Un dato, siempre pendiente de nuevo chequeo, revela el tamaño de la aventura. "He buscado y buscado, por internet, con inteligencia artificial y no he encontrado a ninguna pero siempre puede ser que alguna lo hiciera y no lo documentara".
Con cierta prudencia, Inma Salado, chiclanera de nacimiento y efímera residencia relata desde uno de los escasos puntos con cobertura que no consta que otra mujer en el mundo haya realizado nunca la ruta Orellana en solitario.
La mitológica e histórica vía es la que recorrió el colonizador, español de Trujillo, Francisco de Orellana en el siglo XVI. En 1541 arrancó. Su punto de partida fue Quito y la meta final, 6.000 kilómetros después, la desembocadura del Amazonas en el Pacífico tras navegarlo completo.
484 años después, una gaditana recorre durante estos días sus pasos pero sin estar rodeada de soldados, sin armadura ni espada. Con una mochila, un libro del siglo XIX como guía y toda la ilusión imaginable.
El extremeño que le da nombre al recorrido aparece en los libros de Historia como la primera persona que descubrió el gran río americano en su extensión total, la persona que lo registró y lo documentó ya para siempre.
Al margen de géneros, sea mujer u hombre, tampoco hay demasiados precedentes de la aventura de Inma Salado, al menos en España.
Los únicos españoles que realizaron el mismo trayecto íntegro del Pacífico al Atlántico entre ríos, montañas, lagos, desiertos, selvas, ciudades y aldeas son el novelista Vázquez Figueroa y el reportero Miguel de la Quadra Salcedo.
En ambos casos, sus recorridos completos quedaron convertidos en best seller y documentales antológicos pero datan de 1968. Han pasado casi 60 años.
Luego, ellos mismos y muchos otros recorrieron tramos. Son cientos los que han revisitado partes del inmenso recorrido por el alma natural de América. Pero nadie el trayecto completo.
Empresaria con alma de profesora y guía
Ahora es esta mujer de 44 años la que se atreve a realizar un periplo íntegro que cambió el mundo. Salado es ambientóloga de formación y muchas más cosas de acción. Pero es, sobre todo, la inquietud andante.
Empresaria, docente y bloguera se ha especializado en realizar catas de sal, pescado de esteros y algas en su Chiclana natal, donde vive y trabaja cuando no recorre el mundo.
Este pasado jueves, cuando encuentra la posibilidad de conexión digital, desde el tramo central de la ruta Orellana y tras tocar puerto fluvial en el Amazonas, Inma se define como "apasionada de la aventura y amante de la naturaleza".
Entre ruta y ruta, ha ejercido "la coordinación de una salina artesanal" y actualmente es directora de una empresa que realiza excursiones para centros educativos. También es invitada con frecuencia como conferenciante y asesora sobre destinos "inéditos o culturalmente diferentes".
Pero por encima de cualquier obligación y desempeño, siempre vuelve a la vereda y a la carretera, a navegar o volar porque sobre todas las cosas es "viajera", tanto que en 2017, antes del Orellana, se hizo un Magallanes, una circunnavegación completa aunque no sólo en barco.
Lo relató en un libro de viajes llamado La vuelta al mundo en 80+11 días. Viajar sola. "Es un diario personal de ese recorrido y demuestra que todo periplo comienza con un sueño y la mayoría solemos quedarnos ahí".
Desde 2002 ha recorrido 71 países "acompañada únicamente de mi mochila". Y ha vivido distintas temporadas "en Italia, Cabo Verde y Costa Rica". Queda claro que está afectada por la adicción de hacer más y más caminos, lo que los alemanes lo llaman wunderlust.
Ese vicio le lleva ahora a recuperar una aventura inigualable, por su carácter legendario, por su riqueza natural y, también, por sus peligros.
Hasta el momento de mantener esta conversación, Inma Salado ha recorrido ya la tercera parte de la ruta Orellana, 2.000 de los 6.000 kilómetros previstos. Casi a la mitad entre carretera y transporte fluvial diverso: barcos, barcas, pequeños ferrys y vapores, incluso lanchas.
Ya ha pasado por Ecuador, Colombia y Perú. Acaba de inicar, curso abajo, la navegación del Amazonas por Brasil, hacia la desembocadura final.
Por ahora, las grandes etapas culminadas son, con inicio en Guayaquil, Quito, El Coca, Nuevo Rocafuerte, Cabo Pantoja, Iquitos, Leticia y Tabatinga.
Un texto de orientación con solera
Salado se orienta por el considerado gran libro histórico sobre la ruta Orellana, la obra del fraile Gaspar de Carvajal editada por primera vez en 1894 en Sevilla. Fue el primer gran testimonio escrito de la proeza de Orellana.
"Es lo que voy siguiendo pero en muchas cosas es confuso. Pone los ríos en diferente orden y la escala del mapa también está cambiada". Admite que son las limitaciones de la cartografía de la época, 130 años atrás.
La aventurera chiclanera también quiere plasmar esta nueva vivencia en un texto, algún tipo de publicación más allá de sus periódicos testimonios en redes sociales y de su web, entre personal y empresarial, llamada salyviaja.es
"Mi idea es escribir sobre lo que estoy viviendo incluso antes de terminar. Si termino, claro, porque siempre queda la incertidumbre de lo que pueda suceder. Una vez lo terminas, como me pasó con la vuelta al mundo, parece fácil pero mientras lo haces ves que no lo es".
Pocos deben de ser los que piensan que su proyecto es sencillo. El primero que hizo la ruta quedó para siempre en los archivos y las bibliotecas, en la memoria colectiva de los viajeros.
Siglos más tarde, los españoles que le siguieron no hacen el camino completo en solitario desde 1968. No constan mujeres. Poco fácil parece. Más bien pinta heróico.
