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"En un mundo globalizado abrir nuevas barreras me parece una soberana estupidez. Pero dicho esto,  entiendo que los pueblos han de ser libres...". 

Seguro que soy yo el imbécil, pero creía que ser de izquierdas estaba relacionado con eliminar fronteras  y reducir desigualdades.  Abrir puertas a  quienes huyen de muerte y hambre y dar segundas oportunidades. De proteger a las minorías. Que los más ricos contribuyan a crear una sociedad solidaria con quienes menos  tienen. También creí que los nacionalismos, esos que se basan en una superioridad económica y moral de unos sobre otros, eran cosa de las élites, los ricos, los poderes fácticos. Lo que se dice la derecha de toda la vida.  Pero a  los más  izquierdosos del mundo mundial, la CUP, eso se la repampinfla. Todo se subordina a la independencia. 

Debo ser un poco lerdo también,  porque no entiendo que  los que han dicho que se quieren ir de un estado opresor, autoritario, ladrón y fascista, tengan por líder portavoz a un exponente de uno de los partidos más rancios, ultraconservadores y  corruptos de todo Europa.  

También debe ser error mío creer que la mejor forma de deslegitimar a alguien que celebra un referéndum sin la más mínima validez legal, ni reconocimiento internacional , es no hacerle ni puto caso, y exigir responsabilidades legales y políticas a quienes lo fomentan. Y que si en vez de eso se manda a la Guardia Civil y se reparten palos entre los votantes, se le da una relevancia que por otro lado se le negaba, se favorece  que esa sea la portada de numerosos medios internacionales al día siguiente y se alimenta el principal combustible de todo nacionalismo: el victimismo. 

Con un vistazo a un libro de la ESO (bueno, depende de qué comunidad autónoma) ya se sabe lo que ha costado en sangre y vidas las ideas nacionalistas a lo largo de la historia. Hasta un ignorante como yo,  conoce sus  consecuencias, su lógica y su carácter reaccionario. En un mundo globalizado abrir nuevas barreras me parece una soberana estupidez. Pero dicho esto,  entiendo que los pueblos han de ser libres para tomar sus propias decisiones estúpidas. Y el día que haya una mayoría cualificada en Cataluña que no se sienta española y quiera formar su propio estado, ha de articularse un mecanismo para que puedan hacerlo. Siempre pagando la factura. Por muy imbécil que me parezca. Todos tenemos  derecho a ser imbéciles.
 

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