Por asociación de ideas, muchos gaditanos creen que se trata de un homenaje a la ciudad italiana. Tendría sentido. Un alto porcentaje de apellidos en la ciudad (hasta un 20% según algún estudio) tiene origen en ese país.
La migración de paso entre Italia y América legó decenas de apellidos, tal cual o modificados, al padrón de la ciudad de Cádiz y por una cuestión económica, casi todos procedían de la capital de Liguria, Génova. No es que todos los viajeros fueran nacidos allí, es que se concentraban en ese enorme puerto para salir entre los siglos XVII y XIX.
Parece de cajón. Parque Genovés como tributo a Génova. Pero no. Es recordatorio a Don Eduardo José Genovés Puig, político español nacido en Valencia a principios del XIX y fallecido en Cádiz en 1897.

Entre un momento y el otro le dio tiempo a ser alcalde de Cádiz sólo dos años, 1891 y 1892-. Ganó fama de solidario y benefactor pese a su vínculo con la "restauración borbónica". Líder del Partido Liberal Conservador de Cádiz cuando ser liberal y conservador tenía otro significado.
Incluso fundó periódicos en una etapa con casi una quincena en la ciudad. Fue el primer presidente que tuvo la Diputación Provincial de Cádiz y en su breve etapa como regidor gaditano encontró hueco y fuerzas -según alguna enciclopedia- para renovar partes de la ciudad con velocidad.
Se le atribuye la primera reglamentación para dar orden organizativo al ya febril carnaval gaditano, así como dos obras públicas importantes. La primera fue la recuperación y "embellecimiento" de la plaza de la Catedral.
La segunda fue la transformación del paseo de las Delicias en lo que años después de su fallecimiento, como reconocimiento a su labor, pasó a llamarse parque Genovés.
Y por ahí vaga su fantasma para los que crean en ellos porque cuesta encontrar razonamientos lógicos para el deterioro del entorno, más que de los jardines en sí, de este teórico pulmón de la ciudad de Cádiz.
La cuestión sucesoria
Los tres últimos alcaldes, entre 1995 y el presente, han tropezado en alguna de las piedras que rodean su célebre cascada de patos. Teófila Martínez proyectó e inauguró la fallida -catastrófica strictu sensu- pérgola para separar el parque del paseo de Santa Bárbara.
Este lunes se conocía el tercer incendio considerable en una estructura abandonada y deteriorada con sorprendente precocidad desde su inauguración en 2012, cuando la alcaldesa encaraba su cuarto y último mandato consecutivo.
El sucesor, José María González Santos Kichi, trató de buscar alternativas de recuperación, mantenimiento y uso de una construcción que se ha mostrado inservible desde que nació. Todos los proyectos, incluido el de cesión a la Universidad de Cádiz, acabaron en nada.
Los de Bruno acusan a los de Kichi de haber ocultado la difícil realidad de la zona, éstos a los de Teófila de haber puesto en marcha planes irreales, así hasta el alcalde del XIX que lo puso en pie
Desde 2023, Bruno García de León trata de recuperar el conjunto, entre natural y patrimonial, para que sirva para algo más que techo de un aparcamiento subterráneo. Ha reiterado que "le gusta" especialmente esa zona de Cádiz que acumula años de retrasos, errores u omisiones por parte administrativa.
Hasta el colindante Campo de las Balas, usado de estacionamiento al aire libre pese a compartir ubicación y vistas mágicas con Santa Bárbara, se resiste a cambiar de vida.
La confirmación de que hay cierto gafe, sea o no la aparición de Don Eduardo Genovés entre las sombras de los cipreses del parque, llegaba 12 horas antes del último incendio de este lunes 4 de agosto, el tercero de cierta consideración en ocho años.
La concejala de Cultura, y miembro del núcleo duro del alcalde García de León, Maite González admitía en comparecencia pública que las obras del teatro del parque vuelven a cruzarse un obstáculo. Otro más.
El teatro de los sueños y los recuerdos
Llamado durante décadas teatro José María Pemán, este recinto al aire libre vive en la memoria de generaciones de gaditanos como escenario nostálgico de todo tipo de actuaciones durante décadas, desde Los Chiripitifláuticos o Los Pecos hasta Serrat, Raphael y Rocío Jurado, por no hablar de chirigotas y comparsas.
Su clausura se produjo en 2008 y desde entonces han sido varias las fechas de reinauguración anunciadas, todas frustradas. Por ir al último episodio, tras todo tipo de retrasos, cambios en el proyecto, largos parones e incumplimientos de empresas concesionarias de los trabajos, la última incidencia llega en este inicio de agosto de 2025.

Maite González, aunque niega que vaya a suponer otro retraso, admite que la primera empresa designada -tras la revocación y renovación del encargo anterior- para rematar los trabajos no se ha presentado. Descalificada, y sancionada, por incomparecencia. El turno pasa a otra firma, ya designada, que debe formalizar la recepción del proyecto "en diez días".
Por más que la delegada municipal insista, cuesta depositar confianza en un nuevo anuncio tras 17 años de conflictos y atrasos. Por poca influencia que tenga el último cambio de empresa, podrían ser semanas de demora que añadir a casi dos centenares de meses.
Al viejo teatro de la memoria estival gaditana le queda apenas un tercio de reconstrucción pendiente. Parece poco pero nunca empieza.
Cuando se inaugure, tras su derribo en 2008, el teatro del Parque Genovés será el segundo espacio escénico de la ciudad con capacidad para 902 espectadores
Hace tres años que está listo el nuevo foro con espacio frontal para las localidades, en anchos escalones ascendentes y grada al fondo. Más estrecho que el original y con las antiguas plateas laterales, a modo de palcos ahora cubiertos.
La estructura escénica, aparece completa, es visible desde 2022, con una construcción vertical a cada lado que acogerá camerinos y espacios para el equipamiento técnico. El escenario de 263 metros cuadrados de superficie no tiene pared al fondo para quedar abierto a un paseo de Santa Bárbara al que tampoco le llega la resurrección.
El nuevo teatro del parque Eduardo Genovés, al aire libre, tendrá en su día un aforo de 902 personas por lo que pasará a ser el segundo mayor espacio escénico de la ciudad, apenas por debajo de las mil localidades del Gran Teatro Falla.
Anuncio sobre anuncio, dinero sobre dinero
"Para este equipo de gobierno, el parque Genovés y todo su entorno forman un lugar fundamental para la ciudad, tanto en patrimonio, en medio ambiente, en historia, en cultura y en turismo. Por eso vamos a cuidarlo con mucho mimo y sobre todo con mucha inversión", llegaba a declarar Bruno García de León.
El alcalde, que conecta como la mayoría de los vecinos este conjunto de jardines con su balcón al mar en Santa Bárbata, anunciaba este mes de julio un millón de euros de inversión para tratar de recuperar la pérgola de ese paseo, con espacios culturales, sociales y hosteleros dentro y alrededor.
La oposición municipal en bloque salió a declarar como un "despilfarro" este último plan de recuperación, con una cantidad de dinero público que debe sumarse a lo que costó la construcción y a lo invertido en fallidos planes de renovación del teatro.
Pero la confirmación de los anuncios nunca llega. La prolongación de las maldiciones, sí. Maite González, al admitir el nuevo incidente burocrático, achacaba la responsabilidad al predecesor alcalde Kichi por no haber querido admitir y mostrar la realidad y gravedad del conflicto administrativo y urbanístico.
José María González, a su vez, culpaba al equipo anterior (el último de Teófila Martínez) de haber puesto en pie un proyecto inútil, caro e invasivo en el caso de la pérgola. También de haber derribado sin proyecto de reconstrucción viable y realista el teatro del parque.
Quizás Teófila Martínez haya tenido alguna vez la tentación de achacar la situación actual a su predecesor, Carlos Díaz Medina. Y éste, a su antecesor, Beltrami, por no hacer nada para mantener toda la zona. Así hasta finales del siglo XIX, hasta Eduardo José Genovés y Puig que lo provocó todo al inventar el parque.
Aquel recuerdo -con mostacho propio de la época- no deja de perseguir a los responsables municipales gaditanos un mandato tras otro. Aunque todas las maldiciones, si existen, terminan. Falta saber cuándo.




