"La flor cortada de Chipiona es un negocio que tiene futuro"

José Santamaría gestiona junto a sus hermanos una empresa familiar dedicada al cultivo de flores. La finca pertenecía a su abuelo quien empezó sembrando viñas.

José Santamaría en el invernadero dedicado al cultivo de gerbera. FORO: MANU GARCÍA
José Santamaría en el invernadero dedicado al cultivo de gerbera. FORO: MANU GARCÍA

En Chipiona se dan las condiciones idóneas para que se pueda desarrollar el cultivo de flores. Cuenta con una humedad relativa muy alta, que es lo que requiere la flor, las temperaturas son agradables ya que, en raras ocasiones se llega a los cero grados en invierno y en verano tampoco hace un excesivo calor. La calidad de la tierra es buena y la cantidad de lluvia es moderada. Por todo ello, los campos de Chipiona vienen siendo, desde hace más de 30 años, el jardín de la provincia de Cádiz.

Visitamos las instalaciones de Santamaría Tirado, una empresa familiar que en la actualidad gestionan cuatro hermanos, pero cuyas tierras atesoran una historia que se remonta tres generaciones atrás. “Esta finca era de mi abuelo, luego pasó a mi padre y ahora la gestionamos cuatro hermanos. Primero estaba dedicada a la viña, de la viña se pasó a la horticultura, pero finalmente, a finales de los ochenta y principios de los noventa, nos decantamos por el sector de la flor cortada porque tiene más ventajas. En menos hectáreas se obtiene una mayor producción, con lo cual, aporta más carga de trabajo y mayor rentabilidad”. Son palabras de José Santamaría, uno de los actuales gerentes de la empresa quien explica que “con los años también hemos ido ampliando la finca, porque llegó un momento en el que se nos quedó pequeña. En nuestra familia lo bueno que hemos tenido siempre es que, todo el dinero que hemos ido ganando lo hemos reinvertido en la finca, bien para ampliar su superficie o mejorar sus instalaciones”.

El agricultor muestra una de las naves donde se almacenan las flores antes de enviarlas al comprador. FOTO: MANU GARCIA

Este agricultor chipionero asegura que el negocio de la flor cortada, a pesar de todos los altibajos que ha tenido en los últimos años, es un sector que tiene futuro. No en vano en su empresa cuentan, a día de hoy con 20 empleados que trabajan los 12 meses del año. “Una hectárea de flor cortada te puede dar la misma o más rentabilidad que cinco hectáreas de hortalizas”, explica José Santamaría.

El cultivo de flores en Chipiona comenzó hace más de 30 años y en la actualidad puede haber más de 200 agricultores, cada uno de los cuales constituye una empresa, dedicados al sector de la flor cortada aglutinados en unas 300 hectáreas del municipio. Cada agricultor tiene trabajando, como mínimo, a cuatro o cinco personas por lo que es un sector que genera riqueza y empleo.

Un empleado recoge las flores en uno de los invernaderos de Santamaría Tirado. FOTO: MANU GARCIA

“Este sector también experimentó un boom en sus inicios, especialmente en los años 80. En Chipiona llegaron a emplearse hasta más de 1.000 hectáreas al cultivo de flores. Este sector llegó a suponer el 19% del Producto Interior Bruto de la provincia de Cádiz. Sin embargo, desde mediados de los noventa, el sector se resintió mucho como consecuencia de la crisis que experimentó el país. También hubo mucha gente que, aprovechando el boom inmobiliario, dejó la flor cortada y se dedicó a la construcción. Nos quedamos entonces solo los verdaderos profesionales de este sector, los que siempre nos hemos dedicado a esto”, señala José Santamaría.

Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis económica iniciada en 2008, muchos empresarios que apostaron por el ladrillo y ahora están volviendo a la flor “pero ahora entrar de nuevo en este sector es complicado porque tienes que hacer una inversión muy grande, un invernadero vale un dineral, las pantallas térmicas valen otro dineral, la calefacción… y hoy en día el producto no amortiza esa inversión para partir de cero”, apunta el agricultor.

José se siente muy orgulloso de haberse dedicado siempre al cultivo de flores. FOTO: MANU GARCIA

La mayoría de las plantaciones de flores en Chipiona se encuentran protegidas en invernaderos, aunque también hay algunos cultivos al aire libre. “Las ventajas de los invernaderos es que se tiene la temperatura controlada, tiene niveles altos de humedad, se ventila cuando hay exceso de humedad y, al tener los techos muy altos, pueden amortiguar una bajada o subida brusca de las temperaturas”.

La flor que se cultiva en Chipiona llega a todos los rincones del mundo, principalmente a Europa pero también a Rusia o a Japón. El centro neurálgico mundial de la compra venta de flores al por mayor se ubica en Holanda, allí es donde se producen las subastas y de allí viajan a todo el mundo. Como en todos los sectores, también existe competencia y hay grandes productores de flores en Holanda, Polonia, Kenia, Israel o Etiopía. “Lo bueno es que hay mercado para todos y todos podemos vivir de esto, también depende de la flor que mande cada uno”.

Los invernaderos conservan la humedad y la temperatura ideal para las flores. FOTO: MANU GARCIA

En España el mercado se centra en varias campañas al año como son la Semana Santa, el Día de la Madre, el Día de los Enamorados, el Día de todos los Santos y las bodas. “La diferencia es que en Europa el mercado es más continuo”. Cada época tiene su flor y los mejores meses para la venta de flores de Chipiona son desde diciembre hasta mayo. Chipiona comenzó sembrando en los años ochenta claveles y clavellinas, pero, a día de hoy el abanico de variedades de flores es muy amplio. En Santamaría Tirado la gerbera se produce todo el año, también se cultiva antirrino desde noviembre hasta mayo. Hay agricultores que siembran cala, también se recoge lisianthus, que es una flor de primavera, o la paniculata, que es la estrella para la decoración en bodas. Para el Día de Todos los Santos se sigue vendiendo el crisantemo, y en Semana Santa siguen predominando los claveles. También se cultivan plantas verdes que se usan como acompañamiento en los ramos. Dentro de estas variedades encontramos eucalipto, esparraguera silvestre, ruscus o monstera entre otras muchas.

El clavel sigue siendo la flor más demandada en Semana Santa. FOTO: MANU GARCIA

La flor cortada es un sector que no recibe ayudas europeas y, sin embargo, no está exento de contratiempos y dificultades. Sus agricultores se ven muy afectados por los efectos del cambio climático ya que las cosechas de flores están programadas según la temperatura habitual de cada época. “Nosotros calculamos la siembra para recoger un tipo de flor ahora en febrero, para aprovechar la subida de los precios, pero con los cambios de temperatura a lo mejor nos salen antes, o a lo mejor salen cuanto la cuota de mercado no es tan alta y no hay un mercado que asimile esa flor, entonces se va acumulando y eso ocasiona que los precios acaben por los suelos”. “Los pasados meses de diciembre y enero, hablamos de meses que no suele haber muchas ventas, y en cambio hemos tenido una producción similar al mes de abril como consecuencia de las temperaturas. Una producción de abril con un nivel de venta de diciembre es inviable, eso se traduce en precios al suelo. Ha sido un pequeño traspiés en la campaña”, lamenta José.

Luis Manuel Rivera es agricultor y miembro de la junta directiva de COAG. FOTO: MANU GARCIA

También ha aumentado la cuantía de sus gastos, hasta un 600% aseguran, mientras los precios son los mismos que hace 30 años. “Antes se vendían los claveles y clavellinas a 30 o 40 pesetas y ahora se vende a 13 o 14 céntimos. Ha subido la mano de obra y los fitosanitarios han duplicado su precio”. Por su parte piden a las administraciones que apuesten por la agricultura porque “en Chipiona no tenemos otra cosa, aquí no hay fábricas y el turismo que tenemos es muy estacional. El turismo da dinero dos meses al año cuando en la agricultura hablamos de 12 meses al año” son palabras de Luis Manuel Rivera, agricultor de Chipiona y miembro de la junta directiva de COAG.

No obstante, los agricultores aseguran que ellos no quieren ayudas “yo no soy persona que me gusta vivir de subvenciones” señala José Santamaría, “lo que sí quiero es que nos den facilidades para desempeñar nuestro trabajo, por ejemplo, no tenemos un punto limpio cercano para poder depositar los botes vacíos de fitosanitarios, mientras no podamos llevarlos al punto limpio indicado a unas horas determinadas, tenemos que acumularlos en nuestras instalaciones. También pedimos a las administraciones que arreglen los caminos para llegar a las fincas ya que por ellos tienen que acceder los camiones para poder recoger las flores que vendemos”. Son algunas reivindicaciones que los productores de flor cortada ya han puesto encima de la mesa en la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste de Cadiz.

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Tamara Ariza

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