El manto de La Soledad vuelve a deslumbrar después de más de 3.000 horas de trabajo

El artesano Jesús Rosado ha dirigido este trabajo durante un año, empleando a nueve bordadoras cuyo resultado final ha merecido las mejores evaluaciones

El manto de La Soledad vuelve a deslumbrar.
El manto de La Soledad vuelve a deslumbrar.

Un año de trabajo, diez personas empleadas, ocho horas diarias de elaboración, que se traduce en cerca de 3.000 horas dedicadas a esta restauración, que no solo se ciñe al ámbito de la recuperación de una obra de arte, también destaca por el alcance que tiene en la economía de estos talleres que gracias a este encargo ha dado empleo a diez personas.

La Hermandad de la Soledad ha presentado el trabajo de recuperación del manto de la Dolorosa de la calle Porvera, que ha dirigido el artesano astigitano Jesús Rosado. En el acto, celebrado en la Sala Compañía, se explicó el proceso seguido mediante proyecciones de las fases empleadas así como las técnicas usadas.  En resumen, se ha respetado el diseño original en toda su extensión, hasta las pequeñas imperfecciones que tiene el dibujo pero que son parte del original que salió en 1947 del taller de Elena Caro, que posiblemente fuera la primera pieza importante que digirió directamente esta mítica bordadora sevillana y que en su conjunto pesa unos 80 kilogramos.

Rosado ha dirigido este trabajo. Un dato importante, casi el 95 por ciento de las piezas bordadas han tenido que ser retocadas en mayor o menor medida, según el estado de conservación de las mismas. De antemano, el manto estaba bastante deteriorado de ahí que la intervención haya sido importante. El propio Rosado situó en la UCI su estado.

El terciopelo negro sobre el que va el bordado ha sido cambiado. Incluso las piezas internas de fieltro o cartulinas también se han arreglado, que no sustituidas para ser lo más fiel posible al concepto de preservar siempre el original. De hecho, para ser más escrupulosos con el diseño original, el manto fue escaneado para trabajar sobre una imagen digital que reproducía fielmente el manto en origen. De esta forma se consigue que la pieza y su dibujo se reproduzca fidedignamente sin que quepan posibles errores.

Así lo subraya Rosado quien recalcó que el trabajo ejecutado ha sido una restauración en su concepto más estricto. El bordador también llama la atención sobre el resultado final y la unidad cromática alcanzada. Es decir, que dado que la mayoría de las piezas han sido tratadas, es posible apreciar los brillos del hilo de oro nuevo junto al que estaba más desgastado. Esto permite alcanzar una más que óptima visión del manto en su conjunto. Por cierto que en la labor de desmontaje no ha aparecido ningún mensaje o petición en papel entremetido en el interior, como se ha descubierto en otros trabajos de este tipo. Las bordadoras solían dejar recuerdos o peticiones escritas insertados en los forros.

El acto se adornó con la música de un quinteto de viento de la banda portuense Maestro Dueñas, que interpretó varias piezas de marchas procesionales y fue presentado por Enrique Gallardo.

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