Toda persona que mínimamente se mueva por el centro sabrá reconocer perfectamente la cara de Jesús asomando desde el quiosco de Santo Domingo. Es una estampa que no cambia, de las pocas que permanecen intactas en el paisaje urbano de Jerez.
La familia de Jesús llegó a este quiosco a finales del año 1970, adquiriendo uno ya existente del que aún se conserva una foto antigua en el interior. “Mira, tenía una máquina de tabaco fuera, cualquiera deja esto así ahora”, comenta asombrado Jesús. La estructura actual es del año 81 y Jesús lleva aquí casi 30 años trabajando incansablemente de lunes a domingo, el “día grande de la semana”.
Una chica llega para comprar estampitas (hay clásicos analógicos que no pasan de moda), un hombre recoge su periódico habitual (el intercambio es escueto, coloca su moneda en el mostrador y se marcha con la vista puesta en la portada), y un chico joven se hace con un libro de poesía de Antonio Machado de una colección (una sorpresa inesperada). “¡Qué alegría!, exclama. “En la papelería de mi barrio no lo tenían y he venido aquí con la esperanza de encontrarlo”, dice. “Pues tenía tres que se vendieron y hoy me han traído uno más, así que para ti”, le contesta Jesús. El chico se aleja contento con su libro del poeta sevillano de la generación del 98. Al quiosco de Santo Domingo también llegan lectores ávidos de escritores consagrados, que no se diga.
“Aquí me entero de todo, y cuando digo todo, me refiero a todo”. Jesús, muy prudente, no comparte confidencias de sus muchos clientes, pero asegura que desde este “palco presidencial” le llegan noticias y confesiones de todo tipo, incluso le piden consejo. “Lo bueno de este negocio es que siempre hay gente que viene a verme”, comenta agradecido. Por supuesto, también presume de disfrutar de las procesiones en primera línea pero sin pagar los 300 euros que valen los palcos que están justo delante de él.
Respecto al tipo de público, explica que "el cliente habitual es de 50 años para arriba, pero la juventud también viene mucho para cosas extraordinarias de colecciones y fascículos. Es muy difícil ver a alguien de 18 años comprando un periódico”, cuenta el popular quiosquero. Por la zona en la que se ubica, dice que “hay más gente de este lado (señalando a su derecha) que del otro (señalando a su izquierda), aunque luego llega el domingo y el segundo periódico que más se vende es El País”.
En un día bueno de ahora pueden venderse 90 ejemplares de Diario de Jerez, aunque en los días buenos anteriores a la pandemia unos 150. Si nos vamos a los tiempos anteriores al auge de la prensa digital, estas cifras crecen, llegando a los 500 ejemplares una Madrugá de Viernes Santo. Por cierto que, lo más raro que ha vendido, cuenta que fue precisamente en una Madrugá, cuando un señor le compró a las 6 de la mañana, mientras pasaba La Yedra, un ejemplar de la revista Muy Interesante. Jesús aún sigue sorprendido por esta inesperada venta.
"Me leo hasta las revistas de cotilleo por si tengo que informar a mis clientas"
Jesús “da las gracias a Dios” de tener un negocio que pese a las dificultades ha salido adelante, aunque no le desea este trabajo a su hijo de 13 años. Entre venta y venta, hace siempre un repaso por todos los periódicos: “Yo me leo todo, me leo hasta las revistas de cotilleo por si tengo que informar a mis clientas de cosas que pasan”, cuenta el quiosquero entre risas.
Jesús cuenta que ha vivido momentos difíciles, sobre todo por la aparición de la prensa digital, el declive de la prensa escrita y, en general, el cambio de hábitos a la hora de consumir información; sin embargo, los momentos más duros que recuerda el quiosquero son los que han llegado con la pandemia. “La fiesta más fuerte que tenemos es la Semana Santa, sobre todo por la ubicación del quiosco. Llevamos dos años sin ella y ha sido muy doloroso. Aquí es una semana grande. La Cabalgata de Reyes también nos ha afectado en los dos años que lleva sin pasar”, explica.
El cierre de bares y peluquerías ha pasado factura a este comercio, además de los muchos negocios que han dejado de comprar revistas por las nuevas medidas. Por eso, sigue lamentando las vivencias que le dejó el primer confinamiento: “Salir todos los días sabiendo lo que te ibas a encontrar y con el miedo al virus, ha sido la peor época. Eché mucho de menos a la gente”.
Como cierre, Jesús desea que todo vuelva a la normalidad y que la pandemia deje de llevarse vidas y puestos de trabajo: “Yo siempre digo que el que no está cogiendo covid está muriendo de un infarto o tiene depresión”. Esperemos que dentro de poco, las portadas de los periódicos que todos los días coloca Jesús, puedan dar esta esperada noticia por toda el mundo, y que él pueda leerlo desde su rincón privilegiado.
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