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"Recomendaría a estos bomberos de la llama de Dios, que dejasen sus sotanas, se presenten a las elecciones y se dediquen a su verdadera vocación: la política".

Muchas veces se confunde la Iglesia con la jerarquía eclesiástica. Según el evangelio de San Mateos, la Iglesia son los feligreses que se agrupan en cualquier lugar en nombre de Dios: “donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente”. Pero la jerarquía eclesiástica y sus fieles van cada uno por un camino distinto, con el riesgo de que un día los lugares de culto se queden vacíos.

Ni los curas ni los obispos están para hacer política sino para evangelizar y atraer a los católicos a la casa de Dios, en vez de espantarlos, y conseguir, además, si es posible, conversiones de los que creen en otros credos. Predicar a favor de una opción política, es un fracaso, pues los clérigos deberían convencer en sus homilías a los parroquianos de las bondades de seguir el camino del amor a Jesús al que se puede llegar desde la mayoría de las ideologías, desde la universalidad, y no hacer apología de una elección personal y mundana de sus preferencias electorales.  Si fuese así, los párrocos en vez de pastores se convertirían en lobos de sus rebaños que ahuyentarían a sus ovejas. Sería como demostrar que están más atados a la tierra, a sus convicciones políticas, que a su misión y, por tanto, revelarían que no tienen preferentemente vocación  religiosa. 

Recomendaría a estos bomberos de la llama de Dios, que dejasen sus sotanas, se presenten a las elecciones y se dediquen a su verdadera vocación: la política. Ya lo decía el evangelio de San Mateos: “Nadie  puede servir a dos señores,  porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará  al otro”.

Por eso resulta extraña y vergonzosa la equidistancia de los obispos al manifiesto de centenares de curas catalanes a favor del referéndum ilegal e inconstitucional. Con esta pusilanimidad están consiguiendo fracturar  a los católicos de esa región española y que florezca el recelo de muchos fieles a las estructuras  de poder del Vaticano.  

Tampoco casa  que, si los sacerdotes están sometidos dentro de su ámbito al voto de obediencia, no se contemple  también este respeto en el terreno civil y, al contrario, favorezcan la desobediencia  y la rebelión contra las leyes y a los jueces. Cuando un cura desobedece a su superior de inmediato se le aplica disciplinariamente el derecho canónico y por tanto, el desafío al orden constitucional es a conciencia, conociendo sus implicaciones, el peligro que entraña en todos los órdenes, y un mal ejemplo a seguir.  Muestran, además, incoherencia, no solamente ideológica sino religiosa y están provocando un descosido en las menguantes huestes de los creyentes católicos, máxime cuando otras religiones están avanzando en nuestro país, deseosas de ocupar su lugar principal.

La Jerarquía fue en el pasado complaciente con Franco, hasta el punto de ponerle un palio al dictador y ahora, parece estar a favor, o en silencio, de cargarse el orden democrático en España. ¿Estaría la Iglesia igualmente a favor del derecho a decidir y aceptar una consulta popular sobre si los españoles aceptan o rechazan el concordato con la Iglesia? Seguro que intentarían que prohibiesen  este plebiscito.

La  CUP, una organización cuyos miembros se honran con ser ateos, y que son los más beligerantes a favor del referéndum unilateral y a la independencia catalana , a su vez, están por la expropiación de catedrales, la supresión de subvenciones a los colegios religiosos y la obligación de que la Iglesia pague el  IBI. ¿No parece que la curia de algún modo se está efectuando un tiro en su pierna?

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