Cinco lustros entre bambalinas, tipos y cajonazos
Lo de Modesto Barragán (Ubrique, 1967) y Manolo Casal (San Fernando, 1967) es digno de estudio. No solo por la cantidad de años que llevan al frente de la divulgación de esa manifestación popular y cultural gigante que es el Carnaval de Cádiz, sino por hacerlo cada año de una manera diferente, con un ánimo no solo informativo, sino también didáctico. Porque a pesar de que los artífices de Generación tangai (Editorial Alfar) aseguren que hoy ya no tiene sentido explicar qué es una cosa y qué es otra en el Carnaval, lo cierto es que el público, sobre todo el de fuera de la provincia, quiere seguir aprendiendo, conociendo todo lo que esta gran fiesta ofrece.
Generación tangai ha traspasado fronteras, acortado distancias (Internet y las redes sociales han ayudado desde luego muchísimo a ello), y hoy el mismo Carnaval tiene mucho que agradecer el trabajo de estos dos enamorados de un evento que centra la atención de muchísimos espectadores. En el libro se puede conocer el quién, el qué y el cuándo de este universo de personajes, de tipos, de letras que se citan cada año en el Teatro Falla, parte inalienable del carnaval gaditano. Y hasta con enlaces en códigos QR.
Modesto Barragán: Y tanto. Todo el tiempo trabajando sin que te costara, todo el día inventando y todo el día disfrutando. Llegábamos a una empresa con muchos medios y, encima, te permitían hacer lo que te gustaba cuando llegaba febrero. Imagínate un montón de chavales con 25 años entre las bambalinas del Falla. En esa época retransmitíamos el concurso de Cádiz, el de El Puerto, el de Puerto Real, el pregón, los carruseles, las fiestas gastronómicas...
Manolo Casal: Para mí, creo que como para el resto de compañeros, encierra todo el misterio que es el Carnaval de Cádiz, la creatividad que tiene la gente, el talento de unas personas que tienen una mente completamente privilegiada para la música o las letras. Nosotros, en estos 25 años, lo que hemos hecho es servir de mensajeros. Hemos sido el puente en ese flujo constante de creatividad que tiene Cádiz, y que tiene mucha más exigencia que la de cualquier artista, cualquier músico, cualquier pintor. No tiene parangón. La producción artística de Cádiz no tiene comparación posible: todos los años se examinan con letras y repertorios nuevos. Nosotros lo que hicimos fue tender un puente. Gracias a todo eso, se ha conocido el fenómeno cultural del Carnaval.
"No hay ni una sola fiesta en en Andalucía que tenga este respaldo"
M.B.: (Carcajada) ¡Hombre! Ahora seguimos haciendo las mismas cosas, en cuanto a difusión, a horas de retransmisión, pero la ilusión con que tú coges una cosa con 25 años no es la misma que con 59. Y se ha vivido mucho. Hemos tenido muchas experiencias, hemos hecho otro tipo de programas. Hemos hasta negociado los derechos del Carnaval cuando ha tocado. Y el programa a Ritmo de Tangai, que era el programa de televisión, no del Carnaval, sino específico para explicar a la gente de fuera de Cádiz qué era aquello que tanto gustaba por la tele. ¿Por qué bastinaso significaba bastinaso o por qué cambembo significaba cambembo. Fuimos a casa de los autores de las letras, a sus lugares de trabajo, le pusimos cara. Se hizo legión y se convirtió en lo que verdadermente es una generación. De ahí el nombre del libro.
M.C.: Yo me quedo con que he hecho, hacemos el Carnaval con cariño, haciendo lo que me gusta, pero como dice Modesto, el tiempo pasa y no se encaran las mismas cosas con una edad que con otra.
M.B.: Es una generación que existe como tal. Literal. Hemos crecido todos con esta difusión en radio y televisión desde el punto de vista cuantitativo extraordinaria, y desde el punto cualitativo, que cada uno opine lo que quiera. Pero, cuantitativamente, no hay ni una sola fiesta en en Andalucía que tenga este respaldo.
M.C.: Sí. pero también explicamos los inicios, el desarrollo y el desenlace de este programa que cumple 25 años.
M.B.: Directamente es imposible. Con el Carnaval de Cádiz no hay quien pueda. No han podido las dictaduras más férreas ni las tragedias más espantosas. Desde que el Carnaval es una realidad en Cádiz, no lo ha parado nadie. Cuando no ha sido en la calle, ha sido dentro de las casas, a escondidas. Siempre se le ha dado la vuelta a la censura como se ha podido.
M.C.: A mí me parece imposible un paso atrás ahora mismo. Tendríamos que soportar un poder político como una dictadura. Sería como volver a los años oscuros del franquismo. Yo creo que eso ya es imposible.
"Con el Carnaval de Cádiz no hay quien pueda. No han podido las dictaduras más férreas ni las tragedias"
M.B.: (Risas) Un cajonazo siempre es un escándalo, sobre todo para el que lo sufre. Pero no todo lo que es cajonazo es un cajonazo realmente, al menos desde mi punto de vista. Hay veces que el jurado tiene razón. No todo el que no pasa es un cajonazo. Igual que hay gente que no merece estar en la final, hay gente que no merece la condición de cajonazo.
M.C.: No. no. Hay cajonazos sordos. De esos te das cuenta en agosto, y el Carnaval es en febrero. Porque los enamorados de esto, entre los que me encuentro, les da igual la posición que le da un jurado; oficialmente está el cajonazo por los puntos, que es aquel que impide a la agrupación acceder a la final, pero luego cada uno tiene su opinión y sus gustos.
M.B.: Efectivamente, no hay palabra para eso.
M.C.: No, es verdad que no hay nombre para eso. Pero creo que el premio es estar en la final. Eso es un escaparate. Te va a ver muchísima gente, y ya el resultado no deja de ser un dato para la historia del Carnaval.
M.B.: Sí. Yo creo como dice Javier Ruibal, hay que saber reírse de uno mismo. Es un magnífico signo de salud mental. El humor bien llevado es signo de inteligencia por parte de quien lo usa. Se puede hacer broma de todo, pero marcándote a ti mismo un límite. No es bueno que te lo marquen desde fuera porque, al final, si un tío se pasa con una broma el mismo público lo va a rechazar, no se la va a aprender, no le va a gustar, no lo va a valorar. Si se hace bien, se puede hacer de todo. Al público de Cádiz no se le puede dar gato por liebre. Y te diré más: a veces alguien del público se ha levantado del patio de butacas, pero esa persona no representa a la afición.
M.C.: Se puede. Pero hay tema muy delicado que es el propio Carnaval. Esto es una suma de muchas personalidades, como todo en el arte. Miguel Ángel Buonarroti es Miguel Ángel Buonarroti, y Donatello es Donatello. Puedes coincidir en determiadas expresiones artísticas. Aquí pasa lo mismo: hay un modelo de funcionamiento genérico, pero luego cada uno le da su singularidad. El Carnaval es un paraíso; para empezar, para los gaditanos. Son privilegiados de vivir en este paraíso terrenal. Son gente que da alegría verla. Con la mayor tasa de paro de España, con cifras escandalosas, ves a la gente sonriendo. La mayoría de la gente tiene un buen tono vital.
"El Carnaval es un paraíso, sobre todo, para los gaditanos"
M.B.: Creo que Cádiz que no sabe rentabilizar esta piedra preciosa que tiene en sus manos. Eso me da pena. Con tanta gente dotada para la música, para escribir letras... Es un pena también que no haya un museo del Carnaval. Pero un museo con mayúsculas. El Gran Museo del Carnaval de Cádiz. Eso, repito, me da pena.
M.C.: El Carnaval de Cádiz tiene sus tiempos y sus prioridades, y nosotros eso no lo podemos cambiar. Quiero decir que el Carnaval hace consigo lo que le da la gana. Creo que lo importante de la televisión es que no le ha tocado ni un pelo al Carnaval. Ya sabes que cualquier cosa que toca la televisión se expande, se sobredimensiona, pero nosotros, desde la televisión, hemos dejado que el Carnaval siga inalterable y que Cádiz se cuente así misma. Que ellos se muestren como son. Esto ha supuesto que el Carnaval se haya subido a la ola que genera la televisión, de modo que hay muchas agrupaciones que ahora giran todo el año por España. Eso antes no se daba. Hace tres décadas eso era impensable.
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