Pasar por debajo del arco de la Rosa, dejar atrás la Catedral de Cádiz, unos pasos más y allí se alza la imponente casa del Almirante, donde iba a construirse un hotel de cuatro estrellas. A unos metros el Teatro Romano y, enfrente, en esta plazuela del barrio del Pópulo, un joven sirve un plato de pinchos acompañados con cremas libanesas y especias a una mesa.
Una familia que acaba de llegar en crucero hasta la capital gaditana disfruta de un plato poco frecuente en el corazón de la ciudad. “Esta puerta es muy llamativa, a la gente le gusta hacerse fotos aquí”, dice Wali Dammag, de 28 años, que, junto a su amigo Wasim Amoeiri, de 29, ha fundado el primer restaurante especializado en comida árabe de la ciudad.
Estos dos jóvenes nacidos en Yemen proponen la oferta hostelera Puerta del Edén, un lugar con encanto donde probar en Cádiz sabores muy distintos del tradicional pescaíto frito. La aventura de estos yemenitas con espíritu emprendedor comenzó en 2019, cuando decidieron abandonar la carrera de Ingeniería Electromecánica que estudiaban juntos en una universidad en el norte de África.
Sin conocer el idioma —aunque ya lo hablan con una perfección asombrosa—, se mudaron a Sevilla, donde estuvieron cuatro años trabajando en locales de hostelería. “Nos pasamos bastante tiempo juntos”, dicen los compañeros, que quisieron dar otro giro a sus vidas y se trasladaron a Cádiz para montar su primer negocio. El 15 de noviembre de 2022, el restaurante árabe abrió su puerta, esa que da nombre al local que ellos mismos reformaron.
En esta esquina de la plazuela de San Martín, El Garaje ya hacía de las suyas gastronómicamente hablando. Y ahora lo hacen Wail y Wasim, que, con una sonrisa, hacen sentir a gusto a los comensales. “Le pusimos así porque Edén es conocido en todo el mundo, se encuentra en las biblias de los musulmanes, los cristianos y los judíos. Además es el nombre de una ciudad de mi país”, explica Wail a lavozdelsur.es mientras el equipo, formado por chicos procedentes de países árabes, prepara hummus en la cocina.
Su propuesta 'halal' es pionera en la Tacita de Plata, para que la comunidad árabe residente —y de otros municipios cercanos— pueda disfrutar sin problema alguno de platos como por ejemplo el kabsah saudí, cordero lechal enterrado en arroz basmati y frutos secos. “Se pide un montón”, dicen los yemenitas, que además de a la comunida árabe también atienden a muchos turistas a lo largo del día.
Los fundadores están encantados con la ubicación de su negocio y con la acogida que han recibido desde que se atrevieron a presentar esos platos que se comen en las casas de los vecinos de los países del golfo Pérsico. “Hay gente que conocía el bar de antes y sigue viniendo, estamos con las redes sociales y el boca a boca funciona mejor que todo. La gente atrae a gente”, expresa Wail.
En su carta hay entrantes y platos principales, cocina tradicional de Siria, de Marruecos o del Líbano. Una mezcla cultural oriental que contempla el 'mandi' yemení, una opción “muy conocida” que consiste en arroz basmati con pollo especiado cocido al vapor.
“También hacemos cuscús, tajine y shawarma sirio, de pollo o ternera”, explican los hosteleros, que también destacan el falafel o los dados de queso árabe caramelizados con dátiles. Hay opciones veganas, tabulé o ensaladas que combinan hasta 12 ingredientes.
Cruzar la Puerta del Edén supone descubrir un mundo de salsas con nombres desconocidos pero agradables al paladar. Tahini, kabsa o mandi que se suman a las de ajo y a las especias. Uniformados, se coordinan para que todo lo que salga de la “cuisine”, abierta todo el día, llegue a su destino.
Para acompañar los platos, los yemenitas ofrecen bebidas típicas del mundo árabe. “A la gente le encanta el ayran, una bebida turca hecha con yogur líquido, sal y un toquecito de ajo, fresquito. También hacemos limonada, parecida al mojito pero sin tanto azúcar moreno y con agua de azahar, y té marroquí”, comentan.
La noche envuelve al nuevo restaurante donde, quienes han dejado hueco para el postre, pueden saborear opciones tradicionales como masoub, un postre hecho de masa de plátano mezclada con miel y pasas. “Aquí todo es natural. La muhalabia son natillas árabes con crema de leche y pistacho”, explica. Wail y Wasim no paran quietos para llevar a Cádiz un trocito de su tierra y del norte de África.
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