Rafael Martín Hernández, doctor en Bellas Artes, escultor e imaginero, ha ofrecido un análisis riguroso sobre el reciente y polémico cambio de aspecto en el rostro de la Esperanza Macarena de Sevilla. Lo hace desde la técnica, con una secuencia visual que va desde el estado previo a la intervención, el resultado inicial, y el posterior arreglo de urgencia que se llevó a cabo en una madrugada intensa.
Con un enfoque didáctico y preciso, el profesor explica los detalles modificados, repintados o retocados, y cómo han alterado la expresión e identidad de la imagen. Martín apunta a que todo lo ocurrido responde a una intervención que no se limitó al "mantenimiento" anunciado.
Una restauración profunda camuflada de mantenimiento
Para el doctor Rafael Martín, es evidente que una intervención de estas características no puede ejecutarse con garantías en tan poco tiempo. Especula con que, bajo la apariencia de un mantenimiento, se intentara realizar una restauración más profunda. Esto explicaría los cambios sustanciales en la imagen, que han generado gran controversia.
Desde su punto de vista profesional, lo realizado es reversible, pero requerirá un proceso largo y minucioso para recuperar —o más bien reconstruir— la pátina original que tanto caracterizaba a la Macarena. Entre las actuaciones más delicadas destaca el arreglo de pestañas, la limpieza agresiva, la eliminación de barnices y el tratamiento del entorno ocular. El resultado: un rostro más plano, menos expresivo y “diferente”.
“La Esperanza está más triste, adormecida”
El profesor no oculta su asombro: “Lo hecho no se arregla en una noche. Hace falta mucho más tiempo”. Le resulta chocante que algo así haya sucedido precisamente con la Macarena, una imagen que siempre ha recibido intervenciones con máxima precaución. Aunque evita culpar directamente a Arquillo, señala que quizás fue su equipo el encargado de ejecutar el trabajo: “Lo conozco bien, y no hay que poner en duda su excelencia”.
En su análisis visual se detiene en cada modificación concreta: párpados, ojos, pestañas, cejas, encarnadura... En total, identifica ocho actuaciones claves que, según él, han transformado el semblante de la Virgen. El sentir general de quienes acuden a verla se resume con una frase: “La Esperanza está más triste, adormecida”.
Un parche de urgencia que no resuelve el fondo del problema
Aunque la última intervención, realizada de madrugada por Carlos Peñuela y Esteban Sánchez, ha conseguido enmendar parte del error, la situación está lejos de estar resuelta. Rafael Martín reconoce que ambos actuaron en condiciones extremas: “Durante la noche, con muchísima presión, luz artificial y muy poco tiempo. Bastante bien la han dejado, dadas las circunstancias”.
Martín Hernández, nacido en Cádiz y criado en el barrio de Triana (Sevilla), es una voz autorizada. Doctor en Bellas Artes desde 2014, es profesor del Departamento de Escultura de la Universidad de Sevilla, y ha dedicado su carrera al estudio y la restauración del arte sacro y la escultura figurativa. Su testimonio añade una capa fundamental para entender el alcance real de esta intervención.
