Una nueva etapa para un inmueble abandonado durante décadas en El Puerto. El emblemático edificio neoclásico de la Casa de la Aduana, se encuentra en plenas obras. El alcalde, Germán Beardo, se ha acercado a las calles Micaela Aramburu, avenida de la Bajamar y calle Maestro Domingo Veneroni, donde se ubica, para comprobar de primera mano los primeros trabajos.
Estas labores han sido impulsadas desde el verano por los nuevos propietarios, Palacio de la Aduana S.L., y constituyen el primer paso hacia la consolidación estructural del edificio, que se está sometiendo a su rehabilitación integral para convertirse en viviendas.
Según recoge el anteproyecto, el edificio se transformará en un conjunto de hasta 40 viviendas, cuya distribución será flexible según la demanda. Estas se instalarán en planta baja, entreplanta y primera planta, y contarán con acceso desde los patios interiores y arcadas originales, elementos que serán preservados como parte del legado arquitectónico.

Entre los elementos más destacados que se recuperarán figuran los soportales originales que dan a la Plaza de la Pescadería y el histórico templete de cubierta, que será desmontado y restaurado meticulosamente pieza por pieza. El total de la intervención abarca los 4.000 metros cuadrados construidos del edificio.
Una joya neoclásica volverá a brillar
Construida en 1797 por el comerciante Pedro Pumarejo, la Casa de la Aduana se levanta sobre los restos de la antigua Real Fábrica de Aguardientes y Licores. Su ubicación, entre las calles Micaela Aramburu de Mora, Maestro Domingo Veneroni y la avenida de la Bajamar, junto a la Plaza de la Pescadería, la convierte en una pieza clave del patrimonio portuense y de la Bahía de Cádiz.
La fachada principal, de marcado estilo neoclásico, mira directamente hacia la Plaza de la Pescadería, en una manzana con gran valor histórico por su conexión natural entre la antigua lonja —El Resbaladero— y la ribera del Guadalete, según recoge el Plano Geométrico de 1865 elaborado por Miguel Palacios y Guillén.
"Un espacio de gran valor patrimonial y urbanístico"
Acompañado por la teniente de alcalde de Urbanismo y Casco Histórico, Danuxia Enciso, y por el equipo técnico encargado del anteproyecto, Beardo ha recorrido las instalaciones y conoció los detalles del documento técnico que guiará esta ambiciosa intervención. El objetivo no es solo conservar los valores patrimoniales del inmueble, sino adaptarlo a un nuevo uso residencial, respetando su esencia histórica.
Durante su visita, Beardo subrayó la relevancia de esta actuación. “Esta rehabilitación no solo recupera un edificio histórico en ruinas, sino que devuelve a la ciudad un espacio de gran valor patrimonial y urbanístico”. El alcalde también destacó que la operación reforzará la conexión del Casco Histórico con el río Guadalete y fomentará la vida en el centro urbano. “Este es otro gran proyecto que da cumplimiento al compromiso de este Gobierno con el centro histórico”, añadió.
Enciso, por su parte, recordó que el inmueble llevaba años sufriendo un deterioro progresivo, tras décadas de abandono. Desde 2011, acumulaba expedientes de disciplina urbanística sin que la anterior propiedad asumiera las obras requeridas. No fue hasta marzo de 2024 cuando la nueva sociedad promotora activó una batería de estudios técnicos —estructurales, arqueológicos, geotécnicos e históricos—, permitiendo así el inicio de las primeras intervenciones.
Según explica el Ayuntamiento en una nota, entre las actuaciones preliminares ya ejecutadas se incluye la retirada de elementos colapsados, la colocación de más de 900 puntales para asegurar la estructura y la limpieza y protección de las fachadas. Todo ello se ha realizado bajo la supervisión del área de Disciplina Urbanística, que vela por el cumplimiento de las condiciones de seguridad.
El proyecto contempla también un Plan General de Reforma y Acondicionamiento para su nuevo uso como residencia, incluyendo las obras de consolidación estructural y cubiertas, exigidas por el Ayuntamiento para garantizar la estabilidad del inmueble.
Este ambicioso proyecto se integra dentro del Peprichye (Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico y su Entorno), aprobado en 2021, que regula las intervenciones urbanísticas en esta zona. Además, cuenta con la supervisión de la Comsepe, la Comisión Local de Patrimonio Histórico, encargada de velar por la protección del inmueble, declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
Con esta intervención, El Puerto de Santa María no solo rescata una joya olvidada, sino que la convierte en un motor de dinamización urbana que aspira a devolver la vida al centro histórico con un proyecto respetuoso, ambicioso y lleno de historia.



