“Mi nota es un 7, pero no haré el segundo examen”. Es la decisión que ha tomado una de las 18.637 personas que han aprobado en la primera fase de las oposiciones a docentes de Andalucía. A pesar de haber superado la prueba en la especialidad de Latín, este opositor no continuará el proceso. Lo hace a modo de protesta, para alzar la voz y que el sistema cambie. En los últimos días, han salido a la luz irregularidades e invalidaciones por las que los afectados ya han empezado a movilizarse tras conocer sus resultados.
Este opositor, que mantiene su anonimato, ha obtenido un 7 entre ambas partes, descontando el 0,5 de una falta de ortografía, para él, “un tanto dudosa”. El funcionamiento del procedimiento y los innumerables ejemplos de arbitrariedades y resoluciones que considera injustas le ha llevado a parar.
En su caso, se presentaron 142 personas entre dos tribunales. Según traslada a lavozdelsur.es, solo han aprobado unos 30 para las 50 plazas ofertadas. “Que en la situación que está el Latín y el Griego haya tribunales donde queden casi la mitad de las plazas libres, a falta de la segunda parte, es algo que pone de manifiesto, no la incompetencia de la Junta de Andalucía, sino de los tribunales”, dice con indignación.
El opositor ha comprobado que los exámenes de otros compañeros han quedado invalidados por faltas de ortografía. Menciona a un conocido de Historia que, tras estudiar todo el año y sacar un 7, ha sufrido este caso, que se ha repetido incontables veces en todas las especialidades.
“Los criterios de evaluación dictados por la Junta pueden decir que un examen se invalida con 5 tildes, pero el criterio humano y el sentido común dicen que en 20 folios escritos no hay nadie a quien no se le puedan escapar 5 tildes”, sostiene. Y añade: “Eso si es que fuera cierto, porque en la mayoría de casos que he conocido es el criterio de un tribunal el que dice que una cosa es falta, aunque la RAE diga lo contrario”.
"No todos los tribunales son iguales"
El candidato reflexiona que el hecho de que haya algunas personas que se han escapado de la criba es una evidencia de que “no todos los tribunales son iguales”.
“¿Qué clase de ser humano puede suspender a un opositor, después de 5 horas de examen, de meses estudiando, porque le parece que hay cinco palabras en las que no se aprecia el signo?”, se pregunta.
Además, no da crédito sobre la actitud de algunos tribunales. “Están destruyendo las vidas y la autoestima de otras personas que viven donde vivo yo, comen lo que como yo y dan clase en el mismo sitio que yo”, expone.
El sistema, tal y como está constituido, es el motivo por el que ha tomado esta dura decisión. “Tribunales obligados piden a sus opositores que se conviertan en androides, perfectos, invulnerables, legislativos. Les piden, en definitiva, algo que ellos mismos saben que no podrían hacer, pero ellos ya tienen su plaza”, expone.
Apunta a una falta de humanidad preocupante en un proceso por el que los propios miembros de los tribunales ya han pasado. “Ya sé que el sistema tiene errores, pero por misterioso que parezca, el mayor error es el humano o, mejor dicho, la pérdida de lo que significa ser humano: empatía, comprensión, discernimiento”, sostiene.
"No creo en este sistema"
Para terminar, el opositor ha compartido su indignación con este medio con la esperanza de que su pequeña reivindicación tenga repercusión de cara a las futuras convocatorias.
“No haré el próximo examen porque no creo en este sistema, porque mis compañeros, que son todos los humanos que se equivocan, bajo presión cometemos faltas, y porque me asusta que quien nos evalúa sea gente que no las comete”, expresa.
“Solo por esa vanidad puede entenderse que algunos tribunales invaliden un examen que tiene un sobresaliente o un notable por unas tildes subjetivas. Porque si no es vanidad, es maldad. Y ahora mismo siento que son ambas”, finaliza.







