"Ya me han liado" en La Abadía de El Puerto, el sueño de un joven que siempre quiso tener su bar

Alberto Martínez Ramírez, de 21 años, abrió hace tres meses este local en un centro comercial de la urbanización de El Ancla con una decoración “rollo monasterio” y conservas y tostas

Alberto Martínez con una tapa de albóndigas en la terraza de La Abadía del Puerto.
Alberto Martínez con una tapa de albóndigas en la terraza de La Abadía del Puerto.

A la sombra, con una cerveza en una mano y un chicharrón en la otra. No hace falta mucho más para hacer feliz a alguien que acaba de salir de una dura jornada de trabajo. El sol pega fuerte, pleno junio, a las puertas de un verano donde la mascarilla queda ya muy lejana. En torno a varios barriles un grupo de personas conversan. Una escena inexistente en el pequeño centro comercial de la urbanización de El Ancla, en El Puerto, hasta hace unos meses. Al mítico Molly Malone se sumó La Brasería y el indio Bollywood, tan solo quedaba un local cerrado para terminar de llenar de vida esta zona.

Alberto Martínez Ramírez ha sido el último en sumarse a este rincón de gran variedad gastronómica con una apuesta de la tierra. A la oferta irlandesa y los platos de Oriente Medio se incorpora La Abadía, llamativa por sus grandes arcos a la entrada que parecen estar sacados de un monasterio. Fue este joven gaditano de 21 años quien quiso abrir hace tres meses este local que da “más ambientillo” al lugar.

Su sueño siempre había sido tener su propio bar y, en cuanto ha acabado de estudiar -un grado superior de marketing y publicidad- se ha lanzado a la aventura. “Lo ha dicho desde muy pequeño”, comenta su madre, Cristina Ramírez, su “apoyo moral” y el “comodín” que le ayuda a todo.

Interior del local ubicado en la urbanización El Ancla.
Interior del local ubicado en la urbanización El Ancla.   MANU GARCÍA

Sentada en una mesa del interior, explica que su hijo estuvo ahorrando desde que hace dos años empezó a trabajar los fines de semana en un bar de Cádiz. Con su hucha y el empujón de su familia materna, Alberto ha podido hacer realidad ese pensamiento que le rondaba por la cabeza. “Siempre me he querido dedicar a la hostelería y emprender, me prometí a mí mismo que cuando terminara de estudiar abriría un bar”, expresa.

Estar detrás de la barra es lo suyo. Al joven se le nota a gusto sacando tapas y coordinando al resto de camareros entre los que está su hermano Alejandro, que le echa un cable. Una pareja disfruta de un vaso de caracoles mientras madre e hijo cuentan a lavozdelsur.es los detalles de esta aventura.

“Estuvimos buscando local y mi madre vio este por internet, vinimos a verlo, nos gustó, le pegamos un lavado de cara y aquí estamos”, dice Alberto que se instaló en lo que era una antigua taberna especializada en jamón. Tras años a oscuras, el gaditano residente en El Puerto le ha devuelto la luz al establecimiento. Unos dos meses han hecho falta para poner todo a punto.

Alberto sirve cerveza desde la barra de La Abadía.
Alberto sirve cerveza desde la barra de La Abadía.   MANU GARCÍA

“Cuando entramos esto era una cueva. Hemos pintado de blanco las paredes para darle contraste”, comentan. El hostelero sacaba hueco durante el estudio de los exámenes finales para pintar los barriles, limpiar y comprar los muebles de segunda mano que adornan La Abadía.

Siempre apoyado por su familia que también influyó en el nombre del bar. “Hice un grupo de WhatsApp y animé a que hicieran un brain storming. Al final mi madre dijo ese y se quedó”, explica Alberto.

Su decoración al estilo “medieval” y una ambientación rústica inspiraron a María Ramírez, su tía, a diseñar un logo. Después tocaba darle vueltas a la carta, que está enfocada en el tapeo andaluz. A las tostas de guacamole con anchoas o de queso de cabra y cebolla caramelizada se unen las conservas de pescado, desde mejillones y almejas hasta sardinas.

Tapa de ensaladilla de pulpo.
Tapa de ensaladilla de pulpo.   MANU GARCÍA
Tapa de albóndigas en salsa.
Tapa de albóndigas en salsa.   MANU GARCÍA

Tampoco faltan las chacinas, enumeradas con tiza en una pizarra que cuelga de la pared. Longaniza de payés, paletilla ibérica, queso. “También tenemos tapas calientes como el menudo y la carrillada”, apunta el joven que acaba de preparar albóndigas en salsa.

Otra de las opciones es el dobladillo de caballa elaborado con mayonesa, caballa, tomate cruso y el montadito. “Es muy típico de Cádiz y en este tiempo refrescan mucho”, dice Cristina. Un toque de su tierra que ya han probado muchos clientes de todas las edades.

El joven posa en el interior del local.
El joven posa en el interior del local.   MANU GARCÍA
Alberto y su madre, Cristina, durante la entrevista.
Alberto y su madre, Cristina, durante la entrevista.   MANU GARCÍA

En este bar confluyen dos generaciones, los veinteañeros de la quinta de Alberto que desde el minuto uno le han apoyado, y los padres de esa juventud. “Creo que a la gente le ha gustado, nos lo estamos currando, viene una mesita y le ponemos un papelón de chorizo para que lo prueben”, sonríe pendiente de la barra.

Junto a él reposan una guitarra y un cajón que pone a disposición de los clientes que se quieran arrancar a cantar en medio de la velada. Apuestan por el buen rollo y la calidez en una plaza donde, de vez en cuando también toca algún grupo. “A veces vienen y animan la tarde mientras la gente se toma unas copas”, comenta. Él se queda embobado mirando el arte que derrochan algunos, pero pronto, vuelve a la carga para llevar la ensaladilla de pulpo que acaban de pedirle. “Ya me han liado”, hablan sus paredes.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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