Paco Medina junto a las botellas almacenadas en la bodega.
Paco Medina junto a las botellas almacenadas en la bodega.

Como muchos andaluces, Paco Medina emigró a Cataluña en busca de un futuro mejor ante la falta de oportunidades que le brindaba su tierra. Paco es natural de Benalup pero se crió en la pedanía de Torrecera, en Jerez, donde su padre, Fernando Medina tenía una tasca. “Yo echaba una mano en el negocio, donde vendíamos vino, pero aparte de eso, en Torrecera no había nada”, lamenta.

A la edad de 22 años tomó una decisión que acabaría por cambiarle la vida. “Me marché a Barcelona con un primo mío en un viaje que, en un principio, iba a ser solo por dos semanas, y finalmente me quedé a vivir. Yo vine porque quería conocer esta zona, y al ver todo esto pensé que aquí me podía buscar algún trabajo, y así fue”, recuerda Paco.

En una de las empresas en las que trabajó a su llegada a Barcelona, conoció a la que luego fue su mujer. “Mi suegro tenía la empresa de cavas Canals i Munné, en la localidad de Sant Sadurni de Noia, por lo que me fui a trabajar con él a la bodega y luego me hice socio de una parte del negocio”, relata.

El empresario posa junto al acceso principal de la bodega de la que es copropietario.

“Desde que entré en la empresa he trabajado mucho, todos los días sin parar. Los frutos de ese trabajo nos dieron la posibilidad de abrir una segunda bodega de la cual soy copropietario”, explica Paco. Viviendo ya en Barcelona, Paco realizó varios cursos de enología. Una formación que le sirvió para “mejorar la empresa y hacer las cosas mejor”. “Recuerdo cuando era pequeño que, en la tasca de mi padre, vendíamos muchas medias botellas, y el vino se picaba, y no sabíamos el por qué. De ahí arranca que yo ya supiera un poco sobre vinos”. Precisamente, esa vinculación con el vino, que ya nació en la tasca de su padre, ha acompañado a Paco Medina hasta el día de hoy, aunque con otras uvas y otros vinos totalmente distintos a los de Jerez. “Aquí trabajamos con vinos de menos graduación. Para hacer cava, el vino no puede superar los once grados de alcohol”, explica Paco.

En su bodega se realiza todo el proceso de elaboración del cava, desde la extracción del mosto, la maduración en botas, el embotellado e incluso el degüelle, que es la operación que consiste en extraer las levaduras de la segunda fermentación en los cavas o vinos espumosos.

Al ser preguntado por cómo les ha afectado el hecho de que muchos ciudadanos del resto de España se muestren reticentes a comprar cava catalán, por el asunto de la independencia, Paco asegura que sus ventas no se han visto mermadas. “No lo hemos notado. Nosotros tenemos calidad y los clientes que prueban nuestros productos siempre los compran. Vendemos a clientes de toda España y es muy difícil que nos encontremos un cliente que nos haga el boicot”, afirma Paco con rotundidad.

Paco Medina es un apasionado de su trabajo y asegura que no se va a jubilar.

Al echar la vista atrás reconoce que su historia ha sido “dura” porque “cuando yo me vine traía muy poco dinero, casi nada. Lo pasé mal al principio porque estuve alojado en una pensión, con muy pocos recursos, y no todos los momentos eran buenos”. Además, recuerda que “yo me vine solo, y eso también influye. Distinto hubiera sido si me hubiera venido con mis padres” Sin embargo, a día de hoy asegura que le merece la pena, tanto, que ya no se plantea volver a su tierra. “Yo viviré aquí en Cataluña hasta que me muera, porque aquí es donde lo he tenido todo. Le estoy totalmente agradecido a Cataluña por haberme acogido. Voy a Jerez cada año unos diez días, pero cuando me paso allí siete u ocho días, ya me canso y me quiero volver a Barcelona. Uno ya está acostumbrado al movimiento de aquí. Todos los días los tengo ocupados en el trabajo y ya estoy habituado a ello”. Además, sus dos hijos también están trabajando en la empresa, uno como enólogo e ingeniero y el otro como responsable comercial.

Paco Medina es el principal responsable de la producción de la bodega de cavas y vinos espumosos Canals i Munné. “En la empresa no se mueve una botella si yo no estoy allí, reviso las botas, cato los vinos… yo llevo el control de todo”. A sus 65 años Paco sigue y asegura que seguirá trabajando. “Yo sigo en activo siempre, yo creo que mientras viva, estaré trabajando haciendo cositas”. Ahora reconoce que es feliz porque “aunque los comienzos aquí fueron difíciles, pero hoy estamos muy contentos y todo lo que tengo se lo debo a Cataluña”, concluye.

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Tamara Ariza

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