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Aspectos a tener en cuenta para cuidarla lo mejor posible.

Todo al que le empieza a gustar el vino pasa por las mismas fases iniciales de aterrizar en este precioso mundo.

Compras alguna marca que no conoces para experimentar, vas de viaje y pides vinos de la zona para probarlos, vas a cenar a casa de alguien y te ofreces a lleva tú el vino, empiezas a asistir a catas de vinos, agitas la copa y hueles el vino antes de beber…

¡No tienen un orden específico, pero las pasarás todas!

Hay un paso que es el que marca un antes y un después, y en el que se pasa del “amigo con derecho a copa” al “compromiso formal con tus vinos del alma", y ese momento es el día que empiezas a tener tu propia bodega.

Ese momento es fantástico, ya que empiezas a ver el vino de una forma distinta; ya no improvisas en un supermercado cuando toca compra, ahora ya seleccionas vinos y los compras para tenerlos, y así siempre tener al menos tres o cuatro vinos entre los que elegir para una ocasión.

Cuando hablo de bodega no me refiero a un sótano o habitación con gran capacidad donde albergar vinos de todo el mundo; una esquinita con un botellero para 8 botellas…y a lo podemos llamar bodega. Es por esto que me parece interesante comentar algunos aspectos a tener en cuenta para poner nuestra bodega y cuidarla lo mejor posible.

Podremos tener un botellero de cualquier material (madera, acero, corcho…) o una vinoteca (neverita para vino)…aunque yo recomiendo tener las dos. Hay botelleros muy baratos de estos que tu mismo tienes que montar, que son perfectos para poner en cualquier esquina de casa y puedes ir ampliando a medida que tu bodega vaya creciendo; y también hay vinotecas de poca capacidad, desde 6 botellas, que no son muy caras ni muy voluminosas; ambas cosas son susceptibles de ser perfectos regalos para sugerir a los que nunca saben que regalar.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el vino debe comprase para beberlo, no para almacenarlo sin control, por lo que tenemos que tener un número de botellas adecuado al vino al que damos salida. Que menos que tener 8 botellas de vino de diferentes tipos y lugares, pero no volvernos locos y acumular cantidades que no nos permitan ir consumiendo de forma que no se nos eche a perder.

Debemos buscar, a poder ser, un lugar orientado al norte, que no reciba luz directa y su temperatura no sea muy elevada. El vino no debe moverse si no es necesario, y debe dejarse en la mayoría de los casos tumbado. Nuestra bodeguita NO DEBE ESTAR NUNCA EN LA COCINA, ya que hay ruidos, vibraciones y altas temperaturas. Debe tener también buena ventilación.

Intenta comprar el vino en tiendas que sepas que lo cuidan, siendo lo ideal que se compre en tiendas especializadas, ya que no tienen por qué ser más caros, y además nos ayudan a elegir a la hora de comprar. También comprar en la bodega, en el caso de que la visites estando de viaje, o si las tienes cerca, es una muy buena opción.

Por último, y no menos importante, un consejo: suelen comprarse vinos pensando en dejarlos en nuestra bodega hasta que llegue un momento muy, muy especial, y pasan y pasan los años y nunca vemos que ese evento para el que elegimos vino sea suficientemente especial para esa botella, que además suele ser de los vinos más caros de nuestra selección…¡ERROR! Corremos un alto riego de que ese vino muera en la orilla, y no podamos disfrutarlo en todo su esplendor. Un momento especial para disfrutar es cualquier día… y mejor si es en buena compañía.

 

Bebe la vida, vive el vino.

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