El cierre de un negocio nunca es una buena noticia. En el Jerez rural, este domingo se ha conocido el final de un negocio de hostelería casi 30 años de vida, algo de lo que han informado los propietarios en redes sociales.
La venta Pizarro, de Cuartillos, ya es historia. "Desde el 31 marzo, las puertas de nuestra venta permanecerán cerradas de forma indefinida", señala la propiedad. "Esto ha sido una decisión difícil y dura, decimos adiós a casi 30 años de trabajo y esfuerzo de nuestra familia, pero hemos valorado que a veces es necesario tomar un descanso, y respirar un poco", agrega.
Antonio Pizarro, hijo del fundador de la venta, era el encargado de gestionar un negocio que, por ahora, dice basta. "Detrás de las puertas de Venta PIzarro se queda una parte de cada uno de los miembros de mi familia, de mi padre Pizarro, de mi madre Charo, de mis hermanas Rocío e Inma y sin duda alguna una gran parte de mi corazón y de mi vida", apunta en redes sociales.
"Quisiéramos agradecer a todas aquellas personas que han depositado toda su confianza en nuestra casa, a aquellos clientes se han convertido en familia, a todos aquellos profesionales que ha pasado por nuestra casa y que han aportado su granito de arena para que este proyecto continuara adelante, a todos los proveedores y empresas que siempre hemos podido contar con ellos en las buenas y en las malas y a los amigos que han sido apoyos incondicionales", insiste la propiedad del negocio, ya cerrado.
"Se quedarán en nuestra memoria y grabados en nuestros corazones, todos y cada uno de los momentos vividos durante tantos años así como todas las palabras y gestos de cariño recibidos y las miles de anécdotas que mantendrán vivo el recuerdo de mi padre", ha asegurado Antonio en las redes del negocio, que echa el cierre.
"Hoy con lágrimas en los ojos y dolor en el corazón decimos adiós a una etapa de nuestra vida, pero miramos con esperanza al futuro y con ganas de volvernos a ilusionar y con los brazos abiertos a lo que la vida nos traiga", ha asegurado, terminando dando las gracias, aunque deja una rendija abierta: "Como no nos gustan mucho las despedidas mejor decimos un hasta luego, nunca se sabe".
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