Castilnovo, una playa virgen de tres kilómetros en Conil que resistió al urbanismo salvaje

El municipio ha frenado por ahora los intereses de especuladores inmobiliarios como Sandokán, implicado en el Caso Malaya y que esperaba construir cuando "los comunistas no gobiernen". El alcalde conileño recuerda: "Nos acusaban de frenar el desarrollo turístico"

Vista de la playa de Castilnovo y su entorno desde el centro de Conil.
Vista de la playa de Castilnovo y su entorno desde el centro de Conil. MANU GARCÍA

En uno de los municipios con mayor proyección turística de la provincia cuesta creer que seis millones de metros cuadrados resistan a los tentáculos de los promotores inmobiliarios. A un lado, Vejer, con 42 hectáreas próximas a ser urbanizadas y con la amenaza de la construcción de un hotel en una zona inundable; al otro, Chiclana, con su litoral amenazado tanto por eventos multitudinarios como por la construcción de centenares de viviendas. Entre ambos frentes abiertos para ecologistas, Conil, la localidad en la que hasta una multinacional como Barceló Hoteles tiene que plegarse ante las exigencias municipales en la construcción de un nuevo establecimiento hotelero: no sobrepasar unas determinadas dimensiones, altura limitada y color blanco, en consonancia con el resto del municipio.

El skyline de Conil lo dice todo. Pasear por los más de dos kilómetros y medio de playa virgen que separan el río Salado del arroyo del Conilete es olvidarse de la urbanización en cualquiera de los sentidos. Tres millones de metros cuadrados protegidos por el Ayuntamiento de Conil que se suman a los tres millones, también protegidos, en los Pinares de Roche. "Siempre habíamos llevado en nuestro programa proteger Castilnovo pero fue a raíz de los años 2000 cuando surgió el problema a gran escala de la burbuja inmobiliaria", señala Juan Bermúdez, alcalde por Izquierda Unida, formación que gobierna el municipio desde hace 24 años. Fue entre la segunda y la tercera legislatura de IU en el gobierno local y con Antonio Roldán como alcalde, cuando, confiesa, tuvieron que hacer frente a la mayor amenaza para el litoral andaluz: la especulación inmobiliaria. El promotor cordobés Rafael Gómez, conocido popularmente como Sandokán, se hizo con unos terrenos de la finca de El Prado, a la espera del momento adecuado para construir.

El alcalde de Conil, Juan Bermúdez, señalando los tres millones de metros cuadrados en Castilnovo. FOTO: MANU GARCÍA.

"No tengo prisa, algún día los comunistas dejarán de gobernar", llegó a comentar el empresario, que hace tan sólo unas semanas salió en tercer grado de la cárcel debido a su delicado estado de salud. Sandokán, implicado en el Caso Malaya, condenado por delito fiscal continuado e inmerso en varios casos de corrupción en Marbella, pretendía que los terrenos que compró en Castilnovo fueran recalificados en un futuro para poder construir algún tipo de establecimiento hotelero. Sin embargo, él y su promotora Arenal 2000, se toparon con el consistorio conileño.

"Nosotros queríamos ir a más, y que esto fuera un paraje natural protegido; así lo llevamos en 2005, con el voto en contra de toda la oposición en el pleno, PP, PSOE y PA, pero la Junta nos lo denegó", asegura apoyado en el puente sobre el río Salado. La propuesta, que apoyaba Ecologistas en Acción, fue acompañada poco después de una iniciativa para incluir a Castilnovo en la Red Natura 2000, que tampoco se hizo efectiva "por no cumplir los requisitos". "En aquel momento eramos los únicos y nos acusaban de frenar el desarrollo turístico del municipio", señala Bermúdez, que no duda de que las circunstancias han cambiado notablemente. "Los grupos políticos que votaron en contra de la protección de Roche y de Castilnovo hoy día no tienen narices de no apoyarlo". Una realidad que hoy entiende como "hegemonía" —no duda en hacer referencia al concepto gramsciano— al estar este discurso extendido por toda la población de la localidad. "Cuando hablas de Castilnovo la gente ya entiende que debe estar protegido. Eso es hegemonía, y lo hemos demostrado con nuestro desarrollo", señala el regidor.

Vista de Conil de la Frontera desde Castilnovo. FOTO: MANU GARCÍA.

"Nuestro PGOU es un ejemplo claro de proteccionismo medioambiental; muy pocos ayuntamientos suelen desclasificar suelo urbanizable y transformarlo en no urbanizable protegido y menos en una atractiva primera línea de playa" se sincera el alcalde. No obstante, ni Roche ni Castilnovo parecen estar seguros para siempre. ¿Hay posibilidades de que los viejos fantasmas del ladrillo planeen sobre las claras aguas de Conil? "En el POT (Plan de Ordenación Territorial) de La Janda está como espacio protegido pero no al nivel que nosotros queremos", reconoce. Ahora la intención se centra en que el espacio sea declarado Paisaje Protegido, una solicitud que ya elevaron a la Junta el pasado año y sobre la que aún no han recibido respuesta. "Buscamos que haya una mayor protección que la derivada de un PGOU que puede ser modificado, y cuyas sus consecuencias pueden ser irreparables".

Una circunstancia que considera fundamental para que las futuras generaciones puedan disfrutar de un espacio donde además convive una fauna singular, como una colonia de ibis eremita, una especie amenazada que cuenta con dos parejas que crían en este lugar. La torre vigía de Castilnovo, que con sus 17 metros de altura servía desde el siglo XVI para la almadraba, hoy da cobijo a numerosas aves que entre las charcas que rodean a este Bien de Interés Cultural y el océano Atlántico, se mueven libres y sin barreras.

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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