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El colectivo Sebastián Oliva pretende presentar un proyecto al gobierno local, que ya intentó poner en marcha con el PP, para utilizar parte de la finca Santa Teresa como zona de autoabastecimiento.

Pequeños huertos, de entre 50 y 100 metros cuadrados, en los que familias y personas con pocos recursos económicos puedan cultivar sus propios alimentos para autoabastecerse. Es la premisa con la que se presentó el colectivo anarquista Sebastián Oliva en el Ayuntamiento en 2012, con el PP en el gobierno local, e incluso hubo fecha de puesta en marcha del proyecto, que nunca llegó a ver la luz.

En enero de 2013, un par de meses después de la fecha prevista para ponerlo en marcha, el ejecutivo popular argumentó que la zona donde pretendían instalarse estos huertos era inundable, que el agua del pozo más cercano no era apta para el riego –ni había bomba ni corriente eléctrica– y que estimaba el coste de implantación en unos 175.000 euros, entre la adecuación de los caminos y la creación de una bolsa de aparcamiento.

La finca Santa Teresa es el lugar elegido para instalar estos huertos, en una extensión de unas 13 hectáreas con parcelas de 50, 75 y 100 metros cuadrados, según los miembros con los que cuente la unidad familiar beneficiada. El colectivo Sebastián Oliva insiste en que la puesta en marcha del proyecto tiene “coste cero”, ya que cuenta con personal suficiente para todas las actividades que pretende realizar.

La formación también es importante, ya que se incluye la creación de un aula de aprendizaje para enseñar a los usuarios a sembrar determinado tipo de cultivo según la época del año. Para ello piden un local para crear un banco de semillas, en algún local cercano a los huertos, donde poder realizar cursos sobre técnicas de cultivo, plantas resistentes o semillas, y otras actividades formativas como visitas guiadas a los huertos y cursos para la divulgación de la cultura agrícola.

En su día llegó a haber más de 100 personas inscritas esperando gestionar uno de los huertos, antes del que proyecto quedara en stand by. El colectivo Sebastián Oliva espera presentárselo en breve al gobierno socialista, con el que tiene solicitada una reunión, y al que le explicará los requisitos que deben tener los beneficiarios para hacerse con uno de los terrenos.

“Podrán acceder a una parcela aquellas personas físicas, unidad familiar o colectivo que demuestren de tal necesidad con la aportación documental de carencia de recursos económicos y/o patrimoniales, salvo vivienda de uso habitual”, recoge el proyecto, que prevé la asignación de huertos a colectivos sociales de la ciudad, sin ánimo de lucro, “que deberán presentar copia de los estatutos o documento que lo acredite”. Claro está, se les denegará el uso de la tierra a aquellos que no lo destinen al fin acordado, esto es, llenar la nevera de sus casas, sin cedérselo a un tercero ni lucrarse con los productos cultivados.

“No es una cuestión política, sino de autonomía ciudadana”, sostienen desde el colectivo, que asegura contar con los medios necesarios para iniciar el proyecto cuando sea necesario. Esto es, cuando cuenten con el visto bueno del Ayuntamiento, que con el PSOE en la Alcaldía, aún no conoce oficialmente el proyecto.

La explotación de la zona, propone el colectivo, sería de cuatro años inicialmente, prorrogables una vez pase ese periodo, para que “sea posible su continuidad en el tiempo para el logro de los objetivos que se persiguen con esta iniciativa” que pretende, a su vez, establecer alianzas con la Red de cooperativas integrales y otras entidades colaboradoras.

“Cuando se den las condiciones optimas se tratará la constitución de una cooperativa integral”, señala el colectivo, que añade que será el Ayuntamiento quien establezca las condiciones legales de explotación de estas tierras destinadas a la producción en régimen de autogestión.

El balón, ahora, está en el tejado del gobierno local. De hecho, la alcaldesa Mamen Sánchez propuso en campaña fomentar la implantación de huertos vecinales y urbanos, "aprovechando los numerosos lugares abandonados, deteriorados o infrautilizados que existen en Jerez, y que se destinarían al autoconsumo".

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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