La denuncia de un opositor tras la invalidación de su examen: "Dejad de robarnos la vida y de reíros en nuestra cara"

Un joven aspirante a docente ha mostrado su indignación por unas oposiciones que han sido "una auténtica criba"

El joven opositor ha mostrado su indignación con las oposiciones a docente.
El joven opositor ha mostrado su indignación con las oposiciones a docente.
10 de julio de 2025 a las 09:09h

El pasado 21 de julio, cientos de opositores a educación en Andalucía se enfrentaron a una prueba decisiva para su futuro profesional. Sin embargo, para muchos, el esfuerzo y la preparación quedaron en nada por errores ortográficos. Uno de los aspirantes, conocido en redes como Antropizarte, ha denunciado públicamente que, a pesar de haber obtenido un 6,8 en la primera parte del examen, su prueba fue invalidada. La causa: cinco tildes olvidadas en un total de 24 páginas manuscritas.

Este opositor, cuya declaración se ha viralizado entre la comunidad docente, asegura que la Consejería de Educación ha aplicado una "auténtica criba" eliminando a aspirantes por detalles formales. “Me faltó por acentuar estas cinco palabras. Cuatro de ellas ya al final de la prueba. No poner esas tildes ha invalidado mi examen y me ha dejado fuera del proceso”, denuncia. El testimonio ha reabierto el debate sobre los criterios de corrección en el sistema de oposiciones.

Exigencia máxima, contexto ignorado

Durante la prueba escrita, este aspirante redactó durante cuatro horas y media un desarrollo teórico que incluía análisis de prácticas educativas, referencias legislativas, citas bibliográficas y el uso de un lenguaje académico adecuado. Además, debían cuidar la presentación: letra legible, márgenes, sangrías, estructura... y no cometer faltas ortográficas.

El denunciante explica que, aunque escribió correctamente palabras como “cálido” hasta en seis ocasiones con tilde, una sola vez sin ella bastó para que su examen fuera invalidado. “¿De verdad se me puede mirar a la cara y decirme que no conozco las normas de ortografía?”, se pregunta, antes de criticar la rigidez de la evaluación. Añade que los tribunales han actuado como “cómplices de esta injusticia” al aplicar la normativa de forma “matemática, sin tener en cuenta el contexto”.

La convocatoria especificaba que un mismo error ortográfico cometido varias veces contaría como una única falta. Sin embargo, en este caso, se penalizó de forma absoluta. “Responsabilizo a partes iguales a la Consejería por poner unas normas que no tienen ningún sentido como a los tribunales que han sido cómplices de esta injusticia”, afirma el afectado.

Sospechas sobre la equidad entre tribunales

Más allá del caso individual, el testimonio refleja un malestar creciente en el colectivo opositor. El denunciante se pregunta quién garantiza que todos los tribunales hayan aplicado el mismo nivel de exigencia. “¿Quién nos asegura que no hayan pasado desapercibidas algunas faltas de ortografía en otros exámenes?”, cuestiona, tras afirmar que miembros de otros tribunales habrían optado por no penalizar ciertas tildes.

También critica el diseño general del proceso selectivo, que considera obsoleto y alejado de la realidad del aula. “Tenemos un sistema de oposiciones completamente obsoleto que lo único que demuestra es que tienes capacidad para memorizar 70 temas o solo uno si tienes suerte”, denuncia. Y añade: “Una auténtica carrera de obstáculos en la que supuestamente se evalúa si eres apto para dar clase, pero en la que ni siquiera tienes la oportunidad de que el tribunal te escuche hablar”.

“El tiempo es vida, y nos lo están robando”

El afectado denuncia que esta forma de evaluar no solo frustra vocaciones, sino que pone en riesgo la calidad educativa. “Probablemente, tengamos a muchos docentes que incluso habiendo hecho pruebas mediocres se pongan en un aula frente a 30 alumnos”, advierte, señalando que superar esta primera criba garantiza prácticamente la plaza.

Además, destaca una aparente contradicción entre lo que se exige al profesorado en formación y lo que se permite en la práctica. Según explica, en la normativa educativa no existe ningún criterio que permita suspender a un alumno por una falta de ortografía, mientras que a los futuros docentes se les excluye por ello. “Si esta metodología anacrónica la usáramos nosotros en nuestras programaciones didácticas, probablemente estaríamos automáticamente suspensos”, lamenta.

Llamamiento al Ministerio y a las consejerías

A modo de conclusión, el opositor lanza un mensaje directo a las autoridades educativas: “Me gustaría exigirle al Ministerio de Educación y a las diferentes consejerías que garanticen de una vez un sistema justo y dejen de robarnos la vida”. Asegura que preparar las oposiciones le ha supuesto renunciar a tiempo con su familia, amigos y proyectos personales.

Reclama una evaluación objetiva y especializada para cada competencia: pruebas específicas de ortografía, exámenes teóricos bien diseñados y entrevistas donde los tribunales puedan conocer la actitud pedagógica de los candidatos. “¿Queréis valorar mi actitud pedagógica? Pues dejadme al menos que el tribunal escuche la voz que tengo antes de que me elimine”, insiste.

En su reflexión final, denuncia que el sistema actual convierte el esfuerzo en papel mojado: “Me niego a que mi trabajo y mi tiempo valgan tan poco. Y a que vuestro trabajo y vuestro tiempo se empleen en reírse de nosotros y en maltratar la educación de este país”. Sus palabras, lejos de un caso aislado, reflejan un sentimiento generalizado entre quienes aspiran a dedicarse a la enseñanza pública.

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Rubén Guerrero.

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