Mi gato cuando roza su lomo sobre mis gemelos, es que quiere que abra el grifo del cuarto de baño, tan solo para que deje caer una gota por segundo, pues prefiere beber a chorrito que del bebedero plato ubicado en el balcón. Termina y cierro, pues cada gota cuenta.
El beber de un chorro, tanto vertical ascendente como descendente o lateral arqueado, nos retrotrae a época más infantil, donde íbamos al parque mayor de Sevilla con la recompensa de poder disfrutar, entre palomas blancas, de una de las mejores aguas de la Península Ibérica.
Hoy en día se relegan muchas fuentes a rotondas sin accesibilidad peatonal, con juegos de iluminación y vaivenes acuáticos, incluyendo los vaciados sanitarios. Sin embargo, existen verdaderos ejemplos demostrativos de poder aclimatar localmente, con un consumo responsable de agua, basándose en biodiversidad vegetal y animal. La evapotranspiración y el ciclo de la vida, permiten un medio sin caducidad, con bajo mantenimiento basado en el conocimiento científico. Córdoba vuelve a brillar de verde.
El fomento de la bicicleta a través de carriles bici en muchos casos adolece de falta de pausa de hidratación asociada, al igual que para el caminar por paseos o avenidas. Un punto de agua potable cada 1.000 metros parece una ratio de obligado cumplimiento en una región donde la deshidratación por exposición al sol en pueblos y ciudades, empieza a ser determinante. El consumo responsable se garantiza a través del pulsador, aunque encuentro más bebederos de perros asociados a pipi canes que aguaderos para viandantes en calles, plazas y parques.
Fuentes de Andalucía, un potencial lema identitario de puesta en valor de un recurso tan valioso y esencial que hemos de cuidar, además por cierto de ser un gran pueblo digno de disfrutar. Por cierto, para el baño ya están las albercas y piscinas, las riberas de ríos y arroyos que han sabido cuidar sus cuencas hidrográficas, y playas costeras cuyas poblaciones reutilizan en su totalidad sus aguas residuales, por sostenibilidad incluyendo la marina.