Quisiera obsequiar calabazas, sí, cultivadas por hortelanos en sus dignos pedazos de tierra, de manera ecológica, sin tóxicos ni químicos, pues lo trascendental no es lo que tienen, sino más bien lo que no tienen. Somos lo que comemos y lo que nos rodea, incluso nuestra decoración.
En la noche de las calabazas, previa al Día de Todos los Santos o Tosantos, su puesta en escena supera en número la de flores de Pascua o pascueros, como gustan en El Ejido nombrar, en el día de Nochebuena.
En Fuenteheridos, en pleno corazón del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, rodeado entre castaños, alcornoques y hasta pinsapos, los niños pasan por delante del cementerio para comenzar el sendero del bosque encantado. Sus balones en la cancela les delatan.
En el mercadillo de su plaza central, se dignifican productos locales y ecológicos, a precios populares, donde en estos días reinan las castañas, con un bodegón magnífico de decenas de variedades de calabazas con mazorcas de maíz palomero. Un trago obligado en la fuente de los doce caños, nacimiento del río Múrtigas, que tanta vida genera a su paso.
"Calabaza, calabaza, cada quien para su casa" y siendo así de simple, sus colores, tamaños, formas y usos, incluso para albergar líquidos una vez secas llamada calabacino, como la ecoaldea cercana, otorgan a su multitud de pepitas gran importancia en intercambios de bancos de semillas. "¿Qué pasa calabaza? Nada, nada, limonada", y si en la vida te la dan, haz un pastel, compártelo y disfruta.



