Pizarro, la 'joven' venta de dos generaciones en Cuartillos: "Mi padre me ha enseñado a estar antes de que lo pidan"

La venta clásica fue fundada en 2004, pero le ha dado tiempo a ganarse su sitio en un entorno gastronómico de establecimientos muy interesantes. Recomienda el rabo de toro o el gallo a la marinera, "que de la forma que lo hacemos se ve menos por aquí"

Antonio Pizarro, con su gallo a la marinera en la terraza de su venta.
Antonio Pizarro, con su gallo a la marinera en la terraza de su venta. MANU GARCÍA

Antonio Pizarro es hijo del fundador de la Venta Pizarro, ya jubilado. Ubicada en Cuartillos, en una carretera que es una delicia para los amantes del buen comer del mundo rural, mantiene sobre todo la esencia de creer en un tipo de establecimiento sin las piruetas de la cocina moderna y buscando enamorar a paladares que disfrutan de la comida de toda la vida.

La venta echó a andar en 2004, cuando esta familia de La Barca compra el establecimiento. Antionio lleva desde que abrieron. Ahora tiene 40 años, por los que en los pasados 16 ha tenido tiempo de aprender a llevar, aún bajo los consejos de su padre, una casa como la Venta Pizarro. "Nos fue bien hasta la crisis, pero seguimos luchando. Estos años hemos intentado seguir en la misma línea. Él ha sido un trabajador nato, camarero, que disfruta cuando la gente se va contenta".

Entre semana, sobre todo, trabajan el menú del día, con un establecimiento de gran terraza. Cuatro o cinco primeros y segundos, pan y bebida, del menudo a los chocos, carnes en salsa o pescados de la Bahía. Luego, sobre todo el fin de semana, la carta. "Trabajamos la carne ibérica, que sale bastante bien", indica Pizarro, "pescados a la plancha, gallo a la marinera, guisitos, carrillada, colita de toro, una venta clásica. El grueso de la clientela sabe dónde viene".

El rabo de toro servido en la Venta Pizarro. FOTO: MANU GARCÍA
El rabo de toro servido en la Venta Pizarro. FOTO: MANU GARCÍA

El entorno ayuda. "Cada uno de los tres" a los que separan algunos metros, Pizarro, Noelia y Gabriel, "compartimos hasta alguna clientela que va a un sitio o va a otro, y me llevo muy bien con los dos". Es de esas realidades del negocio en el que, más que competir, la cercanía retroalimenta a todos, y que da ese toque especial a Cuartillos.

"Aquí trabajamos con mucho cariño la calidad precio", explica sobre su Pizarro. "Nos gusta también ofrecer cosas que vemos menos por aquí, como el gallo a la marinera", en tomate y bañado en salsa con almejas y mejillones. "Este tipo, con este tipo de marinera, no es tan común por aquí y nos gusta mucho servirlo". Y aprovechando el entorno rural, "trabajamos mucho la verdura de la zona, o la chacina, para pistos y para desayunos".

Y, por supuesto, los tamaños. "Pechugas de pollo completas", que cubren todo el plato. "La berza, el ajo de los domingos", explica que son otros clásicos, y el pescado no solo en esos fritos sino también a la plancha.

La paella, servida de entrante como 'obsequio' con la bebida. FOTO: MANU GARCÍA
La paella, servida de entrante como 'obsequio' con la bebida. FOTO: MANU GARCÍA

Para un menú homenaje de esos fines de semana, habla de un entrante de espárragos, con un primero de sopa "de marisco o picadillos". Y de segundo aprovechando esos "platos gigantes", de choco, pez espada, carnes ibéricas a la brasa. "El personal, por comer, no se queda sin comer", lo que ayuda a que sea una clientela de Jerez, La Barca o El Puerto, San Fernando, El Valle de familias que van a buscar ese regalo de fin de semana.

La crisis, dentro de lo dura que es para todos, afecta algo menos a esta venta porque, para empezar, en marzo pudo aprovechar parte del producto en cámara de congelación propia, y porque el grueso del negocio va en horas diurnas para el invierno. La noche funciona "más en verano", por lo que, en sí mismo, han podido aguantar. Además, Cuartillos pertenece al término municipal de Jerez, por lo que el golpe es importante pero no definitivo, aunque "la gente se ha animado menos últimamente", a cuenta de las cifras.

De su padre, el fundador, se queda con los consejos para llegar con ganas y servir con alegría. "Suele venir, mira, ve las tapas, y como si fuera un cliente, opina de lo que come. De él he aprendido a estar sin que te lo pregunten, ofrecerte, y tratar con respeto". Una gran enseñanza que insufla de vida y de futuro a esta venta de Cuartillos.

La tarta de queso, servida en copa alta y muy abundante, y que viene como una de las opciones del menú. FOTO: MANU GARCÍA
La tarta de queso, servida en copa alta y muy abundante, y que viene como una de las opciones del menú. FOTO: MANU GARCÍA

 

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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Comentarios (1)

abel Hace 3 años
No lleva 16 años detrás de la barra. De los 40 que tiene, serán 40 y 9 meses respirando el runrun de las comandas bien servidas, los piscolabis generosos, la copa con algo más de lo usual y los cafés y tostadas que levantan los animos. Es el mejor... y como persona tres estrellas michelin.
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