El isleño que asombra con sus 'props': de su Mordor en La Casería a trabajar con Bayona y De la Iglesia

José Ossorio es el fundador de Mordor Props Workshop, una empresa especializada en réplicas, props y prototipos que tiene su taller en pleno barrio de La Casería, en San Fernando, y que ha trabajado para directores como J. A. Bayona o Alex de la Iglesia

El isleño José Ossorio, fundador de Mordor Props Workshop.
El isleño José Ossorio, fundador de Mordor Props Workshop. JUAN CARLOS TORO
25 de mayo de 2025 a las 19:06h

Hablar de high- tech, modelos digitales con postprocesado, impresión 3D o animatrónica con gallinas de fondo y en medio de una finca en La Casería, en San Fernando, resulta cuando menos paradójico, pero es que modernidad y tradición, tecnología y artesanía, se han hecho una misma cosa en las manos y en la cabeza de José Ossorio (San Fernando, 1980). Es el creador de Mordor Props Workshop, una pequeña empresa especializada en la creación de props, una rama del atrezo, y que ha trabajado para grandes producciones cinematográficas.

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El isleño en su taller de La Casería.   JUAN CARLOS TORO

Un prop es un objeto que forma parte del personaje y que interactúan con él”, explica Ossorio tomando como ejemplo una armadura, haciendo referencia al escudo del Capitán América y mostrando uno de los doce micrófonos de los años 70 que, en estos momentos, está haciendo para una película. “Estos micrófonos todavía se siguen fabricando, pero a un precio de 1.200 euros cada uno. Me han dado uno y yo hago las réplicas exactamente igual”.

Acaba de terminar "stand de invocación demoníaco" para el que ha creado una calavera de gato bicéfala y un ser demoníaco para el cortometraje de ficción de Jesús Sotomayor, rodado en San Fernando, La clavícula de Salomón. "Ha sido muy divertido porque tenía que buscar los materiales y tenía que envejecerlos y cuando explicaba que era para montar un stand así a la gente le explotaba la cabeza".

'La sociedad de la nieve' y '30 monedas', entre sus trabajos

Su calidad en la reproducción lo han llevado a trabajar en películas como la oscarizada y multipremiada en los Goya La Sociedad de la Nieve de Juan Antonio Bayona o en la serie de HBO Max 30 Monedas de Alex de la Iglesia pero su historia comenzó mucho antes, en un garaje. Suena a Steve Jobs pero la realidad de cómo decidió dedicarse a este mundo de la creación artística es mucho más de Cádiz, más cañí. Licenciado en música, en la especialidad de trompeta, Ossorio fue antes que nada profesor en Puerto Serrano, pero llegó la crisis de 2008, “cortaron las oposiciones de mi especialidad y nunca hubo más”.

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Algunos de los diseños de José.   JUAN CARLOS TORO
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Trabajos hechos por el isleño.  JUAN CARLOS TORO

Un día, “hablando con un alumno de clarinete, de otra clase, me comentó que iba a ir al Salón Manga de Jerez y el cosplay que iba a llevar -el personaje del que iba a ir disfrazado e iba a interpretar- era de un de videojuego llamado King of Hearts que tenía una espada en forma de llave y no tenía forma de hacérsela”. Él, que tenía un padre que hacía maquetismo y le encantaba todo el universo friki de superhéroes y de ciencia ficción, ya había empezado a fabricar “sus cachirulos como podía”. Por eso, “le dije, tú me pagas los materiales y yo te la hago, no te preocupes”. Con los 20 euros que le dio, compró un tablero de madera, “lo corté, lo pinté y le di su llave espada”. Al lunes siguiente, “cuando abrí mi Tuenti [y sonríe al recordar esa red social extinta] tenía un montón de mensajes de gente preguntándome si hacía más cosas”.

Lo siguiente fue unas zapatillas de Naruto y el mundo del videojuego fue su entrada a la profesionalización de lo que hasta entonces había sido un hobby. “Tenía un amigo informático de aquí que tenía proyecto de videojuego y sabía que yo tenía cosas de taller y me pidió que le hiciera el merchandising del personaje. Luego ganó un concurso para Sony y le hice más de 70 figuras del personaje”.

Y de trabajar para coleccionistas, a hacerlo para productoras, empresas y dedicarse también al diseño industrial, como viene haciendo desde hace ocho años para Navantia, a la que le hace maquetas de sus buques. Muy pronto vio que la impresión 3D era el futuro, hoy casi pasado, y lo tuvo claro: renovarse o morir. “Vendí una de las trompetas que tenía que compré de segunda mano y me compré mi primera impresora 3D, que imprimía fatal, pero yo alucinaba. Al principio, imprimía un montón de tonterías como, por ejemplo, medidores de espaguetis. ¡No sé cuántos medidores hice!”.

"Una pieza en 3D tarda unas doce horas en imprimirse"

De pasado analógico se pasó a lo digital y a la creación casi en cadena. “Una pieza en 3D tarda unas doce horas en imprimirse de forma que, si tengo que ir rápido para un encargo, hago un molde como los de cocina y ya uso resina de poliuretano y en diez minutos, ya está duro”. Pero, el arte sigue siendo su sello de distinción, de forma que combina el modelo digital con postprocesado y las técnicas de pintura y envejecimiento más artísticas. “A mí me llega casi todo lo antiguo, lo que no se fabrica y tiene que ser lo más real posible”.

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José utiliza la impresión 3D en su trabajo.  JUAN CARLOS TORO

Y en esos encargos se pueden encontrar reposacabezas de un autobús antiguo para una película que todavía está en fase de producción, las bombas y el contador para la serie documental Palomares y los asientos y la instrumentación del panel de mando de los aviones para La Sociedad de la Nieve. Un trabajo minucioso en esta producción cinematográfica que tenía un departamento de arte, en el que trabaja Ossorio, que cuidó hasta el último detalle. “Este broche es una reproducción exacta del que llevaban los pilotos y esto tiene muchísimo trabajo” o “este cuchillo de policarbonato que es una réplica exacta del que se hicieron los supervivientes con las ventanas del avión”.

Hasta llegar ahí han pasado años y también personas fundamentales que José destaca en su cronología profesional, especialmente, el encuentro virtual con Javier Coronilla, el isleño referente nacional en animatrónica que ha trabajado para Star Wars y en películas como Un monstruo viene a verme, también de Juan Antonio Bayona, y series como 30 Monedas. “Un día, de buenas a primera, me salta en Facebook una petición de amistad de Javier Coronilla. Cuando vi quién era, que hacía robótica y que había trabajado en Star Wars, que es lo más top en producción y en pro making, aluciné. Empezamos a hablar virtualmente como cuando uno está de ligoteo”.

Javier dio un curso en la UCA, se conocieron personalmente y fue el punto de unión con el cine. Aquel encuentro, le dio la posibilidad de conocer también a Iván Bejarano, escultor y pintor, con el que estableció una relación que lo lleva hasta Madrid con Bayona, aun sin saberlo. “Me llamó y me dijo que era algo gordo, que no me podía dar ni nombres ni decirme nada pero que buscaban mi perfil. Él iría de prop maker senior y yo junior y que eran seis meses, que luego fueron siete”. Y, “ ¿la verdad? Le dije que no. Yo tenía una niña -ahora tiene otro bebé-, mi mujer es enfermera, pero su familia me dijo que estaba loco, que me fuera, que ya se apañarían y, lo cierto es que yo quería crecer. No podía quedarme en hacer cuatro maquetas, salones mangas y dos grupos de carnaval”.

La experiencia en Madrid no fue fácil y no por “las once horas de trabajo que echábamos todos los días”, sino por la dificultad para encontrar vivienda en la comunidad de Madrid, ni siquiera, en la capital. “Me tuve que meter en un zulo” pero, en todo caso, su trabajo con Bayona supone un plus de calidad en su trayectoria que abarca también el teatro musical. “Hicimos para la escenografía de Matilda una lámpara enorme con unos brazos mecánicos que diseñó un chico de Villamartín”. Su próximo proyecto, en el que está también con Javier Coronilla, es también para un musical y, aunque está confirmado al 99%, aún no se atreve a dar nombres, adoptando ya los tips del mundo del teatro y el arte.

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El taller de José, repleto de materiales.  JUAN CARLOS TORO

Sigue formando parte de la Orquesta Caballati

La música nunca desaparece y, de hecho, sigue formando parte de la Orquesta Caballati y no duda ni en segundo en afirmar que se presentaría a las oposiciones de su especialidad si fueran convocadas. “A mí me sigue encantando la docencia y, sobre todo, me gustaría tener más estabilidad”. Ahí es donde encuentra la falla en esta aventura artística. “Es verdad que hago lo que me gusta y me pagan por ello, pero me he tenido que volver empresario. Yo entiendo y controlo de materiales, de pinturas, pero esto me coge muy fuera de mi zona de confort: negociaciones, logística, contactos, proveedores, redes, etc. Llega un momento que es muy difícil”.

Pero el sueño -que dibuja con Javier Coronilla- sigue intacto y  con ilusiones de que pueda hacerse realidad. “Weta Workshop está en Nueva Zelanda y si desde una isla han hecho todas las películas de El señor de los anillos y trabajan para superproducciones quién puede decir que no podemos hacerlo desde esta isla”. Y por qué no.

Sobre el autor

Vanesa Perondi.

Vanessa Perondi

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