Un viaje al pasado en una sombrerería sevillana con 125 años de historia

La única sombrerería especializada de Sevilla resiste desde 1908 en el mismo emplazamiento de la calle Sierpes. Tras cuatro generaciones regentada por la familia Maquedano, el negocio sigue cubriendo las cabezas de locales y extranjeros que encuentran aquí el sabor de la tradición y la calidad de los sombreros únicos

Cristina Vega, cuarta generación de Sombreros Maquedano, comercio con 125 años de historia en la sevillana calle Sierpes.
Cristina Vega, cuarta generación de Sombreros Maquedano, comercio con 125 años de historia en la sevillana calle Sierpes. MAURI BUHIGAS

Cristina Vega se declara como una “mujer de mar y apasionada de los viajes”, aun así, desde hace 20 años gran parte de su vida sucede en esta pequeña tienda de la calle Sierpes. Sombreros Maquedano abrió sus puertas por primera vez en 1896 en Almirante Apodaca, y en 1908 se traslada a Sierpes, donde permanece intacta desde entonces. Este local fue diseñado y creado para ser lo que sigue siendo hoy en día: una antiquísima tienda que guarda en su interior los sombreros que han cubierto las cabezas de gran parte de los sevillanos durante los últimos cien años.

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Sombreros Maquedano, desde 1908 en la calle Sierpes.   MAURI BUHIGAS

Sombreros de ala ancha (el típico andaluz), con el sevillano, el cañero o el cordobés como subtipos principales; sombreros estilo mascota, pork pie (los que visten la gente del jazz), los canotiers (algo parecidos a los que llevan los gondoleros en Venecia) o el tipo indiana, son algunos de los sombreros que se encuentran entre sus estantes y cajas. Las cajas, uno de los iconos de la tienda, son de Miguel Peña, trabajador aquí durante 40 años que actualmente sigue al frente de su fabricación, y que muchos clientes compran a modo de recuerdo o para guardar sus sombreros. Por aquí han pasado también algunos clientes reconocidos como Paco Rabal, Tita Cervera, Lucía Bosé, Verónica Forqué, Arturo Pérez-Reverte o Juan y Medio. Todos ellos tienen, al menos, un sombrero de la casa Maquedano.

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Las cajas típicas de este establecimiento, diseñadas por Miguel Peña.   MAURI BUHIGAS

Un viaje a Cuba de Federico Cárdenas y Juan Maquedano a finales del XIX impulsó que a su regreso, y tras haber ahorrado un pequeño capital, decidieran abrir este negocio. La idea tenía sentido, ya que por aquel entonces todo el mundo iba cubierto. En palabras de Cristina “con el tiempo se perdió esta costumbre, muchos empezaron a asociarlo con una moda antigua, pero por suerte en los últimos años está volviendo”. Así, sin saberlo, pusieron en pie lo que hoy en día es la única tienda de sombreros especializada: “En Sevilla hay tiendas con sombreros, pero conviven con otros accesorios y ropa. Actualmente, la única especializada es la nuestra”.

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Las escaleras de madera siguen intactas desde 1908 y fueron construidas para dar acceso al taller que se encontraba en la parte superior.   MAURI BUHIGAS

Cristina Vega, sevillana de 47 años, es la cuarta generación de este comercio familiar: de Federico Cárdenas y Juan Maquedano pasó a Santos Cardoso, bisabuelo de Cristina; de él pasa a Cristina Menéndez, madre de Cristina, y finalmente de madre a hija. “Mi madre sigue siendo la propietaria y de vez en cuando se pasa por aquí, y mi bisabuelo pasó 92 de sus 93 años al frente de esta tienda”, explica Cristina orgullosa de mantener viva la tradición de un negocio que ya es todo un emblema para la ciudad, y del que declara “es parte de mí”. Además, esta sombrerería fue hasta los años 60 tienda y también taller de fabricación, “la variedad era mínima, por lo que en un espacio tan pequeño podían apañarse”, apunta Cristina.

"Hay que tener mucho de psicóloga, es cuestión de fijarte en la gente"

¿Qué hace falta para sostener un negocio así? “Hay que tener mucho de psicóloga, nada más entra alguien ves lo que le puede ir. Es cuestión de fijarte en la gente. Simplemente mirar y saber lo que les queda bien e incluso adivinar el tamaño. Después de ver tantas cabezas, casi siempre acierto a la primera”. De repente, sucede algo que parece confirmar esta teoría: llega un señor que dice “Buenos días, busco algo parecido a lo que tengo”, a lo que Cristina no duda ni un segundo y responde “entonces usted busca algo tipo colonial”, y en unos segundos le ofrece el modelo y talla que, efectivamente, el señor andaba buscando.

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Cristina Vega en un momento de la entrevista con lavozdelsur.es   MAURI BUHIGAS

¿Y cómo es la relación con los clientes, muchos de ellos tan fieles? “Tengo buena suerte y la gente es muy agradable conmigo, aunque yo, que nunca he tenido paciencia en mi vida, desde que estoy aquí tengo mucha. Hay de todo en la viña del señor y hay que saber tratar con todo tipo de personas”. Por supuesto, las modas y las temporadas también llegan a este tipo de comercios, la tradición no les hace perder de vista las demandas y necesidades. Por ejemplo, en verano el sombrero más famoso es el de tejido panamá, en múltiples estilos posibles: “Panamá es un tipo de paja originaria de Ecuador, pero recibe su nombre porque estos sombreros se hicieron famosos entre la gente que cruzaba el Canal de Panamá. Es lo más fresco y lo que más protege en estas fechas”. Cuando llega el invierno, el escaparte tiene relevo y toman protagonismo los sombreros de lana o fieltro.

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Sombreros en el escaparte de calle Sierpes. Durante el verano, los sombreros panamá son los más demandados.   MAURI BUHIGAS

Hablando de Panamá y de Ecuador, Cristina declara su otra pasión junto a los sombreros: los viajes. Ha estado en Costa Rica o en Belice “a mí me sueltas en una selva y soy feliz, me encanta la naturaleza exuberante, nada del campito de turno”, comenta entre risas. Su blusa de motivos vegetales verdes parecen acompañar su discurso. Cristina es una amante de Grecia “tengo una conexión muy especial y voy todos los veranos” y también se ha recorrido media Europa. Por sus ciudades va buscando las tiendas antiguas y en especial las sombrererías “cuando veo una me voy flechada para ellas. Es interesante por ver lo que se vende en otros sitios y es gracioso porque el 99% son tiendas pequeñas y antiguas”.

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La magen corporativa de Sombreros Maquedano también sigue siendo la misma que antaño.   MAURI BUHIGAS

"La gente valora mucho que sigamos aquí. Aportamos un plus de especialización y tradición que el público agradece"

Por unos momentos, la conversación fluye entre el imaginario de tiendas recónditas y llenas de historia y polvo, selvas tropicales repletas de colibrís y puertos mediterráneos con aroma a queso feta, pero volvemos aquí, a la calle Sierpes.

¿Qué se siente después de tanto tiempo al frente de un comercio así? “La gente valora mucho que sigamos aquí. Aportamos un plus de especialización y tradición que el público agradece. Muchas veces me dan la enhorabuena y eso anima a seguir”. ¿Alguna vez te has sentido tentada de tirar la toalla? “Yo soy la persona más optimista de esta latitud, siempre soy de ver la botella medio llena y más bien llena. Ha habido y hay momentos complicados, pero cuando llegan digo paciencia y ya se arreglará, ponerse histérico no sirve para nada”.

"El centro de Sevilla lo están convirtiendo en un parque temático"

Y sobre el centro histórico de Sevilla, ¿cómo lo percibes en la actualidad? “Pues ahora porque ha llegado la pandemia y se ha parado un poco todo, pero esto lo están convirtiendo en un parque temático, entre el baile continuo de comercios y apartamentos turísticos. Da mucha pena ver marcharse tantos negocios veteranos. Los que quedamos vamos resistiendo, como Papelería Ferrer, que es mi paraíso”.

Comercios vecinos que se hacen compañía en una calle Sierpes que cada vez se aleja un poco más de sus tiempos de gloria, y en la que, de momento, podemos seguir viajando un poco al pasado. A esa Sevilla casi mítica que se cuela entre plumas y sombreros que ya saben a historia.

Sobre el autor:

Valeria Reyes

Valeria Reyes Soto

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid, ha trabajado en la gestión y comunicación de proyectos como el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, la Feria del Libro de Sevilla, el Festival de Jerez o el Festival de Cine Europeo de Sevilla; en espacios como la librería Caótica y en proyectos como Luces de barrio. Con especial interés por los programas que unen diferentes puntos de la cultura a través del encuentro, la investigación y la mediación, así como plena vocación por el mundo editorial, librero y literario.

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