Katy Díaz, la arquitecta técnica que encontró la felicidad en el boxeo

Catalina Díaz es doble campeona de Europa de boxeo, un deporte en el que empezó pasada la treintena. Ahora regenta una escuela de kick boxing en Barbate junto a su pareja, el entrenador José David Versaci

La boxeadora Katy Díaz, entrenando en la escuela que regenta en San Ambrosio, Barbate.
La boxeadora Katy Díaz, entrenando en la escuela que regenta en San Ambrosio, Barbate. MANU GARCÍA

“He decidido hacer lo que me gusta porque es bueno para la salud”. La frase, que se atribuye al filósofo francés Voltaire, fue un día pronunciada por Catalina Díaz, que adquirió el nombre artístico de Katy Díaz la Pacwoman cuando empezó a competir, primero kick boxing y luego boxeo. La expresión se puede leer en un cartel de madera, situado al fondo de un tatami rodeado de recortes de periódico, premios y pósters de campeonatos, en la escuela de artes marciales que regenta junto a su pareja, el entrenador José David Versaci. Ambos han forjado una relación, amorosa y deportiva, que está cosechando grandes éxitos. Katy es doble campeona de Europa y ha disputado finales del campeonato del mundo de boxeo.

Katy Díaz nació hace 40 años en Jerez, residió hasta los siete en una enclave rural, cerca de La Barca de la Florida, y se crió luego en la localidad gaditana de Paterna de Rivera, de donde es originaria su madre. Es la cuarta de seis hermanos —cuatro mujeres y dos hombres— y, desde muy pequeña, fue superando "retos" que la vida le fue poniendo por delante. Cuando tenía doce años, su padre enfermó de Parkinson. "Entonces no era consciente de lo que pasaba en la familia, no entiendes la gravedad", cuenta, pero con catorce años empezó a trabajar para contribuir a la economía familiar. "Pasaba las noches con una persona mayor y por la mañana iba al instituto", recuerda. "Nunca me consideré víctima, si hay un problema, pues hay que solucionarlo", expresa.

Cuando le tocó elegir una carrera, que acabó gracias a las becas obtenidas con su esfuerzo, optó por Arquitectura Técnica. "Construir me llamaba la atención", dice, aunque confiesa que al llegar a la universidad "no tenía ni idea de dónde me había metido, pero me enamoró". Katy llegó a trabajar como jefa de obra durante varios años. Era una de las pocas mujeres que había. "Siempre he estado bien, no he sentido discriminación directa, aunque éramos pocas mujeres". Eso sí, "hay a quien le costaba entender que la jefa era una mujer, pero ahí estábamos, luchando", dice. La crisis económica y la confluencia de una serie de factores la convencieron de que tenía que cambiar su vida. "Era algo interior, me encontraba vacía", explica. 

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José David Versaci y Katy Díaz, entrenando en el ring que tienen en su escuela. Autor: Manu García

Un día, conoció en una obra a José David Versaci, entrenador de boxeo y seleccionador nacional de kick boxing y, posteriormente su pareja, quién le transmitió su amor por los deportes de contacto. "Lo primero que vi en ella es que iba a ser mi pareja. Antes tuve otros dos matrimonios y tenía claro que no iba a sufrir más, por eso intenté que le gustara esto", explica. "Ella podía hacer cualquier deporte que se planteara, pero tenía un corte físico y unas características que cuadraban con el boxeo", añade. Él la enseñó a pelear y sacó todo su potencial. "Sus estudios le sirvieron para ser metódica y haber conseguido todo lo que ha hecho durante su vida, con la situación adversa que vivía su familia, la ayudó", dice. Versaci, ahora, no tiene mujer, ni novia, sino "compañera de viaje", algo que para él tiene "un estatus mucho más alto". "Y si dura toda la vida, pues mejor".

José David y Katy regentan la escuela de kick boxing Team Versaci & Díaz, que han instalado junto a su vivienda, en la pedanía barbateña de San Ambrosio. Para llegar hay que circular por carreteras que atraviesan el Parque Natural de la Breña y caminos de tierra que llevan a un enclave con unas vistas espectaculares. A un lado, el pinar, al otro, campiña y prados donde pastan vacas y caballos. Hace seis años que la fundaron y esperan que sea su medio de vida por muchos más, ya que el proyecto va mutando y perfeccionándose. Ahora hacen entrenamientos más personalizados y hasta están en proceso de construcción de un iglú para acoger a visitantes durante el camp que piensan poner en marcha, unas "vacaciones deportivas" que complementarán con paseos en bicicleta hasta la playa y rutas de senderismo. 

Cuando llegue el momento de la retirada, Katy Díaz quiere formarse en coaching deportivo, para asesorar a futuros campeones o campeonas. Que seguirá ligada al deporte lo tiene claro. Pero para el momento del adiós competitivo aún queda. "No es lo mismo tener 20, 30 o 40 años, pero hay diferentes estrategias que se puedan aplicar según el momento", explica. "Katy va a pelear sólo por títulos", añade Versaci, quien cuenta que "las mejores siete competidoras del mundo rozan los 40 años y, en la categoría mínima, la mejor del mundo tiene 42 años". A ella le queda gasolina para seguir acumulando trofeos. 

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Katy Díaz, golpeando un saco de boxeo. Autor: Manu García

"Estoy dispuesta a seguir adelante", dice sin titubear Katy Díaz, quien hace unos pocos años no se imaginaba compitiendo, ni siquiera practicando deportes como kick boxing o boxeo. "El primer día salí diciendo que no iba más porque no tenía necesidad de que me pegaran", señala entre risas. "Me refugié en el deporte, lo usé como terapia", asegura. Antes, no practicaba ninguno, simplemente "buscaba un cambio en mi vida". Y lo hubo. "Era reacia, pero conocí la parte humana y a entender estas disciplinas", relata.

"​Me ha dado seguridad, ponerte delante de alguien siendo tú, te desnudas delante de esa persona, me ha dado concentración, porque estás pendiente del otro y has trabajado para reaccionar a lo que te va a hacer", explica. "Me ha mejorado como persona", Gracias al boxeo entiende mejor a la gente. "Lo que sientes al subir y bajar las escaleras del ring, ganes o pierdas, no tiene explicación. No puedo describir esa satisfacción". Ella dice que es de las que aprovecha las derrotas para conocer sus errores y mejorar. "Siempre fastidia perder, pero hay que sacar la parte buena, saber qué ha fallado", reconoce. 

Katy y José David tienen un hijo en común, de diez años, que nació cuando su madre ya había empezado a practicar boxeo. De hecho, lo llamaron Alí, en homenaje al mítico Muhammad Alí (Cassius Clay). Cuando el pequeño tenía año y medio, su madre empezó a competir. "Pasó lo contrario que se suele decir. Es un cliché y un estereotipo decir que tener un hijo corta la trayectoria deportiva de una mujer, en el caso del boxeo las mujeres empiezan a sacar su fruto cuando son madres, porque es un deporte ancestral, y una hembra con hijos no se anda con tonterías", señala Versaci. "Con los años te das cuenta de que la vida pasa y no hay forma de recuperar las cosas que no haces", añade Díaz. "Hay que demostrarle a tus hijos que la vida se puede aprovechar, que tienes que hacer lo que te gusta". Voltaire está de acuerdo con ella. 

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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