Ada, cara a cara frente a las élites

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

Ada Colau debatiendo con Manuel Valls en Salvados.
Ada Colau debatiendo con Manuel Valls en Salvados.

Casi cuatro años después cuesta creer que la alcaldía de Barcelona esté en manos de una activista social de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Es como si el tiempo no hubiera pasado y como si nos hubiéramos acostumbrado a verlo como algo normal y no excepcional. Es lo que le replicaba Manuel Valls a Ada Colau este domingo durante el encuentro con Jordi Évole en Salvados, haciendo sangre sobre las tareas pendientes. Pero se equivoca, y mucho. La respuesta se la dio la propia Ada: la gente sabe quién es y de dónde viene.

Nadie dijo que fuera fácil. ¿Cómo va a ser fácil gobernar una de las ciudades más turísticas del mundo? ¿Cómo va a ser fácil invertir las políticas de "mirar hacia otro lado" de los anteriores regidores mientras el caos campaba a sus anchas por la ciudad condal? La gestión de Ada Colau y su equipo al frente del Ajuntament constituye un antes y un después no sólo de cómo plantear una ciudad con los problemas de Barcelona, sino en cómo gobernar, y creo que eso se le puede escapar hasta al mismísimo Valls: "Hay que reconocer el buen trabajo hecho con los pisos turísticos". ¿Cómo no?

Cuando alguien de la calle, activista social, trabajador, profesor, obrero, autónomo, operario o cualquier tipo de profesional de clase trabajadora llega a la política se encuentra con un tapón, un muro con el que no tendrán que lidiar "los candidatos de las élites". Los políticos de oficio, como el señor Valls, no tienen ese problema y niegan incluso que exista. Pero a la hora de verdad, sobre los temas más estratégicos e importantes, se ponen de perfil. Desviar la atención hacia el soberanismo o el independentismo mientras tus socios de Ciudadanos se pasean con el neofascismo, y no posicionarse de forma radical en materia social o económica, como en la gestión de lo público con la remunicipalización del agua en Barcelona, es esclarecedor. Ignorar que existen presiones económicas a las que el gobierno local de los comunes tienen que hacer frente es negar una realidad más que evidente.

"Tú eres el poder", le dijo el ex ministro francés, que sólo lleva un año viviendo en Barcelona. "Yo soy el poder democrático pero hay otros poderes", le espetó Ada. Unos poderes que, sin duda alguna, desean que no repita como alcaldesa y que quieren impedir que lo que en estos años se ha venido construyendo poco a poco sea derribado de un plumazo por un nuevo (más bien viejo) ejecutivo neoliberal. De ser así, amigos y conocidos seguirán viviendo en un cuchitril por 1.000 euros al mes e incluso dando las gracias.

En esa lucha, de la que creo que nadie puede decir que no se deje la piel, la regidora y su equipo son un modelo a seguir por venir de donde vienen y no haber perdido el norte. Menos plástico y más realidad. Se trata de ir al grano y a los problemas de la gente. Son la prueba de una gestión y un discurso humilde y sincero basado en la coherencia sobre la que mucho tienen que aprender otros sectores, también de la izquierda española.

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