Madres, Optalidón e imperdibles: el fanzine feminista para "que se escuche a las viejas"

La asociación feminista Kódigo Malva edita 'Viejazine', una revista repleta de recortes y fotografías aportadas por las socias para repensar la situación de las mujeres mayores que viven en residencias o solas "sin proyectos vitales hasta que les venga la muerte"

Las mujeres que componen la asociación feminista Kódigo Malva, creadoras del fanzine.
Las mujeres que componen la asociación feminista Kódigo Malva, creadoras del fanzine. MANU GARCÍA

“La vejez no es un negocio; no es una enfermedad, es un proceso natural”. A diario, las mujeres mayores sufren opresiones, viven más años, pero en peores condiciones. Para visibilizar cómo afrontan ellas la tercera edad, la asociación feminista Kódigo Malva de Chiclana ha alzado la voz. Quieren dejar claro que “la mujer vieja es una sujeta de derechos” y lo han hecho a base de creatividad.

Un grupo de mujeres de todas las edades permanecen sentadas en el centro cívico El Cerrillo. Hace frío fuera, pero dentro la sala es acogedora. “Nos disfrutamos”, dicen. Desde allí cuentan cómo se les ocurrió crear Viejazine, la publicación autoeditada que reposa sobre la mesa. La veintena de integrantes de esta asociación intergeneracional ya lleva nueve años señalando injusticias y zarandeando conciencias. Esta vez, lo hacen a través del formato fanzine, que aterrizó en el siglo XIX para quedarse.

Todo surgió en pandemia, con su sede cerrada a cal y canto y medio mundo sumido a la incertidumbre. Les dolía el horror que sufrían las mujeres mayores solas, en residencias en las que fallecían personas todos los días. “Empezamos a recibir noticias de que muchas viejas estaban muriendo de una forma indigna en los centros residenciales, sin poder tener acceso a los centros hospitalarios ni a la ayuda médica necesaria”, denuncia Carmen Pérez, de 61 años, residente entre Chiclana y Cádiz.

Carmen Pérez durante la entrevista.
Carmen Pérez durante la entrevista.   MANU GARCÍA

Esta situación se acentuó por la crisis, pero siempre ha existido. “Estuvimos dándole vueltas a ese genocidio, las mujeres viejas viven en residencias donde no es posible la vida, es como un aparcamiento en el que estás hasta que mueres”, sostiene la portavoz del grupo.

"¿Cuándo comienza una a ser vieja?"

El tema les quemaba la sangre y empezaron a pensar, reflexionar y a arrugar el entrecejo. En 2021, en una de las reuniones que llevaban a cabo en una casa de campo, al aire libre “con las batas puestas y la mitad por videollamada”, Lupi, la más mayor de todas con 71 años, lanzó una pregunta que fue clave para el desarrollo del proyecto: -“¿Cuando comienza una a ser vieja?”.

La frase incitó a la reflexión y acabó un año después plasmada en la portada de la revista, que presentaron el pasado 25 de noviembre en la tierra natal de la asociación. “Nos dimos cuenta de que en todas las asambleas a las que vamos siempre se habla de las jóvenes y nunca de las mujeres viejas”, comenta Carmen bajo la mirada atenta de sus compañeras.

Carmen muestra los recortes empleados para la creación del fanzine.
Carmen muestra los recortes empleados para la creación del fanzine.  MANU GARCÍA

Así, decidieron poner el foco en la vejez y empezaron a estudiar y leer sobre psicología, economía o antropología, los tejemanejes de esta etapa vital que se convierte en el hilo conductor de Viejazine. Según comenta Carmen, trataron cómo viven las mujeres mayores en Noruega o en Francia, o cómo se reúnen o viven en residencias mixtas. Guiadas por la inquietud de abordar esta cuestión social desde la perspectiva de género.“Queríamos hacer entrevistas en residencias pero era un riesgo, era un proyecto muy ambicioso y no íbamos a poder hacer un diagnóstico social serio aunque tuviésemos la voluntad”, explica.

En uno de los ejercicios de lectura que realizan, les llamó la atención la pasión de unos de los personajes por el fanzine y se decantaron por trasladar su protesta a las páginas a través de recortes, collages, fotografías y textos. Contenido visual, llamativo y lleno de color que esconde mensajes de feminismo.

Las mujeres de Kódigo Malva reunieron todo el material y, durante una convivencia en una casa, se pusieron manos a la obra. Viejazine está fabricado de forma artesanal con “los sentipensares, con las cosas que sentimos, que pensamos sobre la vejez”.

Isa cuenta la historia de la foto aportada.
Isa cuenta la historia de la foto aportada.    MANU GARCÍA

Carmen señala cada trozo de la publicación que le remueve. “Estas son las manos de todas un día que hicimos pestiños”, dice sin perder la sonrisa que le acompaña durante el encuentro con lavozdelsur.es. Todo tiene un por qué, una historia que denuncia, recuerda o da a conocer lo que vivieron sus madres, abuelas, tías y consuegras.

Imperdibles, encajes y otros objetos hallados en costureros se mezclan con un carné del curso de Promoción de la mujer rural procedente de la dictadura franquista o las frases de la filósofa Judith Butler y de la escritora feminista Annav Freixas.

"Recuerdo a mi madre siempre medicada"

También hay espacio para un tuit de Quim Pérez, mujer transexual que comparte su experiencia desde una residencia, y para el Optalidón, ese medicamento que tomaban la mayoría de mujeres para soportar la rutina. “Recuerdo a mi madre siempre medicada”, dice Ana Guerrero, chiclanera de 55 años señalando una fotografía de su último cumpleaños. “Murió con 72 años, con su caja siempre a mano, metida en una taza. La veía dolorida, crió a ocho hijos”, añade Ana que aportó esta imagen para reflejar este hecho.

Detalle de las páginas de 'Viejazine'.
Detalle de las páginas de 'Viejazine'.   MANU GARCÍA

“Era una droga fortísima que hoy no se pone ni para anestesiar y ellas se tomaban dos, para echar el día. En democracia aparece el paracetamol, y tenemos a millones de mujeres con un síndrome de abstinencia horrorosa”, manifiesta Carmen.

Isa Sigler, chiclanera de 56 años se levanta de la silla para hablar del recorte que pegó en una de las páginas. Es una fotografía que ella tomó de una nota que se encontró en casa de su madre. “Ella es dependiente pero se queda algunos ratos sola en su casa, y en uno de esos, cuando estaba viendo la televisión, cogió el bolígrafo y apuntó su número de teléfono junto a un texto: avisar al médico por si se sospecha”, relata.

Una frase que refleja el miedo que tenían muchas personas mayores a contagiarse, a ser una víctima más del virus, sentimiento que aparece junto a otra fotografía de la madre de Ana Rosado, natural de Chiclana. Con ella quiere poner de manifiesto la percepción del físico de las mujeres mayores. “Yo tengo 39 años y no tengo hijo, y mi madre me tuvo con 36. La miro y pienso, es una madre de la época”, dice apuntando al rostro de su progenitora, con esa edad.

Lupi, emocionada durante el encuentro.
Lupi, emocionada durante el encuentro.   MANU GARCÍA

A su lado, hay otra foto de su abuela y de su bisabuela, también en la treintena. “Quería ver a todas las generaciones, qué cara tengo yo con la misma edad que ellas ahí”, cuenta mostrando que “la vejez es un hecho biológico pero también psicológico y cultural”. En aquellos tiempos, no existía la industria de la juventud eterna.

Tras la elaboración del fanzine, todas han sacado conclusiones que han recogido en lo que ellas llaman “decáloca”. Diez reivindicaciones de las mujeres viejas que dan lugar a la propuesta de un nuevo contrato vital-social “para que no decidan por nosotras cuanto nos falte el valor cognitivo”.

El documento habla de defender la autonomía y la capacidad de decidir, “Deharme ya coñoo”, de las sexualidades, “Libertad pa mi deo y mi deseo”, de que “el hoy es nuestra época”, de apostar por una vejez colectiva y del reconocimiento a la sabiduría.

Viejazine, el fanzine creado por la asociación feminista Kódigo malva en Chiclana para repensar la situación de las mujeres viejas.
Viejazine, el fanzine creado por la asociación feminista Kódigo malva en Chiclana.  MANU GARCÍA

“Es una llamada de atención a los demás y al movimiento feminista, escuchad a las viejas también. Tenemos necesidades pero también conocimiento y podemos aportar, y en el discurso no se nos nombra, se nos invisiviliza”, sostiene Carmen. A su voz se une la de Ana. “Somos viejas pero también sabias y maestras, parece que si no has ido a la universidad no sabes nada de la vida”.

Sus declaraciones arañan el corazón de Lupi, la veterana, que no puede evitar emocionarse. Ella se siente reflejada. “A raíz de participar en la revista, estoy un poco deprimida, a mi me ha venido todo esto encima”, suspira con la voz entrecortada.

Desde Kódigo Malva, se movilizan por esas “viejas que lo hicieron todo bien y la mitad están en depósitos de personas, sin proyectos vitales hasta que les venga la muerte”. El fanzine se ha quedado abierto por una página en la que se lee “por fin me senté”. “Andaluzas, levantáos, dicen el el movimiento feminista”, pero ellas, nunca se han llegado a sentar.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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