La bofetada

El lenguaje corporal de Smith, el agresor, muestra a un tipo frío, una violencia fría, la decisión de cometer esa violencia ante millones de personas ajeno a toda consecuencia

Nicole Kidman, en el momento en que Smith agrede a Rock, en la gala de los Oscar 2022, en una imagen difundida en Twitter.
Nicole Kidman, en el momento en que Smith agrede a Rock, en la gala de los Oscar 2022, en una imagen difundida en Twitter.

Ayer ganó la socialdemocracia, por mayoría absoluta, las elecciones en El Sarre. Cabe preguntarse muchas veces sobre las razones de esa sorpresa mayúscula. Días antes, Oskar Lafontaine se había arrepentido de cuando abandonó el SPD para terminar incorporándose a Die Linke. La invasión de Rusia contra Ucrania sigue siendo una guerra, la guerra de Putin, que también está en guerra contra una buena parte de la población de su propio país.

Y en eso llegó la bofetada a la gala de los Oscar. Will Smith se subió al escenario del Teatro Dolby de Los Ángeles, mientras el cómico Chris Rock hacía una broma sobre la cabeza rapada de la esposa de Smith y le arreó una bofetada. Lo que hubiera parecido una parte de la broma no lo era. Al teatro se le quedó la sonrisa congelada. Smith invocaba, luego el nombre de dios: “lo que dios me permite hacer”, como si la bofetada hubiera desaparecido.

Es más que probable que esa bofetada sea hoy, en las calles, en los bares y cafés, tema de conversación y de comparación. Una bofetada que es una ironía en relación con que la entrega de tres Oscar haya ido a CODA, una película suave, inclusiva, de buen rollo, y La fuerza del perro, una historia cargada de ira y resentimiento, se haya quedado solo con uno. La bofetada de Smith a Rock es una bofetada cargada de ira y resentimiento.

El lenguaje corporal de Smith, el agresor, muestra a un tipo frío, una violencia fría, la decisión de cometer esa violencia ante millones de personas ajeno a toda consecuencia. No debería considerarse esa violencia, como he escuchado de algún corresponsal, una bofetada basada en el afecto: parece la bofetada de un macho alfa haciendo justicia, exhibiendo su poder y pretendiendo que su forma de actuar es adecuada y justa. ¿Un dios justiciero?

Es el macho que sale a defender a su mujer, insisto en el posesivo, como si no hubiera sido suficiente la expresión de ella cuando escuchó la broma que le gastaba Rock, y que el regidor supo presentar al público. El pavo real se subió al escenario con tranquilidad fría y abofeteó al cómico con ensayado movimiento. Nos sirve a todos lo ocurrido. Nos sirve para pensar cómo actúan algunos varones si se trata de sus mujeres, de sus hijas y de sus patrias. Será bueno que nos ocupemos de la enorme estupidez de Smith como un acto de teatro, y dejemos que la catarsis de ese acto teatral nos permita pensar.

La casualidad ha producido una lección. Will Smith luego se escondió y no compareció ante la prensa internacional, para evitar tener que dar explicaciones por su acto violento. Veremos cuánto tiempo tarda el mundo en olvidar la bofetada, la bofetada del macho de los Oscar. Veremos por cuánto tiempo se esconderá Will Smith; a qué salones no será invitado, a cuáles sí.

No es un acto menor ni es banal. Incluso la policía de Los Ángeles ha redactado ya su informe, todavía sin denunciante. La Academia ha rechazado el acto violento. El mismo agresor se ha preguntado si volverá a ser invitado. El debate social no debería ahogarse entre famoserías de actores con nombre. El debate nos pertenece a todos como sociedad.

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