Fray Diego José de Cádiz.
Fray Diego José de Cádiz.

Leyendo el libro El misionero capuchino. Compendio histórico de la vida del venerable siervo de Dios el M.R.P.Fr. Diego José de Cádiz, misionero apostólico de propaganda fide… (Cádiz, 1811) caigo en la cuenta de lo triste que debía ser aquella época en que las creencias religiosas —en España la Ilustración no llegaría a las masas y a la burguesía de provincias hasta muy tarde— hacían las delicias y los miedos de legos y profanos. El caso es que hacía poco más o menos diez años que había muerto el furibundo predicador Diego José de Cádiz (1743-1801) cuando el fraile Serafín de Ardales (o Hardales) decidió biografiar al conocido personaje del algo lúgubre Cádiz dieciochesco. Este oscuro hombre fue hecho beato por el papa León XIII el 22 de abril de 1894, cuando ya las ideas socialistas y anarquistas habían echado hondas raíces en las masas campesinas y obreras de toda Europa. Veamos.Veamos.

Empecemos diciendo, de la mano de la biografía de Ardales, que la madre del “venerable” y “beato” fray Diego resulta que era de Jerez: “Sus Padres fueron Don Josef López Caamaño, Texeiro , Ulloa y Varcelal , natural de la Ciudad de Tuy, Reyno de Galicia, y Doña María Garci-Pérez de Rendón, de Burgos, Ocaña, Sarmiento, y Palomino., natural de la villa de Ubrique, Serranía de Ronda … oriunda de Xerez de la Frontera, y de los ilustres ganadores de aquella Ciudad , como de ello hizo memoria su buen fijo en la oración gratulatoria, que hizo á su Ilustre Ayuntamiento, quando le distinguieron con el honor de asociarle al número de sus individuos, enlazada con la Excelentísima Casa de Benavente”.

Su férrea capacidad persuasiva nos la cuenta el biógrafo cuando se refiere a la batalla campal que el fraile predicador dio contra los cómicos y contra el teatro: “En la Ciudad de Antequera predicando una tarde contra las comedias, hizo ver con tanta evidencia los abusos del teatro, y sus fatales consecuencias, que allí mismo le interrumpió el auditorio protestando aborrecerlas, y quitarlas del todo. Esto mismo se verificó aunque no en estos términos, sino por acuerdos formales de los Ayuntamientos, en las Ciudades de Granada, Sevilla, Córdoba, Málaga, Écija, Ronda, Jaén, Martos Murcia, Carmona, Cartagena, Xerez… y en algunos de estos Pueblos llegó á tanto el fervor, que echaron por tierra la casa donde se representaban”.

No cabe duda de que lo que el contundente verbo y desbordante teatralidad sacra del fraile predicador causaba era pavor, conmoción, congoja, recogimiento y miedo… “Este conjunto de expresiones, y acciones excitó tanto que toda la Ciudad se puso en movimiento. Las Comunidades no solo de Religiosas, sino también de Religiosos, fue mucho lo que en aquella noche hicieron de oraciones, y ejercicios para aplacar a Dios. Los seglares confusos, llorosos , unos se fueron al Calvario , otros a sus casas, todos asustados se hicieron innumerables promesas, rogativas, confesiones generales, sin poder dar abasto á tanto en muchos días, habiendo sido el siguiente al de este suceso , como un Jueves Santo; las Iglesias llenas de gente, cerradas las tiendas y oficios, especialmente por la tarde que se formó la procesión de penitencia en la que iban casi todos los vecinos de la Ciudad, y el Apostólico Misionero corriendo de extremo á extremo, exhortando á penitencia con el Crucifijo en la mano: sus exhortaciones en estas ocasiones se reducían a una breve sentencia eficaz y concluyente proferida con notable ardor, y fuerza, las que siendo muy frecuentes, herían extraordinariamente. Esto mismo que repitió en Xerez, y en Estepa, causó los mas asombrosos efectos para bien de las almas…”.

Una ilustración de Fray Diego José de Cádiz.

Contra los delincuentes, asesinos y ladrones parece ser que el fraile tenía no ya buena mano, sino que les cambiaba la vida hacia el bien con solo hablarles, como le agradeció una vez el capitán general sr. Bucareli. Así, un día en Málaga, aunque estaba hablando sobre la doctrina cristiana de devolver bien por mal, empezó de pronto a hablar sobre el homicidio… “para contener a ciertas personas del auditorio, que intentaban a la primera ocasión oportuna, cometer tan horrendo atentado con unos sujetos de quienes no habían recibido daño alguno, y solo movidos contra ellos por ser Franceses, por la noticia que vino en aquellos días de la trágica muerte del Rey de Francia. Habiendo tenido tan favorables efectos, que arrepentidos desistieron. Este suceso se hizo público, porque algunos de los cómplices que oyeron al Padre se delataron al Ecxmo. Señor Capitán General, que lo era el Señor Bucareli, quien así lo refirió después, hablando del mucho fruto que producían los Sermones del P. Fr. Diego de Cádiz”.

En nuestra ciudad, en Jerez, ocurrió que “aún fue más eficaz la moción que otro Ssermón causó en cinco hombres , que estando predicando en la Plaza de Xerez se acercaron á oírle, más bien a hacer hora para emprender un robo de consideración, que por aprovecharse de la santa palabra, pero esta hizo en aquellos duros corazones, tanto y tan extraordinario efecto, que todos arrepentidos, y llorando sus enormes culpas pasaron al día siguiente a Capuchinos, buscaron al Padre Misionero, y confesaron con él, habiéndose retirado uno de ellos a un desierto, y otro tomado el hábito en cierta religión”.

Fray Diego tenía visiones y meditaba a veces sobre, por ejemplo, cómo era posible que el cuerpo del Señor Jesucristo estuviera en tantas partes, es decir, en tantos sagrarios de multitud de templos. Se “enagenó” en la meditación una vez y cuando despertó de ella vio… “en la pared del frente, en la que vio formado un hermoso viril, en su centro figurada la forma, una porción de ellas pequeñas esparcidas por la circunferencia, y que el rayo del Sol siendo uno solo, y terminándose á la forma mayor reflectaba á todas las otras…”.

Después de esta experiencia apostó el fraile por una práctica religiosa ya entonces poco admitida como era el “jubileo de cuarenta horas” (“manifestar a su Magestad por espacio de cuarenta horas exponiéndolo a la pública veneración de los fieles, en memoria de las cuarenta horas, que realmente estuvo difunto en el sepulcro”). Hizo todo tipo de gestiones para avivar esa práctica hasta el punto de “se interesó con el Ecxmo. y Eminentísimo Señor Cardenal Delgado para que hiciese la súplica , (y aun se asegura formó las Preces) para que el mismo Santísimo Padre concediese un Breve a favor de los pobres jornaleros, para que volviendo de sus trabajos ya anochecido, y consiguientemente ya reservado el Santísimo ganasen las Indulgencias concedidas al Jubileo, visitando y orando un rato en la Iglesia en que por turno estuviese, o a su puerta si estaba cerrada…”. En Jerez también hizo gestiones para que esta práctica de las cuarenta horas se avivase. De aquí vienen actualmente los rituales: “Real Congregación de Luz y Vela de Sevilla (@LuzyVelaSevilla). Parroquia de Santa Cruz. Promovemos y organizamos desde 1791 el Jubileo Circular de la XL Horas, exposición eucarística por turnos en 100 templos de la ciudad” (véase: https://twitter.com/luzyvelasevilla?lang=es)

Quizás tanto éxito por parte del fraile predicador, aparte de su reconocido extraordinario celo, fuera que movía a la compasión de los ricos y de las instituciones de la época a dar limosnas precisamente al calor de sus sermones en la calle o en los templos de las ciudades por donde deambulaba: “En el mismo Pueblo de Cádiz, se movió tanto a compasión un sujeto que le oyó predicar de la limosna, que en pocos días repartió á los pobres muchas talegas de plata … También por otro estilo fueron muchas veces socorridos los pobres , y era cuando los Ayuntamientos , y sujetos particulares en señal de gratitud le hacían algunas expresiones por sus sermones y pues como no se verificó jamás que tales dadivas admitiese, como entre otros muchos casos se vio en Xerez de la Frontera,y Rota resultaba el bien para los pobres, a quienes los dueños los repartían”. El Ayuntamiento de Xerez le quiso dar una vez algún estipendio por sus preocupaciones sociales, pero él no aceptó nunca, según el biógrafo, ninguna dádiva, diciendo que mejor lo tiren al estiércol o bien que pobres encontrarían en las calles quienes le traían el dinero.

Más que peculiar era el mencionado fraile capuchino. En el trayecto de Xerez a Ubrique, iba caminando un día y su arriero le dijo: “Padre, mucho anda Vd.”, a lo que el venerable respondió: “Los Mulos Gallegos son fuertes”. Otra anécdota suya: “Comiendo en otra ocasión con otros sujetos pusieron unas pasas gorronas en la mesa, y preguntó a todos, ¿en qué se parecían aquellas a él. Nadie acertaba; y é dijo: en lo gorrón”. Por supuesto, hacía milagros: “Hallábase enfermo un niño con cierta carnosidad sobre los ojos, llevólo su madre al Convento para que el Padre Diego le dijese un Evangelio, le hizo la señal de la Cruz en la mejilla bajo el párpado inferior, le dijo un Evangelio y la carnosidad se disipó en el momento, y la Cruz se le quedó impresa; así fue visto de muchos en la Cartuja de Xerez donde trabajaba”. Otro ejemplo quitadolores: “Vivía en el Convento de Capuchinos de Xerez un religioso llamado Fr. Angel de León , padecía  un fuerte dolor de muelas., … para aliviarse de su dolencia [dio en] beber una poca de agua en la taza que actualmente servía al Siervo de Dios, lo hizo así y afirma que instantáneamente se le quitó [el dolor de muelas] y no le volvió más”.

También tenía cualidades proféticas, sobre todo para presagiar cosas malas, como cuándo una persona iba a morir. Si se enfadaba o se le contrariaba entonces sus temibles profecías se podían intensificar… “referir los trabajos, y castigos que anunció a varios Pueblos, y su cumplimiento. Habiéndose vuelto a abrir en Sevilla el Teatro, que a ruegos del Padre, y de su digno Arzobispo había estado cerrado algunos años, se representó en su apertura una Loa, que a juicio de todo hombre prudente fue una indecorosa sátira contra el Clero… Por este tiempo fue nuestro Venerable a predicar allí, y como el asunto era tan público, y escandaloso, habló en dos o tres sermones con su acostumbrado celo y fervor, tanto contra las representaciones como contra la insinuada composición: y en la última tarde que predicó a un numerosísimo concurso dijo estas palabras: Os habéis divertido a costa de los Sacerdotes de Dios, habéis abusado de su respetable traje (salía al Teatro uno vestido de hábito clerical) y en público habéis tirado a convencernos de venales de la sana y santa moral de Jesucristo (ofrecíanle limosna, y mudaba al punto de opinión ) pues en su nombre os digo , que días vendrán y no están lejos, en que busquéis despavoridos a los Sacerdotes y no los encontrareis, les llamareis a gritos, revolcándoos en vuestros lechos, y no os responderán… Tres años no pasaron sin que el cruel azote de la epidemia viniese sobre aquella Ciudad…”

Unos poco divertidos vaticinios que “profirió sobre Málaga, en su última misión se han cumplido muy a la letra. Y predicando en Xerez de la Frontera el año de mil y ochocientos, anunció los estragos que allí causó la epidemia con la claridad de estas palabras: Huiréis de vuestras casas, dejareis el pueblo, saldréis a los campos, y no hallareis sino cadáveres esparcidos por ellos, estas serán las espigas y frutos en que abundarán. Así fue, pues quizá en ningún Pueblo infestado morirían tantos en el campo como allí, ni sería más escasa la cosecha de granos, que en su campiña”. En Jerez los muertos por la llamada fiebre amarilla de 1800 fueron más de 5000 personas. Vivir de la predicación agitando la bandera del miedo y de un Dios justiciero fue, todavía más que un negocio rentable para fray Diego (que al parecer no buscaba enriquecerse él), una pasión irrefrenable.

Cristóbal Orellana González es archivero municipal de Jerez (http://memoriahistoricadejerez.blogspot.com/

Sobre el autor:

Cristóbal Orellana.

Cristóbal Orellana

Licenciado en Filosofía (US), Diplomado en Geografía e Historia (UNED), Máster en Archivística (US), Máster en Cultura de Paz y Conflictos (UCA), de profesión archivero, de militancia pacifista, de vocación libertario, pasajero de un mundo a la deriva.

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