confiteria_san_sebastian_02
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La confitería 'San Sebastián' conocida desde siempre como 'La Victoria' es el establecimiento más longevo de la ciudad. El boliviano Víctor Hugo es el gerente del local desde hace cuatro años, el cual sigue conservando los pasteles con el sabor más tradicional.
 

El dulce aroma del pan y el pastel recorre la esquina de la calle Ancha con la Porvera. La pastelería La Victoria, actualmente conocida como San Sebastián, lleva sobre los cimientos de la ciudad más de 50 años de historia, un establecimiento por el que pasan miles de personas a diario.

Tres han sido los dueños que han regentado este local con tanta solera y que ha endulzado la vida de tantas personas. Chucherías, pan, helados, palmeras de chocolate o huevo e incluso el tocino de cielo, son algunos de los productos que ofrece esta confitería y que actualmente está regentada por Victo Hugo Mora, que se hizo cargo del local hace cuatro años cuando su anterior dueño decidió jubilarse. Boliviano de nacimiento pero jerezano de adopción, es conocido por la gente del barrio de Santiago como el Gitano Boliviano. “Por esta acera han pasado miles de personas en todos los años de historia de este local. Yo llevo cuatro años regentando el establecimiento y descubriendo nuevas personas cada día. Este verano por ejemplo vino una clienta de hace 45 años que compraba las chucherías cuando era pequeña. Ahora vive en Estados Unidos pero vino a este lugar a comprar unas magdalenas, fue algo que nos hizo mucha ilusión a toda mi familia”.

Llegó a Jerez hace 11 años sin ninguna razón en concreto. Una prima suya trabajaba aquí, le gustó la ciudad que descubrió y desde entonces reside como un jerezano más. “Vine hace once años aquí. No sé aún porque elegí venir aquí. Yo soy pastelero de profesión y mis padres han sido pasteleros también. He querido seguir con la tradición junto a mi esposa. Una de las cosas positivas que tiene esta confitería es que es un lugar de referencia para el pueblo de Jerez. Si van a quedar con alguien siempre eligen la pastelería”.

Conocida por todos los jerezanos como La Victoria, su dueño ha decidido conservar la tradición del local, aunque dándole otro enfoque más innovador. Para empezar decidió cambiar el nombre aunque sabe perfectamente que su tienda siempre será conocida como La Victoria. “Ahora se llama San Sebastián porque es el nombre de mi hijo y en mi país hay un santo llamado así. Aquí vendemos el pan del día, los helados, no he quitado muchas cosas del pasado porque los valores siempre deben conservarse”.

Como en casi todos los sectores, la crisis ha hecho también daño en el de la pastelería. Los dulces no han sabido tan sabrosos en muchos lugares pero Víctor ha sabido tomarse la vida de otra manera. “Aquí nos hemos tomado la vida con dulce. Cada día que abrimos el aroma que se desprende por la puerta embriaga a todo el mundo. ¿Para qué nos vamos a amargar? Con las magdalenas o los croissants que hace mi esposa todo sabe mejor. Los críos van a empezar las clases dentro de poco y todo el mundo siempre quiere endulzarse la vida, qué mejor manera de hacerlo con un pastel”.

El cierre de algunos locales ha hecho que el centro haya ido perdiendo vida a costa de las grandes superficies. Pese a todo, para este pastelero, la vida del centro comienza a revitalizarse de nuevo. “Creo que todo el mundo debe adaptarse a las necesidades que van apareciendo. El centro por lo que veo está comenzando a tener vida de nuevo y a llenarse. Aunque hayan abierto grandes superficies los jerezanos siempre son de comprar media docena de pasteles para la suegra o unas magdalenas para su prima. Aquí la gente tapea y habla, que es uno de los aspectos importantes para salir”.

El futuro para Víctor Hugo es desconocido aún pero le encantaría seguir trabajando por y para los pasteles. “Me encantaría ampliar el local en el futuro. Aquí ya la gente me conoce y abro los 365 días del año. Los domingos todo el mundo pasa por aquí porque es de los pocos sitios que está abierto siempre”.

Como buen pastelero tiene debilidad por el azúcar y entre tartas de Santiago o palmeras de huevo, este boliviano lo tiene claro, el tocino de cielo es su pasión. “Todos los días me tomo uno y me da el subidón de azúcar necesario para trabajar”.

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Borja García Tejero

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