de reacción son claves para la supervivencia. Si hace dos años decidió romper con el PSOE y forzar elecciones era porque Marín olía poder (el auge de Ciudadanos y Vox enseñando la patita podían ser el impulso definitivo para aupar a un desdichado PP andaluz que ni con Arenas en su mejor momento logró desbancar al PSOE... y alguna vez tenía que ser). Ahora, con una controvertida remodelación de competencias en el Ejecutivo andaluz, Marín ha quitado poder a su propio partido para entregárselo al PP. Y cualquier diría que se le ha ido la bola. Pero no.

El cambio de manos más significativo es haber despojado de la gestión de los fondos europeos al consejero de Cs Rogelio Velasco para traspasar una ingente cantidad de recursos públicos a Juan Bravo, consejero de Hacienda del PP, pero también es sintomático haber debilitado a Rocío Ruiz, consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación. A la que es considerada su mayor crítica dentro del partido en Andalucía, junto a otros integrantes de la formación naranja como, sin ir más lejos, el portavoz parlamentario y paisano Sergio Romero, Marín ha quitado parte de las competencias en violencia de género y las políticas de Juventud, que han pasado a Empleo.

Moreno saluda a Marín, en presencia de Bendodo, en una imagen de archivo. FOTO: JUNTA

De puertas para fuera, Ruiz ha encajado bien este vaciado de competencias. “Son decisiones que se toman desde la Presidencia y la Vicepresidencia de la Junta de Andalucía que siempre buscan lo mejor para los andaluces y así lo vamos a asumir y vamos a seguir en este compromiso. Seguiré trabajando por los andaluces, sigo teniendo bastante trabajo y responsabilidad”, ha reconocido a preguntas de los periodistas este pasado lunes. De puertas para adentro, la guerra continúa. Y Marín, que se supone que puso al corriente de todos estos planes a Inés Arrimadas en una reunión fuera de agendas oficiales a primeros de agosto pasado, lo sabe y quiere seguir teniendo la sartén por el mando. Y para eso, en política, solo hay dos opciones: tener poder, aunque sea a costa de tu partido. 

Lejos de pelear por Cs, cuesta abajo sin frenos, o por remotamente pensar en “lo mejor para los andaluces”, Marín pelea por su futuro a medio plazo. Y su futuro inmediato, con elecciones en 2022 (pasado mañana, según los tiempos de los partidos), pasa por seguir en política (hasta la jubilación y más allá). En el último Barómetro Andaluz, esa especie de CIS andaluz que el PP se ha sacado de la manga para costearse sus encuestas con dinero público, la cosa no pinta nada bien para Marín y su partido. Pese a ser una encuesta amiga, si hubiera hoy elecciones Cs se quedaría con apenas un 11% de los votos, lo que significaría pasar de los 21 diputados andaluces obtenidos en 2018 —cuando rompió meses antes con el PSOE, que esperaba condena por los ERE: ¿recuerdan?— a unos 12-13 parlamentarios. Dice esta encuesta que el PP absorbería diez diputados autonómicos más, mientras que Vox se quedaría aproximadamente en 11-12, con un porcentaje de votos similar a Cs. La encuesta también preguntaba sobre qué partido político puede dar una mejor respuesta a los problemas de Andalucía y ahí Cs aparece el último en las respuestas, por detrás de Vox y Podemos (no aparece Adelante Andalucía). 

Después de asegurar este pasado lunes que fue el presidente Moreno Bonilla el que impulsó la polémica reforma, Juan Marín ha declarado ante los medios, en relación a su objetivo de aumentar consejerías, que "se han hecho ajustes importantes, pero no descarto ninguna opción, cuando sea necesario se hará”. Preguntado por los consejeros de la cuota de Cs que pierden algunas de sus competencias, Marín ha dicho que ha hablado con Velasco y "no me ha dicho que le haya molestado", así como de Ruiz ha recordado que "hoy ha dicho que son cambios para mejorar la eficacia, eso es lo que perseguimos. Es una consejera viene haciendo un trabajo extraordinario que no está exento de dificultades”. Los "ajustes" que acometió este pasado viernes el Ejecutivo andaluz en su estructura persiguen, a su modo de ver, hacer la administración "más eficiente" frente a la situación que ha provocado el Covid-19.

Lo dijo Juan Marín, el hombre que este pasado lunes visitaba el incendio ya controlado que ha arrasado 12.000 hectáreas en Huelva. El vicepresidente que el pasado domingo disfrutaba de una jornada de polo en Sotogrande mientras ardía parte de su tierra, o el que en plena pandemia subía vídeos sobre el punto especial que da a las torrijas. O el que recientemente ha dicho que los padres que no quieran no tienen por qué llevar a sus hijos al colegio si no se sienten seguros por la pandemia. Al tercer hombre del Gobierno de Bendodo y Moreno en la Junta, siempre por detrás de todo lo que no sea su futuro político, le quedan pocas salidas y una de ellas se llama PP. Una carrera que comenzó en Alianza Popular, allá por el año 83, y que quizás podría encontrar antes de lo que él mismo imaginaba un regreso a los orígenes. La esencia siempre permanece.

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