Presentamos aquí un resumen de un interesante memorial que el concejo de Jerez dirige al infante don Fernando, tío del rey Juan II y regente suyo, en 1410. Este Memorial, como otros varios que pueden encontrarse a lo largo de las actas capitulares del siglo XV conservadas en el Archivo, no está referido a ningún problema particular, sino a un conjunto de circunstancias acuciantes que revelan la difícil situación en que se encuentra Jerez como consecuencia de las campañas militares del infante en la zona fronteriza con Granada.

Se ve que antes del auge económico de la segunda mitad del siglo XV y durante el siglo XVI, Jerez es, en 1410 al menos, una ciudad de frontera asfixiada por sus tareas militares y debilitada en orden a articular unos intereses comunitarios propios y suficientes frente a las duras exigencias bélicas de la Corona. En esos momentos, toda la zona gaditana está bajo la sombra de los sucesos militares relacionados con la campaña del infante don Fernando. 

Hipólito Sancho la sintetiza así para 1407: “Salen las huestes de Jerez con el pendón para tomar parte en la campaña del Infante D. Fernando, que culmina en el primer momento con la toma de Zahara, en la cual se distinguieron caballeros jerezanos, como Fernando Alfonso de Zurita, favorecidos con acostamientos y otras mercedes. Se encuentran noticias ciertas de la existencia de la armada que la ciudad sostenía y de la que era capitán Álvar Núñez Cabeza de Vaca, uno de los muchos de este nombre”; y así para 1410: “Prosiguiendo la cooperación a las campañas del Infante, concurre Jerez a la toma de Antequera, mereciendo le diese cuenta de la ganancia la infanta Doña Leonor. En este año se agitó la cuestión de la muerte de Gonzalo Gil y Domingo Mateo de Maya, con lo que se volvieron a resucitar las banderías un tanto dormidas…”.

En la relación de actas capitulares de 1409 a 1430 aparecen más de trescientos acuerdos que aluden al año 1410 (folios 1r. a 108v.). Su conjunto, en el que se inserta el documento que comentaremos, revela la gran minuciosidad con la que alcaldes, regidores y jurados intentan ordenar la vida económica, política, militar, judicial, fiscal, concejil, demográfica, social, etc., de la ciudad, su término y su gobierno local. Concretamente, los cabildos que tienen lugar en los primeros días de abril de 1410 muestran cómo las dos preocupaciones principales de los gobernantes locales se reducen, efectivamente, a prácticamente dos, a saber, la campaña de Antequera y la fiscalidad:

Resumidamente, el documento al que nos referimos señala los siguientes problemas que Jerez padece y respecto a los que pide soluciones:

PÁRRAFO 1º: Que algunos arrendadores y pesquisidores de los años pasados, frente al buen trabajo del concejo y de empadronadores y cogedores de monedas, apremiaban a los vecinos de Jerez; que esto lo hacían con muchas presas y represalias, y con consentimiento de varios jueces (los del Adelantado, los de comisiones, los de la ciudad de Sevilla, etc.), hasta el punto que los vecinos son corridos tanto como si fueran moros; que había riesgo de despoblamiento hacia lugares comarcanos, como Sevilla o lugares de señoríos francos; “… e no tenemos en esta tierra a quien lo querellar”; y se pide un “conservador” en la dicha ciudad de Sevilla.

PÁRRAFO 2º: Los castigos de los arrendadores son de mayor cuantía que la deuda contraída; que hay peligro de despoblamiento con las consecuencias sobre guarda de la frontera y lugares comarcanos; petición de poner por tasa las monedas de la ciudad; petición de mandar coger las monedas como se hacía en tiempos de don Enrique “vuestro hermano”.

PÁRRAFO 3º: que los arrendadores del montadgo no presionen a los vecinos que andan con sus ganados por el término, como ocurre de cuatro años a esta parte, y se respeten los privilegios que al respecto tiene Jerez.

PÁRRAFO 4º: que por causa de las guerras y otros menesteres se está en gran necesidad; petición de poder echar dinero sobre el vino y la carne igual que se hace en Sevilla.

PÁRRAFO 5º: que las cartas que ganan los arrendadores contra los vecinos de Jerez obligan a estos a ir a la corte para pleitear; petición de poner una buena persona por juez para que los oiga en Sevilla, “segund que lo avemos por privillejo en los plitos çeviles”.

PÁRRAFO 6º: que Jerez no pude atender el pedido de 250 caballeros, 450 hombres de a pie (ballesteros y lanceros); si estas personas fueran a la guerra la tierra de Jerez y las villas comarcanas serían corridas; pero Jerez puede ir cuando la entrada se realice por esta comarca.

PÁRRAFO 7º: que no se puede atender el pedido de 300 bestias asnales, porque apenas queda un asno en la ciudad para el surtido de leña.

PÁRRAFO 8º: que el notario de Andalucía que está en lugar de Per Afán de Ribera da algunas sobrecartas desaforadas, pues por ellas hace nuevas leyes en materia de coger monedas y castigos por deudas.

PÁRRAFO 9º: que se guarde a los caballeros de silla antigua que sostienen armas el derecho a no pagar monedas algunas.

Es decir, nos encontramos, sucintamente, ante ocho cuestiones principales que afectan a la vida concejil en 1410: 1ª: los atrasos en el pago de los impuestos, 2ª.- los excesos cometidos por los arrendadores contra los vecinos, 3ª.- el impuesto sobre los ganados (montadgo), 4ª.- la conveniencia de un nuevo impuesto sobre el vino y la carne, 5ª.- la falta de juez sobre temas fiscales, 6ª.- los pedidos de guerra, 7ª.- la exención de impuestos para los caballeros antiguos, y 8ª.- el respeto a la forma de recoger los impuestos y que no haya innovación en ello. Estos 8 asuntos están relacionados, obviamente, con la problemática fiscal reinante y tienen por telón de fondo, como ya hemos dicho, dos realidades de más largo alcance: el cuidado militar de la frontera y el peligro de despoblamiento. Es decir, la presión fiscal por causa de las exigencias de aprestos militares pone en serias dificultades a la ciudad.

Del contenido del texto llama la atención que el concejo de Jerez se atreva, justamente en el momento de la guerra, a hacer un memorial al rey pidiéndole una serie de soluciones que corrían el riesgo de ser interpretadas por el infante D. Fernando como una estrategia de presión de cara al envío o no de soldados y pertrechos al escenario de las batallas. Este hecho, aunque una interpretación exhaustiva del mismo no es objeto de este artículo, podría ser una señal no solo de la resistencia, obvia, sino también de la oposición expresa del concejo a participar en la guerra si no es en razón a un peligro territorial que le afecte directamente: “Porque vos pedimos señor por merçed que a la vuestra merçed / plega de remediar en esto que quando la entrada oviere de ser por esta comarca prestos estemos”.

Por último, importa subrayar el hecho de que los memoriales de los concejos, como fórmula documental de relación entre el rey y sus gobiernos locales, es algo que aún no ha sido estudiado por nuestra historiografía con el detalle que merece, pues se conoce la existencia, aunque no el tenor, de varios memoriales de Jerez a lo largo del siglo XV que sintetizan el devenir de la ciudad y su término en esta centuria.

 

Sobre el autor:

Cristóbal Orellana.

Cristóbal Orellana

Licenciado en Filosofía (US), Diplomado en Geografía e Historia (UNED), Máster en Archivística (US), Máster en Cultura de Paz y Conflictos (UCA), de profesión archivero, de militancia pacifista, de vocación libertario, pasajero de un mundo a la deriva.

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