El dolor de una opositora a docente en Andalucía, con discapacidad y sin silla ergonómica: "Tomé un Ibuprofeno"

Cuando entró al examen comprobó que le habían asignado el mismo asiento que al resto de los candidatos, pese a tener el 33% reconocido y la solicitud concedida

Una opositora a docente en Andalucía, con discapacidad y sin silla ergonómica.
Una opositora a docente en Andalucía, con discapacidad y sin silla ergonómica.
08 de julio de 2025 a las 10:48h

Hacer una oposición es un sobreesfuerzo corporal y mental para todo el mundo. Más de cuatro horas en una silla, en tensión, y con la cabeza en pleno rendimiento. Más tedioso aún se tercia para personas que tienen alguna dificultad. Es el caso de N., aspirante de Granada en las oposiciones a docentes de Andalucía. No dejan de salir a la luz ejemplos de irregularidades por las que en estos días sindicatos y comunidad educativa alzan la voz.

Ella tiene el 33% de discapacidad reconocido desde que se sometió a una operación de espalda. Para poder realizar el examen, solicitó poder levantarse durante la prueba, una silla cómoda, ergonómica, y un descanso de entre cinco y diez minutos entre pruebas.

Solicitud concedida por la Junta
Solicitud de adaptación concedida por la Junta.

La consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional de la Junta le concedió poder levantarse durante la prueba y usar una silla de estas características en el turno 2, asignado a personas con capacidades diferentes.

“Cuando entré al examen, pensaba que allí estaría mi silla. Pero me sentaron en una silla, al igual que el resto de los compañeros, anclada al suelo, sin poder moverla ni siquiera”, relata a lavozdelsur.es.

Más de cuatro horas de dolor y nervios

En ese momento, antes de que comenzara la prueba, se levantó para buscar un Ibuprofeno. “Me lo tomé, con la barriga vacía, para amenizar el dolor que me esperaba”, comenta.

La candidata comparte que tuvo que esforzarse muchísimo para mantener su concentración en esas condiciones. “En ningún momento dije que no se me había puesto mi adaptación, ya que no quería molestar y no generar más nervios de lo que lleva el proceso… Aparte no es de buen gusto empezar mal el examen y estaba en mi derecho de guardar mi anonimato como personas del turno 2”, expresa.

Según su testimonio, N. tiene constancia de que en otras provincias, los candidatos que necesitaban adaptaciones recibieron llamadas durante el curso académico en las que les preguntaban el tipo de silla que requerían. “A mí no me llamaron en ningún momento. Lo que no pensaba es que tampoco iba a tener la silla”, dice.

Durante esas horas, los nervios, la presión y el dolor añadido le jugaron una mala pasada. Olvidó indicar el título y el número del tema. Por tanto, su examen ha quedado invalidado. También añade que, pese a todo, no se levantó porque consideraba que no le iba a dar tiempo a terminar.

“Con una nota superior a 9. Todos los componentes del tribunal me han valorado con más de 9 en la parte del tema. Después de no respetarse mis derechos, de conseguir una nota de sobresaliente y aun así tienen la poca vergüenza de actuar de esta manera”, lamenta.

Tras comprobar que su alegación ha sido denegada, muestra su impotencia después de conocer que hay compañeras que también tuvieron ese despiste y han pasado a la siguiente fase.

“Sus exámenes no están invalidados, cada tribunal hace lo que quiere. No he realizado mi examen en igualdad de oportunidades, me he visto discriminada por un error muy grande, y un error mínimo, como el mío, ha sido castigado con un invalidado total”, sostiene.

Pide humanidad y más atención por parte de la Administración durante procesos duros como este.

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Patricia Merello

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