Dos décadas de radio y tele como aval
Jesús Cintora (Ágreda, Soria, 1977) cuenta que siempre intenta sentirse libre. Desde que era un crío y correteaba por las calles del pueblo soriano donde creció, en el que sin pretenderlo se empezó a interesar por el periodismo, hasta la actualidad, cuando acumula más de 25 años de experiencia en prensa, pero sobre todo en radio y televisión.
Espacios como Las mañanas de Cuatro, fulminado a pesar de los buenos datos de audiencia, llevan su firma, así como otros más recientes como Carretera y manta (La Sexta) o el último, Las cosas claras (TVE), al que tampoco salvó la audiencia. En radio también tiene amplia trayectoria, tras su paso por la Cadena Ser (1996-2011), donde coordinó el tramo informativo de Hoy por hoy con Iñaki Gabilondo o dirigió los espacios Matinal, Hora 14 y Hora 25 fin de semana.
Desde que salió de TVE, hace más de un año, gira por España para presentar su último libro, el cuarto, No quieren que lo sepas. Cintora, licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra, no se muerde la lengua en una entrevista realizada con motivo de su visita a la Feria del Libro de Trebujena. No lo ha hecho nunca a lo largo de su carrera, marcada por el "respeto" al periodismo, "frente a los mercaderes de bulos o los que quieren soldados y no periodistas".
Hice cosas relacionadas con este oficio desde pequeño. A los nueve años me eligieron para intervenir en un programa de Radio Nacional de España, que vino a la escuela pública de mi pueblo, que se llamaba La radio en el cole. Un poco más tarde, también en la EGB, mi maestro de Lengua, que era corresponsal del periódico provincial en la comarca del Moncayo, empezó a enviarme algún artículo al diario, porque le gustaba cómo escribía. Descubrí pronto que me gustaba el periodismo.
Por una parte, ese maestro de Lengua, José Vilda, como otros de la escuela pública, nos marcaron a muchos. El colegio público del pueblo es el lugar donde más he aprendido en mi vida. Empezar después en la radio de provincias, en la Ser de Soria, me dio la posibilidad de hacer muchas cosas, porque me dieron bastante bola. No soy de familia de periodistas. Sí me tocó currar en otros menesteres desde pequeño en el pueblo en el negocio familiar. Los madrugones y la cultura del esfuerzo me vienen de muy atrás. Y digamos también que nos criábamos en la calle y en el campo. Éramos más silvestres que las amapolas y muy libres.
No diría que soy crítico. Simplemente cuento. Contar lo que pasa ya parece hasta revolucionario. Intento hacer periodismo y cuento aspectos del país que nos ocultan y que deben cambiar para ser mejores como sociedad. No soy partidario de la censura y la autocensura. He escrito ya cuatro libros de un perfil parecido, unos mientras estaba en la tele y otros no. Y soy el mismo de siempre. Es el mismo tipo de periodismo que llevo practicando desde que empecé en la Ser en los años 90. Han pasado más de 25 años y mi compromiso es con un periodismo ciudadano. Un libro también es un medio para llegar a la gente. Tengo voluntad de comunicar y para eso hay cauces varios.
"Igual si hubiera sido colega de Villarejo seguiría ahí en la tele a diario"
Me habían llamado crítico, incisivo y cosas así, pero aún no me habían preguntado si soy vengador. En el libro mato a Espinete y secuestro a Don Pimpón. Conspiro junto a La Bruja Avería, que decía “qué mala, pero qué mala soy”. El malvado Cintora aparece con un parche en el ojo, como Villarejo. Es muy burdo, pero vamos con ello. Mira, igual si hubiera sido colega de Villarejo seguiría ahí en la tele a diario.
Ojo, porque puedes incluso estar en un gran medio y no estar respaldado. Parece de coña, pero también me ha pasado. Y al revés, porque hay mala y buena gente en medios grandes y en pequeños. Yo siempre intento sentirme libre y siempre he sido muy responsable con la línea editorial del medio en el que he estado.
Hay periodistas que trabajan con independencia cada día y otros que no. Me preguntan mucho por estas cosas por el despido tan injusto y la campaña sufrida en TVE, pero hay gente que hace honradamente su trabajo cada día. Lo que sí defiendo en los tiempos que corren es un respeto al periodismo como oficio, frente a los mercaderes de bulos o los que quieren soldados y no periodistas, que hay una amplia gama de todas estas amenazas.
Despidos como tal fueron dos: en la Ser en un ERE en 2011, por parte de unos jefes que llegaron y ya no están, y en TVE con un programa que iba bien. De Mediaset me fui. De forma muy amistosa. Me quitaron de Las mañanas de Cuatro de forma lamentable, con un exitazo de audiencia, pero seguí en la empresa con otros programas y colaboraciones hasta que decidí irme a La Sexta. De La Sexta me fui a TVE y en Atresmedia hubo quien se lo tomó mejor y quien peor. Créeme que en muchas partes hay gente mala y muy buena. En cuanto a la política, algunos de los que culparon a Rajoy cuando lo de Cuatro, ahora gobiernan y tras lo de TVE ni me han preguntado qué tal estás. Y eso que algunos venían a Cuatro de colaboradores, pero también entiendo que estarán muy ocupados.
La mejor oferta me la hago cada día: es seguir, es la iniciativa propia. Haré tele y radio. Y escribiré. Lo que he hecho siempre más o menos. Soy joven, pero digo yo que a mi edad valdrá aún de algo en este país la experiencia acumulada. Eso no me lo pueden quitar. Y a seguir aprendiendo.
"Hay voceros y 'buleros' que por salir en un medio pierden el culo, pero también hay gente muy honesta"
Sí que me dicen bastante eso de “todos los periodistas”… Y no, algunos no nos reuníamos con Villarejo y hablábamos de contar en antena temas muy burdos.
No me he reunido ni he hablado con Villarejo jamás.
Quizás haciendo más periodismo para la ciudadanía y menos para agradar al poder político y económico. Pero estos poderes tienen pasta, claro. Con eso juegan algunos.
Venimos de una dictadura y desde entonces hemos avanzado, pero he sufrido en mis carnes que necesitamos mejorar. No al estancamiento ni al retroceso.
Una palabra que no me gusta. Hay voceros y buleros que por salir en un medio pierden el culo, pero también hay gente muy honesta. Debatir, intercambiar puntos de vista, exponer posibles soluciones… Todo eso puede tener una carga positiva si se hace bien.
En general, en el mundo actual, hay algunos fondos y gerifaltes del dinero que presionan, son intocables o influyen demasiado, pero en democracia no debe haber mayor poder que la soberanía popular.
Sí, cuento mucho en el libro sobre el negocio de las residencias de ancianos y de la Sanidad. El mejor homenaje a los miles de muertos y a nuestros sanitarios es que se haga justicia y que haya medidas políticas para reforzar servicios públicos como estos. No son saludables los circos políticos sobre temas tan delicados.
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