Ramón Suárez Salazar, más conocido como Ramón El Portugués, ha fallecido este lunes 16 de junio en Mérida a los 77 años. Considerado una de las grandes voces del flamenco extremeño, su muerte supone la pérdida de un cantaor fundamental en la transmisión del legado flamenco de Extremadura.
Nacido en Mérida en 1948, pertenecía a una de las sagas más emblemáticas del flamenco. Sobrino del legendario Porrina de Badajoz y hermano del cantaor Guadiana, fue el patriarca de una familia dedicada en cuerpo y alma al arte jondo, que ha mantenido viva la llama del cante tradicional extremeño a lo largo de varias generaciones, como es el caso de su hijo, Juan José Suárez Paquete, miembro del mítico grupo La Barbería del Sur.
Su carrera artística comenzó en Madrid, donde pronto se convirtió en una figura habitual de los tablaos más prestigiosos, como Torres Bermejas, Los Canasteros, Café de Chinitas o el Corral de la Morería. En estos espacios compartió cartel con nombres históricos como Camarón de la Isla, Paco Cepero o Pansequito, consolidando su reputación como uno de los cantaores más auténticos y respetados de su tiempo.

Un referente del cante extremeño más personal
A los 19 años emprendió su primera gira internacional, viajando a Japón con un elenco flamenco. Posteriormente, formó parte del Ballet Nacional de España y del grupo del bailaor El Güito, llevando su arte a escenarios de todo el mundo y mostrando el cante extremeño más allá de nuestras fronteras.
Aunque su discografía no es extensa, su obra dejó una profunda huella. Destacan álbumes como Gitanos de la Plaza (1992), en el que colaboró con Tomatito, Pepe Habichuela, El Bola y Paquete; Canta Ramón el Portugués (2006), y Jaleo (2014), grabado junto a su hermano Guadiana. Estos trabajos son considerados referentes del cante extremeño más puro y personal.
En 2015 recibió un sentido homenaje en Madrid por sus 50 años de carrera, con la participación de artistas como Enrique Morente, Diego El Cigala, Pitingo o Pepe Habichuela, que quisieron rendir tributo a su figura y su aportación al flamenco contemporáneo.
Un artista que nunca cedió a la moda
Su voz ronca, desgarrada y serena, especialmente poderosa en jaleos y tangos extremeños, definió un estilo inconfundible que conectaba con la raíz más profunda del cante. Ramón “El Portugués” nunca cedió a la moda ni al artificio: fue un cantaor de esencia, de verdad, de los que nacen pocas veces.
A lo largo de su vida mantuvo una actitud humilde, generosa y alejada de los focos, lo que le granjeó el respeto unánime del mundo flamenco. Maestro silencioso, su influencia perdura en las nuevas generaciones que lo escuchan como un referente indispensable.
Hoy, el flamenco se tiñe de luto para despedir a una de sus voces más sinceras y emotivas, aunque su eco seguirá vivo en los discos, en los tablaos, y en la memoria de quienes lo vieron elevar el alma del cante con la fuerza de lo eterno.