Miguel, un niño de 10 años de Motril con parálisis cerebral e insuficiencia respiratoria crónica, vivió una situación límite durante el apagón eléctrico que afectó a toda España el pasado lunes. El menor, que depende las 24 horas del día de un respirador portátil con una autonomía de apenas cuatro horas y media, regresó del colegio con solo un 50% de batería en el dispositivo, según ha contado su madre al programa Malas Lenguas de RTVE, que presenta Jesús Cintora.
Esa cifra de carga equivalía a poco más de dos horas de funcionamiento, lo que colocó a sus padres ante una situación de extrema urgencia. En un primer momento quedaron paralizados por el miedo. Su primera reacción fue llevar al niño al hospital. El padre propuso una solución. Aprovecharon una toma de mechero de su furgoneta para conectar el respirador mediante un transformador. Al final, dejaron el motor encendido hasta la madrugada.
Miguel, de 10 años, sufre parálisis cerebral y vive conectado a un respirador portátil con una batería de 4,5h.
— Malas Lenguas (@MalasLenguasLa2) May 2, 2025
El lunes, con el apagón, sus padres tuvieron que conectarlo a una furgoneta para salvarle la vida.
Lo cuentan @JPovedaMoreno y @JesusCintora en #MalasLenguaspic.twitter.com/vHMQgJGPwi
Gracias a este recurso improvisado, la familia consiguió mantener operativo el respirador durante unas siete horas más. El pequeño Miguel estuvo en la furgoneta totalmente estbable hasta que volvió la electricidad.
El respirador al que Miguel está conectado no es el único aparato que necesita. También depende de otra máquina que le administra medicación de forma regular. La más crítica, sin embargo, es la que asiste su respiración, ya que, según explica su madre, Miguel comienza a presentar síntomas de hipoxia en tan solo 15 minutos sin oxígeno. En esas condiciones, el niño empieza a mostrar un tono azulado y dificultades evidentes para respirar.
Miguel, padre del menor, señala que no era la primera vez que tenían que idear una alternativa ante una emergencia eléctrica. Ya durante traslados entre el hospital y su domicilio, habían recurrido al coche como fuente de alimentación para el respirador.