...Y se cruzó el coronavirus

El Marco de Jerez comienza a debatir su futuro tras el parón económico y el desplome de las ventas, con distintas voces, tanto entre viticultores como bodegas, que apuestan por cambios estructurales en el sector que devuelvan a la uva el protagonismo

Unas botas de jerez, en una imagen de archivo.
Unas botas de jerez, en una imagen de archivo. MANU GARCÍA

El vino de Jerez tiene un nuevo problema, un gran problema que no tiene otro nombre que coronavirus. La caída de ventas de los meses de primavera más las previsiones que apuntan a una próxima campaña en la que no se van a recuperar los niveles anteriores a la pandemia hacen que se esté hablando, según una u otra fuente, de unos excedentes de entre 20.000 y 30.000 botas de vino que habrá que ver cómo se gestionan, y que se valoran, abiertamente, como un auténtico lastre para el futuro inmediato del sector. 

Las distintas organizaciones sectoriales —cooperativas, Asevi-Asaja y bodegas agrupadas en Fedejerez— han comenzado a hablar de este tema e incluso han iniciado contactos con la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, tanto para informar a la Administración autonómica de la situación como para conocer su posible grado de implicación en futuros acuerdos, ya que las ayudas aprobadas hasta ahora por el Gobierno tienen muchos ‘peros’ para el vino de Jerez y la Manzanilla –destilación de crisis ‘pero’ no para alcohol de uso de boca; ayudas al almacenamiento, ‘pero’ no para vinos con crianza, y ayudas a la vendimia… ‘pero’ verde-, además de ser escasas por lo que se refiere a su cuantía.

El problema al que se enfrenta el sector parte incluso del propio análisis de la situación que se hace desde el interior. Todos coinciden en que algo hay que hacer, pero lo que para unos, aunque duro, es un nuevo problema coyuntural y que debe ser abordado como tal, otras voces, tanto entre los viticultores como de algunas bodegas, creen que la situación es tan grave que las distintas medidas que se adopten deben ser plenamente estructurales. Desde este último ámbito se estima que la crisis generada por el parón de la economía que ha generado el coronavirus debe tratarse como una oportunidad para abordar la situación del sector de manera integral e introducir medidas de las que, en muchos casos, se lleva años hablando sin que se llegue a ningún sitio, así como otras de nuevo cuño, sobre todo en relación a la materia prima. Entre los, digamos, ‘coyunturalistas’ se estima que será finalmente el mercado el que regule y que las medidas que se adopten deben ser cortoplacistas, todo lo más encaminadas a hacer más liviana la ‘travesía’ de estos excedentes, mientras los ‘estructuralistas’, por seguir con dichos términos, creen que el Marco de Jerez, tal y como lo conocemos, está agotado, que en realidad lleva muchos años dando muestras de dicho agotamiento y que la crisis de ventas causada por la pandemia ha sido la puntilla.

Vamos a profundizar en las propuestas que se realizan desde este ámbito, que en primer lugar —y no por orden de importancia— aspira a solucionar lo que podríamos denominar ‘temas de agenda’, algunos encasquillados desde hace más de una década —los ‘Nuevos Jereces’, la apertura de la zona de crianza a toda la zona de producción o el (no) futuro del vino a granel con el empujón de la crisis sanitaria, entre otros— y, sobre todo, la puesta de nuevo sobre la mesa de la necesidad del máximo aprovechamiento de la uva del Marco para evitar los recurrentes –e inefables- arranques con los que se han ido parcheando las distintas crisis por las que ha pasado el sector nos atreveríamos a decir que en los últimos cuarenta años, que se dice pronto. Dicha propuesta habla de establecer diferentes precios para diferentes calidades de la uva que se entrega, atendiendo a distintos criterios como el grado o el pago de procedencia, eso hablando de la parte alta en cuanto a precio, o si su destino final va a ser para la destilación o la elaboración de mostos concentrados –los denominados productos secundarios- por la parte baja. 

El fin es evidente y lleva años hablándose en el sector: se trataría de que todo el líquido que va en una botella de vino de Jerez sea de procedencia 100% Jerez y poner fin así a la ‘importación’ de estos productos elaborados a partir de materia prima de otras zonas vitivinícolas de España, una práctica, por otra parte, perfectamente legal y permitida por la actual regulación de las denominaciones de origen Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla (lo reafirmamos pensando en el lector generalista), pero que lógicamente indica que algo no se está haciendo bien, al menos no del todo. No tiene sentido que, por un lado, el sector tenga excedentes y que una y otra vez se haya recurrido, como hemos señalado más arriba, al arranque primado de viñedo para cuadrar los grandes números —con lo que esto supone de pérdida de patrimonio, de riqueza y de empleo— mientras que por otra se recurre a productos que vienen de fuera… que es posible, como se señaló hace ya unos años desde el Consejo Regulador, que por su propia naturaleza, no aporte nada que sean de Jerez o de otro sitio, pero precisamente por eso, lo que seguro que no aporta nada es que sean de fuera teniendo aquí materia prima para hacerlos, incluso también atendiendo a una cuestión de prestigio en unos momentos en lo que el consumidor mira con lupa el origen de los productos que compra.

Los viticultores independientes, las cooperativas —por cierto, alarmante la falta de liderazgo existente en este ‘subsector’, permanentemente lastrado por personalismos y localismos, incapaz desde hace años de tener una voz propia y unida— e incluso bodegas propietarias de viñedo, como puede ser José Estévez, están alineadas con estas tesis. Por el contrario, es evidente que las bodegas que tienen destilerías en otras partes de España (en La Mancha), caso de González Byass, Fundador y Osborne, tienen sus propios intereses, aunque tampoco el sobrecoste del traslado de vino del Marco para su destilación y su vuelta ya como alcohol vínico sería algo desmesurado… Ya hace años que se puso sobre la mesa la posibilidad de que se ubicara una destilería en Jerez e incluso se hablo de la posibilidad de que tuviera acceso a ayudas de la Iniciativa Territorial Integrada (ITI) y fuera una iniciativa gestionada por una o varias cooperativas, pero aquel tema, que hubiera sido interesante, tampoco cuajó.

También se trata de incorporar nuevos actores que han ido surgiendo en el Marco en los últimos años, como los ‘sherry cask’. En la actualidad, hay del orden de 130.000 botas en envinado para obtener ese ‘marchamo final’ de prestigio y calidad para marcas habitualmente de whisky o ron, un volumen lo suficientemente importante, se estima desde este ámbito, como para colaborar de manera más activa –léase dinero- en mantener el nombre ‘sherry’, del cual se benefician…

En realidad, cuando se habla de estos temas, en Jerez se echa de menos la existencia de una organización interprofesional, un foro que contribuiría a agilizar todas estas negociaciones, como ocurre en otras D.O. vitivinícolas, ya que el pleno del Consejo Regulador no es el foro más adecuado para la toma de determinadas decisiones, por mucho que se debata sobre ellas. Cabe recordar que este asunto se planteó en la década de los 90 y había firmes partidarios de su instauración —el Grupo Medina, hoy Williams & Humbert, entre otros— pero al final, como sucede tan a menudo en el Marco, el tema no salió adelante. 

Bien… el reloj para alcanzar acuerdos se ha puesto en marcha. Hay quien piensa abiertamente que comenzar la próxima vendimia —que incluso al final, tras las lluvias primaverales, podría ser superior a la del año pasado, lo que no coadyuvará precisamente a cuadrar los números— con el problema de los excedentes sin encauzar puede convertir la campaña que comienza a 1 de septiembre en un auténtico caos. Tampoco ayuda, por cierto, que las elecciones a la renovación de cargos del propio Consejo Regulador coincida en el tiempo con las negociaciones que se han puesto en marcha, ya que el cambio de representatividades que puede haber como consecuencia en la modificación de censos o los propios nombres que vayan a las vocalías, sobre todo en el sector productor, puede hacer que se añadan nuevas incógnitas a un tablero ya de por sí tremendamente complicado…

Sobre el autor:

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Carlos Piedras

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

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