La estación de Santa Justa, en Sevilla, el día del gran apagón.
La estación de Santa Justa, en Sevilla, el día del gran apagón. MAURI BUHIGAS

Este artículo propone una interpretación del gran apagón ocurrido en España el 28 de abril de 2025, considerándolo como un caso paradigmático de "repugnancia sistémica". El sistema eléctrico, está diseñado históricamente para una matriz basada en combustibles fósiles, presenta resistencias estructurales frente a la penetración masiva de energías renovables. Esta explicación no excluye otros factores de bloqueo o disparo de la caída en cero del sistema, como el sabotaje, intencional o por efecto del subproducto de otro tipo de acciones de los operadores en la red, pero apunta a una amenaza real que hay que adecuar si queremos una transición energética ecológica y exitosa.

El concepto de "repugnancia sistémica" se refiere a la reacción de un sistema complejo frente a elementos externos que amenazan su estabilidad. Aplicado al ámbito energético, este concepto permite entender los mecanismos de resistencia que emergen cuando una estructura diseñada para un entorno determinado (en este caso, basado en fuentes fósiles) se enfrenta a condiciones radicalmente distintas (la generación distribuida y variable de las renovables).

El apagón, que afectó a millones de usuarios y colapsó parte de la red eléctrica durante varias horas, pudo producir una descompensación repentina entre la generación y la demanda de energía. Expertos señalan la falta de inercia rotacional en la generación renovable como una de las causas técnicas clave. Sin embargo, también se ha puesto de relieve la inadecuación de los protocolos de gestión de crisis y la lenta adaptación normativa a la nueva configuración del sistema.

Desde hace años, Red Eléctrica de España (REE) había advertido sobre la necesidad de actualizar los mecanismos de protección del sistema frente a perturbaciones derivadas del aumento de renovables. Sin embargo, estas advertencias no se tradujeron en medidas concretas por parte del legislador ni de los operadores privados, lo que evidencia una forma de repugnancia institucional: el rechazo a modificar un sistema que funciona según parámetros del pasado.

La transición energética, lejos de ser un proceso lineal y armónico, implica fases de desestabilización que pueden derivar en colapsos parciales. La repugnancia sistémica se manifiesta como una especie de "crisis inmunitaria" del sistema ante nuevas lógicas energéticas. El apagón puede interpretarse como una reacción de un sistema que no está preparado para gestionar la incertidumbre y la variabilidad propias de las energías renovables.

Una de las lecciones del apagón es la necesidad de transformar no sólo la infraestructura física del sistema eléctrico, sino también sus marcos institucionales y cognitivos. Esto implica adoptar una gobernanza más flexible, abierta y resiliente, capaz de integrar la complejidad del nuevo paradigma energético. En el sistema energético basado en fuentes fósiles, la inercia en los sistemas eléctricos se ha determinado considerando todas las masas rotatorias conectadas directamente a la red. La integración de fuentes de energía renovables, ha provocado un cambio relevante en las características dinámicas estructurales de los sistemas eléctricos. Este cambio se debe principalmente a que la mayoría de las renovables incorporan dispositivos electrónicos de potencia en la interfaz con la red. De esta forma los sistemas eléctricos se vuelven más dinámicos y requieren un nuevo conjunto de estrategias que modifiquen los algoritmos tradicionales de control de generación. Por lo tanto, se necesitan reservas de energía alternativas en el nuevo sistema eléctrico con alta penetración de renovables.

El gran apagón de abril de 2025 debe ser leído no como un fallo aislado, sino como una expresión de la repugnancia sistémica de un sistema en transición. Superar esta repugnancia requiere una transformación profunda en la forma de concebir, diseñar y gestionar los sistemas energéticos. La transición hacia las renovables no será posible sin una apertura radical del sistema a nuevas formas de generación, distribución y consumo, así como a nuevas lógicas de control y adaptabilidad.

Lo más leído