Lola Flores, La Paquera y el Cristo de los Gitanos, vistos por 'kriaturas' vikingas

Varias familias danesas recorren el barrio de San Miguel en una visita guiada a cargo del polifacético cantaor Niño de la Fragua: "La idea es mostrar la riqueza cultural que hay en Jerez"

Un momento de la visita de los daneses al barrio de San Miguel. FOTO: MANU GARCÍA.
Un momento de la visita de los daneses al barrio de San Miguel. FOTO: MANU GARCÍA.

Son las cinco de la tarde y la lluvia parece haber inaugurado —por fin— el otoño en Jerez. En el patio andaluz de Apartamentos Jerez, la conocida casa del siglo XVII situada frente a la estatua de Lola Flores, un grupo de familias danesas se reagrupa para iniciar un singular tour por uno de los barrios más señeros del mundo del flamenco. El polifacético artista y cantaor Pedro Garrido, el Niño de la Fragua, va a ser su guía. A su lado, Erika, una mexicana, aficionada al baile flamenco, que lleva nueve años viviendo en Dinamarca, hace lo propio de traductora.

Es salir a la Cruz Vieja y al Niño de la Fragua le empiezan a brillar los ojos: "Esto es el centro de San Miguel. Ella está aquí por eso... el centro del barrio lo marca ella", dice dirigiéndose al monumento a La Faraona, probablemente la más internacional de las jerezanas. "Hay gente que se dedicaba a bailar, a cantar, a actuar pero Lola Flores no se dedicaba a nada de eso... sino a todo eso a la vez", dice bajo la atenta mirada de los niños y niñas daneses, que acompañados de sus padres y madres esperan la explicación en danés de su acompañante.

Erika, mexicana, aficionada al flamenco y residente en Dinamarca, hace de traductora del Niño de la Fragua. FOTO: MANU GARCÍA.

"Hace once años compartí piso en Madrid con Kristine —Hastrup, la responsable danesa del grupo participante, que fue impulsora de la Capitalidad Cultural de Aarhus en 2017 y ahora hace las veces con Jerez, con el objetivo 2031—, luego me fui a Dinamarca", explica Erika a lavozdelsur.es. Ahora, un lunes de octubre, pasea junto a sus dos hijas y su marido por la ciudad que vio nacer a algunos de los más grandes del flamenco. "Siempre quise venir a Jerez", reconoce emocionada.

Pedro Garrido, que elabora la guía de forma pausada para la comprensión de los más pequeños y de sus familias, tira de citas para que los daneses retraten a La Faraona: Ella fue la embajadora de Jerez y así lo decían en un teatro de Nueva York: No canta, no baila, no es una gran actriz pero, ojo... ¡no se la pierdan!", cuenta bajo las tímidas sonrisas de los daneses. Camino de La Plazuela, el cantaor indica el camino hacia la casa natal de Lola Flores y aprovecha para narrar un poco de la historia del barrio: una iglesia, dos ermitas, dos matriarcas y dos peñas flamencas. Así, entre ellas y entre los templos del cante y de la devoción, construye la mitología de San Miguel.

Tras una breve parada en la Peña La Bulería, el tour sigue por la calle Empedrada. "Si me lo permitís, voy a echar un cantecito", comenta al pararse frente a La Paquera de Jerez. Antes, explica un poco de "la otra matriarca", caracterizada por su "la fuerza de su voz". "Fijaros en la expresión de sus manos, con la izquierda se está alimentando", explica. Frente a frente, la ermita de la Yedra. "Es una hierba", dice. Erika le pregunta: "¿Para cocinar?". "Es una planta que se enreda por las casas, los balcones, las paredes...".

Pedro Garrido cantando junto a los visitantes daneses. FOTO: MANU GARCÍA.

Pero la Yedra no es la Yedra, sino el Padre Jesús de la Sentencia y la Esperanza (de la Yedra). "Hay una diferencia entre la fe y la devoción. Si yo fuera religioso rezaría, tendría fe pero hay mucha gente que no tiene fe, entran en la ermita y loran cuando ven la imagen", cuenta. "¿La imagen de... ella? ¿La virgen?", le preguntan. "Y de él. De Jesús. La gente del barrio se identifica con él, tiene aspecto de gitano", responde mientras se aproxima al azulejo de la pared lateral del templo. Entre risas, se pone al lado de él: "Yo también soy gitano", dice mientras es fotografiado por el grupo.

"¿Y cuándo va a cantar?". "Es como un himno, yo la llevo siempre cuando voy fuera par asentirme como en casa", explica. Acto seguido, se arranca: "No se lo que tiene el cante por bulerías de mi Jerez, que brilla como un brillante desde la rambla y hasta Moguer... qué tiene mi bulería, que cuando suena el compás, la noche se vuelve día y Andalucía se echa a cantar". Los daneses aplauden y le acompañan: "Ole".

El 'Niño de la Fragua' junto a las familias danesas, en la Cruz Vieja. FOTO: MANU GARCÍA.

Dos matriarcas completadas. Una peña, una ermita... y otra más. Callejeando por San Miguel, llega al Cristo. "Él, sólo él, él es el Cristo de los Gitanos", explica." Estamos en la zona más alta del sur de Jerez. Si os fijáis en esos montes, allí había una depresión y detrás está El Puerto", dice señalando a la Sierra de San Cristóbal. "Todo eso explica la tradición pescadera del barrio, donde aún hoy se siguen encontrando hasta conchas Su pelo? Es natural, como si fuera un gitano más. ¿Veis la cruz? Es una red de pescar".

El camino continúa y la última parada es la Peña Los Cernícalos, la más antigua de la ciudad. "No es casualidad: las dos peñas más antiguas de Jerez están en San Miguel", cuenta. La mitología del barrio se cierra aquí. De vuelta a la Cruz Vieja por las orillas de lo que en otro tiempo fueran las playas de San Telmo, la incursión vikinga ha terminado. No hay saqueos, ni ningún drakkar a la vista. Dinamarca y Jerez, unidas por el cante, el baile y el toque durante toda la semana. 

 

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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