Las ‘fritis’ holandesas de Cádiz

'Frityes', la 'fritería' de la calle San Francisco, se consolida con una apuesta a una sola carta: solo patatas fritas, pero las mejores de toda la provincia

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Abrir un establecimiento como Frityes en Cádiz era casi una decisión de riesgo: en la tierra de los freidores y con un producto tan asequible, barato y habitual como es la patata, montar un negocio de patatas fritas no parecería en un principio una idea muy viable. Y sin embargo, Frityes convence y se consolida como una apuesta segura. En pleno centro de Cádiz, en San Francisco, 33, esta fritería seduce tanto a turistas como a gaditanos, jóvenes y personas mayores. Entra una señora en el momento en el que Joslemi Torres y Jonathan Noto explican el perfil del cliente: “tenemos muchos cruceristas que conocen el producto, gaditanos de todas las edades y especialmente señoras mayores que, en lugar de comprar las patatas y hacerlas ellas, se las llevan directamente”.

Entre el público extranjero este tipo de establecimiento es habitual. La idea se la trajo de Holanda el gaditano David Rodríguez que durante 15 años vivió allí y adonde se llevó la gastronomía española. De vuelta, la operación ha sido al contrario y ha exportado una de las comidas típicas de Holanda: las patatas fritas.

La materia prima, las dos cocciones y “el cariño que le ponemos”, añade Jonathan, hacen de estas patatas un manjar que se acompañan de 21 tipos de salsas, desde las clásicas, como ketchup, mayonesa o mostaza a las más elaboradas y exquisitas, tanto en versión dulce –la snacks, de salsa de tomate y cebolla caramelizada o la de cacahuetes- como la versión picante –andaluza o samurai-.

Patatas naturales, “que vienen directamente con tierra”, que se pelan y se cortan el mismo día, un aceite con solo un 1% de grasa y una doble cocción –una primera a 130-160 grados y una segunda cuando ya se han enfriado, a 180 grados- hacen que la patata adquiera un aspecto dorado y una textura crujiente. “Suena muy pretencioso pero a los holandeses que han venido les gustan más las nuestras porque la patata de aquí está más sabrosa que la suya”, explica Jonathan, cuñado de David.A la fritura perfecta de la patata –el pequeño local ni siquiera huele a aceite- se le une una variedad de salsas que han ido ampliando con especialidades para veganos y celíacos y la introducción de ‘toppings’: trocitos de queso, jamón, cebolla crujiente o pimientos del padrón que hacen aún más deliciosos los cartuchitos de ‘papas’. Porque aunque el nombre del establecimiento es un juego de palabras con la pronunciación holandesa y el yes inglés como afirmación, en Cádiz las frityes son las fritis, cuenta Josmeli. Ella y Jonathan son dos de los cuatro empleados fijos con los que cuenta el negocio, que ha llegado a tener hasta seis, como en época de carnavales.

La presentación de las patatas es otro de los puntos fuertes y Jonathan, que es diseñador, tiene mucho que ver: el cono donde se guardan las patatas ya se ha convertido en un símbolo hasta el punto que le han puesto un nombre a los consumidores de patatas de Frityes: la comunidad del cartuching. Han revolucionado también la forma de tomar este producto. “Los gaditanos están acostumbrados a comer sentados y esto es un producto take away para tomar mientras se va andando por la calle”. Después de la novedad de la apertura de un local de este tipo, “hemos conseguido que la gente no pierda el interés y quiera volver”.

Frityes está en el número 33 de la calle Rosario. Se venden tres formatos de cartuchos o cucuruchos: pequeño (2 euros), mediano (tres euros) y grande (4,50 euros), mientras que el precio de las salsas es de 0,50 euros.

Sobre el autor:

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Vanessa Perondi

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