Jerez, la ciudad que se (re)construyó para combatir las epidemias

El historiador Jesús Caballero Ragel publica 'Apuntes para el Urbanismo en Jerez durante el siglo XIX', un libro “imprescindible para los políticos” donde desgrana la época de mayor desarrollo de la ciudad: “Aquí siempre se ha tirado el dinero, se han hecho proyectos que no iban a nada”

Vista de Jerez en un grabado del francés Alfred Guesdon, arquitecto y litógrafo que acompañó a Isabel II en su viaje por Andalucía a mediados del siglo XIX.
Vista de Jerez en un grabado del francés Alfred Guesdon, arquitecto y litógrafo que acompañó a Isabel II en su viaje por Andalucía a mediados del siglo XIX.

Jesús Caballero Ragel (Jerez, 1963) la publicación de su último libro le ha pillado en un mal momento. "Con lo del coronavirus no hemos podido presentarlo", lamenta sobre un evento que estaba previsto para esta próxima semana. Aun así, Apuntes para el Urbanismo en Jerez durante el siglo XIX. El nacimiento de la ciudad moderna (Tierra de Nadie, 2020) puede adquirirse on line a través de la propia página web de los editores. La obra recoge parte de la tesis de este doctor en Historia del Arte y Humanidades por la Universidad de Cádiz, centrada en la arquitectura y el urbanismo en la ciudad durante el reinado de Isabel II. 

“En Jerez ha habido un montón de proyectos totalmente estrambóticos”, afirma a lavozdelsur.es por teléfono. Una circunstancia que asegura repetirse en la ciudad desde hace dos siglos y que denota el interés de Jerez “por llamar siempre la atención”. “Era un Jerez muy opulento, se gastaba mucho dinero en iniciativas que no iban a nada... a finales de siglo volvimos a arruinarnos y estuvimos ocho años sin luz en las calles”, añade. El XIX, que fue la época de las grandes transformaciones sociales y económicas de la ciudad dado el auge de la industria vitivinícola, también dejó hechos grandes proyectos, como el primer ferrocarril de Andalucía. De otros, como la traída de aguas del Tempul, incluso se obvia su potencial económico hoy día. “Con el servicio de Aguas se gana mucho dinero”, recuerda, lamentando la privatización de Aguas de Jerez. La ciudad también debía la transformación urbanística de ese siglo a las epidemias, un fenómeno que ahora vemos más de cerca por la aparición de la Covid-19. La fiebre amarilla y el cólera-morbo acabaron con la vida de miles de jerezanos entre el XVIII y el XIX.  

En Jerez se vive a mediados del siglo XIX una época llamada la edad del oro del jerez, por la expansión comercial e industrial del vino, que llegó a ser una parte económica importante de las exportaciones brutas de España. ¿Cómo se traduce eso en la ciudad? 

La expansión es enorme entre 1840 y 1870. Luego hay una crisis y más tarde, a partir de 1875, un pequeño repunte, truncado por la filoxera. Jerez va al retostero del negocio del vino, que en aquella época era mucho más apreciado que ahora, y eso se manifiesta también en el urbanismo. Las edificaciones jerezanas prácticamente se renuevan por completo en el siglo XIX, la ciudad es decimonónica. Luego se van a desarrollar todos los servicios que debe tener una ciudad saludable en un momento de especial preocupación por las epidemias. Se hizo el alcantarillado, el pavimentado, y se crearon servicios como el de las basuras. Además, se situaron a las industrias peligrosas fuera de la ciudad y, por ejemplo, se limitó el tránsito de animales. Era una forma de convertirse en una ciudad modernizada. 

Jesús Caballero Ragel posa confinado para lavozdelsur.es

Hablamos de un Jerez con unos 50.000 habitantes. 

Creo que empieza el siglo con algo más de 30.000 habitantes y acaba con unos 65.000. Prácticamente se duplica. Es una ciudad con una población importante dentro de España y como has dicho, gracias al vino y su exportación. Así, se atrae mucha burguesía como comerciantes gaditanos y extranjeros, montañeses de Cantabria, vascos, franceses, ingleses y familias que habían hecho negocios en América. Es el caso de los Bertemati, los Apalategui o los Pemartin, que eran franceses pero que habían tenido negocios en México.  

Como sostienen varios investigadores de la ciudad, Jerez, que fue una ciudad de conventos, pasó en época contemporánea a ser una ciudad de bodegas. Ahora, ¿qué quiere ser Jerez? 

Jerez lo tiene muy complicado, es una ciudad de servicios que tiene su potencialidad pero que, por ejemplo, desde el punto de vista turístico tiene una lamentable conservación de su patrimonio histórico-artístico. Todo este caserío, gran parte del XIX, y otros de época anterior, están totalmente abandonados. Se ha intentado diversificar con el motociclismo o con la hostelería pero dudo que eso de empleo de calidad. No hay actividad industrial ninguna y el vino ya no da empleo. Tampoco hay una industria agropecuaria con el agro que tenemos alrededor.  

Vista General de Jerez en 1849., de Chapuy. En el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya.

Vemos iniciativas de hace unos años como la Ciudad del Flamenco que fueron un completo fracaso... 

Cuando los investigadores estudien el final del siglo XX la especulación que ha habido, veremos la catastrófica cantidad de proyectos que no fueron a ningún lado. Acuérdate del SherryWorld, con todo el empleo que se decía que iba a crear alrededor del Circuito, la inversión de la Ciudad del Flamenco o el propio PTA (Parque Científico Tecnologico Agroindustrial Jerez), otro fracaso. No hay industria. 

Habla de otros muchos proyectos abandonados en la ciudad en el siglo XIX. 

En el XIX hubo muchos proyectos que se quedaron en nada. Uno de ellos consistía de traer las aguas del río Guadalete hasta San Telmo. Luego hubo varios proyectos para construir un teatro en condiciones que no fueron a ningún lado. Lo mismo sucede con la plaza de Toros, donde se tiró un montón de dinero, e incluso se le dejó una deuda a un arquitecto valenciano. Tampoco se hicieron los proyectos de ferrocarriles de Jerez a Sanlúcar, ni el de Jerez a Arcos.  

Portada de la última obra del historiador.

Sin embargo, sí hubo otros que se cumplieron, como la llegada del alumbrado público a la ciudad, la primera junto a Haro en España, el ferrocaril Jerez-Trocadero o la traída de Aguas del Tempul... 

Hay proyectos que se hicieron y que hoy soy grandes negocios. La traída de aguas del Tempul, lo que es el servicio de Aguas, es uno de los negocios más prósperos que hay. El ferrocarril también fue pionero. Fueron proyectos que se hicieron, sí, pero son privados, mientras que otros públicos no llegaron a nada. Para crear el sistema de alumbrado de gas, se hicieron antes otros que costaron un dineral y que se perdieron. El problema es que se sigue haciendo lo mismo. Son proyectos de los que viven los ingenieros y los arquitectos, no se contemplan y endeudan a los ayuntamientos. 

¿Es un caso particular de Jerez? 

Pasa en muchas ciudades pero en Jerez particularmente es significativo. Jerez es una ciudad que siempre ha querido llamar la atención con proyectos novedosos, que han provocado que hoy el Ayuntamiento esté endeudado. En el siglo XIX, con el dinero que había y con lo que se recaudaba, siempre estaba en ruina.  

La disciplina urbanística como tal en el Ayuntamiento es relativamente reciente y está perdiendo importancia en las políticas públicas de los últimos años. 

Jerez, que es una ciudad grande a nivel de población, no tiene los servicios propios de una ciudad entre otras cosas porque no es capital de provincia. La ciudad no ha tenido universidades pese a que en el XIX el primer instituto provincial que hay tuvo lugar aquí —el I.E.S. Padre Luis Coloma, donde Jesús Caballero Ragel ejerce de profesor en la actualidad—. Se van a apoyar las capitales de provincia y la ciudad queda al margen. En ese sentido, Jerez sigue siendo muy pueblo y se ha visto desprovista de ese funcionariado, una clase media que, por ejemplo, sí tiene Cádiz y que gira alrededor de las universidades, de las delegaciones o de los servicios públicos de la Junta. 

trenvinojerezi1_-_trabajadores_de_una_bodega_de_jerez_subiendo_botas_al_tren_1.jpg Trabajadores subiendo botas de vino al tren urbano, 'La Maquinilla'.

En el siglo XIX parte de la planificación urbanística derivaba del emprendimiento privado de los bodegueros de la ciudad. Sostiene que otra parte nace de un interés en frenar las epidemias de la época. 

Es el gran problema del siglo XIX, hay un montón de epidemias que describo en la página 161 del libro. La epidemia de cólera-morbo mata a más de 1.000 personas, de un total de 45.000 habitantes. Las políticas que se hacen son para combatir las epidemias y hacer una ciudad saludable. Se crean plazas públicas a raíz de las desamortizaciones, como por ejemplo la plaza del Progreso a partir del Convento de la Encarnación. También se crea el alcantarillado ya que la gente hasta entonces arrojaba las aguas sucias a la calle. Igual sucede con la recogida organizada de las basuras o la creación de un cementerio a las afueras de la ciudad en un momento en el que se seguían enterrando a los muertos en las iglesias. Son una serie de políticas enfocadas a la higiene para crear una ciudad más habitable según los propios principios liberales. 

Precisamente recomienda su obra a los políticos de la ciudad. 

Es un libro muy recomendable, imprescindible para todo aquel que quiera hacer política en Jerez. Los políticos deberían leerlo para que vean todos los proyectos que no se llevaron a cabo, y tenerlo en cuenta a la hora de proponer cosas. Luego, es un complemento para otras obras que se han hecho, especialmente sobre el XIX. Se trata de una visión generalista de un periodo muy complicado sobre el que hay mucha documentación. 

Como profesor, ¿cómo valora el conocimiento de la ciudad por parte de los alumnos y de los propios jerezanos? 

Bueno, la historia interesa general a la sociedad, pero desde un punto de vista anecdótico. No se suele leer mucho más ni tener un conocimiento más amplio. Por otro lado, en Jerez tenemos un montón de historiadores jóvenes, desde Fernando López Vargas-Machuca a Manolo Romero Bejarano, y otros más antiguos, como Esperanza de los Ríos o Fernando Aroca, que se suman a un elenco de historiadores y arqueólogos que están haciendo una renovación total de la historia. Es algo muy positivo para el conocimiento.  

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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