Jóvenes voluntarias que dedican su vida a los demás: "Es bonito cambiar algo con tu trabajo"

Elena García, Lucía Molina, Marleen Fischer y Pedro Falcão comparten sus experiencias este 5 de diciembre, cuando se celebra el Día Mundial del Voluntariado

Marleen Fischer, Elena García y Lucía Molina, comparten sus experiencias como voluntarias en distintas asociaciones.
Marleen Fischer, Elena García y Lucía Molina, comparten sus experiencias como voluntarias en distintas asociaciones. MANU GARCÍA
05 de diciembre de 2025 a las 07:15h

Hay personas que nacen con una inquietud admirable. Algo en su interior vibra con fuerza y les impulsa a dedicar tiempo a mejorar la vida de los demás. Un tesoro que no todo el mundo abraza. Ayudar de forma desinteresada es un don. Cuatro jóvenes lo tienen y le han dado rienda suelta para hacer de este planeta un espacio más habitable.

Este viernes 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Voluntariado para agradecer a aquellas que prestan su esfuerzo. Un reconocimiento establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1985 que tiene como fin concienciar de la importancia de su contribución. Según la Plataforma de Voluntariado de España, más de 4,4 millones de personas se suman a este movimiento. Algunas se dedican a la recogida de residuos en enclaves protegidos y otras, a acompañar a personas mayores o a colaborar en favor de la inclusión.

Este último es el caso de Elena García, portuense de 24 años, graduada en Trabajo social. Lleva dos años como voluntaria en la asociación Down Jerez Aspanido, que lucha por los derechos de las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual. Tras finalizar un máster de cuidados paliativos y dependencia en Granada, regresó a El Puerto llena de incertidumbre. “No sabía muy bien por dónde tirar, qué estudiar, no encontraba empleo. Conocí esta asociación por la madre de una amiga y me apunté”, comenta la joven a lavozdelsur.es. De esta forma, seguía en contacto con su vocación mientras se replanteaba su futuro.

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Elena es voluntaria en la asociación Down Jerez Aspanido.   MANU GARCÍA

Cada lunes, Elena acude a la sede de la asociación durante toda la mañana para echar una mano con las actividades. Ella es la encargada del taller de producción, en el que estos días fabrican artesanalmente adornos navideños y otros accesorios a la venta en la tienda solidaria. “Animo a la gente a que haga voluntariado con lo que puedan, yo vengo un día a la semana y con eso veo que mi trabajo sirve para ayudar a los demás”, expresa.

Desde septiembre, la portuense compagina este taller con su labor en Iniciativa Educativa, un programa de atención a mujeres reclusas que encontró en la Plataforma Haces Falta, web que promueve y fomenta el voluntariado. Por las mañanas colabora con las asociaciones y, por las tardes, estudia un Máster de Mediación en la Universidad de Cádiz.

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La portuense dedica su tiempo a acompañar a personas con discapacidad intelectual.   MANU GARCÍA

“Personalmente, es súper gratificante, ves cómo tu pequeño granito de arena puede significar que estás haciendo algo”, comenta Elena, que reivindica la figura del voluntario siempre que no supla un puesto de trabajo. “Pienso que el voluntariado no puede cubrir las necesidades que tiene que cubrir un profesional”, dice.

Experiencias internacionales

Tender la mano a quienes lo necesitan también es algo intrínseco en Lucía Molina, natural de La Línea de la Concepción. Esta voluntaria de 28 años, afincada en Jerez y estudiante de Trabajo social en la UCA, ha pasado el mes de agosto en Guatemala. Tras haber colaborado en distintas asociaciones en Cádiz y Málaga, ciudad en la que vivió un tiempo, le surgió la oportunidad de salir del país a través del Plan de Voluntariado de la UCA. “Tenía la inquietud de conocer otras realidades que me hagan reflexionar sobre la sociedad y sobre la vulnerabilidad de las personas”, comenta.

Lucía estuvo en Quezaltepeque, en el departamento de Chiquimula, en el Oriente del país, con la ONG Paz y Bien. Una experiencia que también vivió Pedro Falcão, arqueólogo portugués de 33 años, natural de Bragança, que estudia el Máster en Arqueología Náutica y Subacuática en la UCA.

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Lucía Molina ha sido voluntaria con la ONG Paz y Bien en Guatemala.   MANU GARCÍA
Lucía en una de las actividades del voluntariado en Guatemala.
Lucía en una de las actividades del voluntariado en Guatemala.  CEDIDA

La linense realizó un trabajo de apoyo en la oficina de la organización, elaborando informes socioeconómicos, además de colaborar en talleres con las comunidades rurales. Recuerda uno sobre alimentación, para prevenir la desnutrición infantil o de reconocimiento de emociones con mujeres. También participó en actividades con personas con discapacidad y en jornadas médicas con compañeras enfermeras.

“Ir a Guatemala ha sido una experiencia increíble, me ha marcado profundamente. Me encontré allí a personas de las que he aprendido muchísimo, con muchísima fuerza y resiliencia, que hacen que te replantees las cosas”, expresa Lucía. Para ella, agosto ha sido un mes para escuchar y entender otros ritmos de vida.

Pedro Falçao durante su voluntariado en Guatemala.
Pedro Falcão durante su voluntariado en Guatemala.  CEDIDA

“Estoy convencida realmente de que no solo siendo voluntaria contribuyo a mejorar ciertas realidades, sino que, ya que tengo esta inquietud, hacer este tipo de experiencias puede contribuir a transformarme a mí y a mi contexto”, sostiene.

En el caso de Pedro, no era su primera vez en Guatemala. Ya había estado trabajando antes en temas de migración de pueblos indígenas. Cuando se enteró de este voluntariado internacional, “no me lo pensé dos veces”. El portugués ha colaborado en huertos familiares, para luchar contra la inseguridad alimentaria, ha impartido clases de inglés al alumnado becado por la ONG y ha realizado trabajos de traducción, en materia de divulgación.

“Es algo que siempre hice en mi vida. Retribuir y compartir con los que más necesitan siempre me pareció natural y bonito”, expresa Pedro, que también ha sido voluntario en la organización SoloSurf. Allí, acercó este deporte a niños y niñas con discapacidad intelectual.

El portugués colaboró en huertos familiares.
El portugués colaboró en huertos familiares.  CEDIDA

Las sensaciones son compartidas con Marleen Fischer, alemana de 18 años que acaba de terminar Bachillerato. Para ella, “cada día es especial”. Ella es voluntaria en la asociación juvenil Inter, que ofrece oportunidades de aprendizaje a jóvenes y trabajadores juveniles con inquietud por conocer otras culturas europeas. A ella no le falta. “Me parece muy buena la idea de apoyar a una comunidad local y es bonito poder cambiar algo en el mundo con mi trabajo”, comenta esta joven que publica historias en Instagram o escribe artículos para la revista digital de AJ Inter.

En Jerez, participa en la promoción del programa Erasmus + y los proyectos de intercambio juvenil. Además, realiza un voluntariado en Madre Coraje y Oxfam Intermón, donde, por ejemplo, se encarga de hacer fotos a la ropa de segunda mano y subirla a Vinted o crea anuncios de productos de comercio justo en las redes sociales. “Nos da la oportunidad de ser creativas y siempre podemos incluir nuestras propias ideas”, expresa.

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Marleen Fischer colabora con organizaciones como Madre Coraje y Oxfam Intermón.    MANU GARCÍA
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Jóvenes voluntarias que contribuyen a mejorar la sociedad.   MANU GARCÍA

Marlen decidió apuntarse a esta aventura al no tener claro su futuro y querer aportar mientras lo decide. “Me gustó mucho este proyecto aquí en España porque quiero mejorar mis conocimientos de la lengua española y creo que es un país muy interesante y diverso. Para mí es una buena oportunidad para seguir desarrollándome y aprender cosas nuevas que me pueden ayudar en el futuro”, sostiene.

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Patricia Merello

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