La belleza de la sencillez
Al contrario de lo que pueda parecer, para casi todas las cosas que se hacen, más alejadas o menos del arte, se necesita de un mínimo de sensibilidad y de un máximo de cariño. A todo esto, si el trabajo es sobre un rostro, unos párpados o unos labios, esa sensibilidad debe ser una herramienta tan importante como una buena base de maquillaje o una esponja con el que aplicarla.
En eso Vanesa Martín-Barbadillo (Jerez, 1978) tiene mucho ganado. No solo ama lo que hace, sino que su vocación desde muy joven viene dada por una cuestión de empatía: quería que la gente se sintiera bien consigo misma gracias al maquillaje. Y lo ha conseguido; lo consigue, mejor dicho. Su trabajo tenaz y entregado le sigue dando alegrías después de tantos años de oficio a pesar de su juventud. Además de la satisfacción por lo que hace y por lo que es desde hace algún tiempo: maquilladora para la revista ¡HOLA! Todo un logro en un círculo, el de las revistas del corazón, herméticamente cerrado a este tipo de oportunidades. Casi nadie lo consigue. Vanessa, sí.
En su horizonte profesional Vanessa contempla abrir una academia para enseñar el oficio. Por ahora es solo un sueño, más que un proyecto. Será, desde luego, factoria de maquilladoras top.
Desde que era una chiquilla...
Yo quiero que la gente se sienta mejor. Eso es lo que me ha movido siempre. Porque veía que había un efecto, no solo superficial, sino mucho más profundo. Creo que la gente se siente más segura de sí misma, más feliz dentro de su piel. Creo que además encara el día con más energías. Las personas se sienten mejor, más poderosas.
"Siempre me ha movido el hecho de que la gente se sienta mejor"
Sí, es que es muy importante. Pero se tiene que tener ya la autoestima fuerte. No hago milagros pero casi, casi. Se puede comprobar todo en mi Instagram. Pero ya digo que si no hay autoestima alta, yo mucho no puedo hacer.
Maquillo a los Domecq, a toda la familia, a los Bohórquez... Me he puesto de moda en ese círculo porque no encontraban a nadie que maquillara como cuando ellas van a Nueva York o a París. Tienen sus maquilladores. Inés Domecq es de las mujeres más elegantes de España. Que ella me haya buscado y que me contrate para los reportajes del ¡HOLA!, es un éxito. Me llama para bodas y eventos así.
Entrar ahí es muy difícil. Eso es entrar en la estratosfera. Me tocó a mí y ya está.
Claro, es un cúmulo de cosas. Cuando lo pienso, ves la revista y ves a los mejores maquilladores de España y del mundo. Y yo estoy ahí. No me lo creo. ¿Cómo puedo estar? Siendo de Jerez, una chica que no está en Madrid o Barcelona. Es como un sueño. Yo llegué de Inglaterra y tuve que empezar de cero. Pero fue llegar y empezar el covid. Autónoma, en casa encerrada... Imagínate.
"Veo mis maquillajes en ¡HOLA! y no me lo creo"
Me lío por mi cuenta en Instagram. A la gente le gusta. Y a la gente de la alta sociedad, lo que le gusta es la naturalidad. Como si no fuera maquillada. Hay una tendencia muy fuerte a lo natural, a parecer que no llevas nada. Mucho maquillaje te hace ser vulgar, no ordinaria. Todo mi estilo me ha ayudado mucho a ese resurgir.
Es mi filosofía en maquillaje. Menos es más: justo eso. Parece fácil, pero a mí me sale de manera natural.
Siempre he sido una persona altamente sensible y capto la belleza. A lo mejor, donde nadie lo ve, yo sí. Tengo ese sentido muy desarrollado. Pero practicar ha sido fundamental. En Inglaterra había pieles indias, asiáticas... Yo aprendí a maquillar maquillando.
Soy una mini influencer. Verás. Quiero decir que hablo de un producto y la gente se lo va a comprar. Se agota. Gusta lo que hago y mis clientas vienen predispuestas. Pero eso yo lo he hecho sin querer. Además, todo lo que sale en mi página, los consejos y todo lo demás, es gratis. A mí no me paga ninguna marca ni nada. Lo hago de corazón, por ayudar. También me gusta escuchar a la gente, creo que eso es muy importante, fundamental.
Realzo lo que hay. No cubro, yo sublimo, embellezco, no enmascaro. Yo creo que es lo más difícil de hacer junto con peinar. Yo no peino, pero admiro muchísimo a la gente que peina a otras con esa naturalidad que parece que se ha peinado ella sola.
¡Ah, claro! Eso de que el maquillaje quita la arrugas y todo eso. Es que es al contrario. Un maquillaje mal hecho puede hacer el efecto rebote. Muchas veces es hasta mejor ir sin maquillaje. Pero hay que respetar, ¿eh? Si la persona se siente feliz con maquillaje y de pintura como una puerta... A ver, yo no soy aquí quien dicta el bien y el mal. Trasmito mi estilo. Habrá a quien le encante y habrá a quien no le guste nada porque prefiera todo lo contrario de lo que yo hago. Hay gente para todo.
Yo no tengo clientes masculinos, pero que se cuiden la piel hay un montón.
Tengo casos de vitiligos, pieles irritadas. En mi Instagram tengo fotos del antes y el después, Hay gente a la que no le importa nada mostrar cicatrices.
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