Julen Directo
Julen Directo

Julen,

Te escribo porque me dueles, muy a nuestro pesar.

No tenías ni edad para comprender este mundo y ya te uso para intentar comprenderlo yo. Vergüenza debería de darme.

No tuviste ni tiempo para comprobar sus maravillas y ya nos sirves para comprender sus miserias. Vergüenza debería de darnos.

Te explico.

Nos duele en el alma los atentados en las Ramblas de Barcelona pero no los centenares de muertos en Alepo o Nigeria, que sufren tantas familias en la clandestinidad.

Nos duele Diana Quer o Laura Luelmo, pero menos las muertes anónimas que suceden cada año a manos de la violencia machista.

Nos duele lo que se graba en vídeo, cabe en un tweet o rellena un estado de Facebook, pero no lo que pasa desapercibido en el sufrimiento anónimo.

No entiendo esa dicotomía para el suspiro del vivir.

Nos duelen lo que nos dicen que nos duele. Nos duele tanto que ya no sabemos si realmente nos duelen o es carnaza, una suerte de placebo para nuestro entretenimiento cotidiano.

Me da rabia que el mundo en el que vivías sea capaz de traficar con el dolor de tus padres, con tu calamidad, con cualquier suceso que no supere la ecuación del tiempo y el espacio en la actual escala mortuoria.

Me da rabia que rellenen horas de Prime Time las cadenas amarillistas para engrosar sus datos de audiencia.

Me apena que se espectacularice tu desgracia.

Me enferma que envuelvan tu cuerpo con una bandera cuando tú no entendías de fronteras. Me aterroriza que aludan a la patria quienes solo entienden de dinero, de eficiencias, de resultados, de beneficio propio.

Creo que hay mucha gente de bien que respeta tu duelo sin saber cómo.

Respetarte sería entender que tu vida vale mucho, todo para tu familia y allegados, tantísimo como la de los niños que mueren en el Mediterráneo, en el Congo, en las guerras cercanas y lejanas, en cada accidente cotidiano, en cada rincón del planeta.

Respetarte sería recordarte desde el homenaje. Desde la poesía, desde la música, desde el sentimiento, desde el apoyo en los días sordos y ciegos, desde la comprensión ante el infortunio, desde el abrazo cuando ya no llegan más abrazos, desde la vida hacia la muerte.

Respetarte es no hacer de tu muerte un espectáculo de salita de estar, sino estar más allá de las cámaras .

Respetarte es compartir tu dolor desde lo íntimo y personal, no desde lo mediático, ni lo propagandístico, ni lo espectacular.

Respetar tu memoria es no politizar tu desgracia, es no mancillar tu recuerdo con guerras de exclusivas, es no apropiarse del dolor de tu familia con fines partidistas. Respetarte es no alzarse como portavoz de tu familia usando el populismo más recalcitrante.

Respetarte es dejar a tu familia en paz, no asediarlos como perros de presa. Tu muerte es pena máxima, pero también, y me enerva, retrato de una sociedad enferma.

Adiós Julen, criatura, ojalá tu muerte nos enseñe a respetar tu dolor, nuestro dolor. El dolor que vendrá.

 

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